La coexistencia de una serie de valores naturales en la sociedad y su total inadmisión en nuestra vida cosmopolita no nos debiera de suponer la incapacidad del hombre para hallar su propia realidad moral. De hecho, cada cual fundamenta su libertad o su percepción de ésta no como una realidad paralela (Platón se equivocaba); no existe el mundo más allá de las apariencias, sino un mundo en el que la diversidad permite que la persona pueda encontrar su libertad en todo aquello que le sea denegado. Del mismo modo, aquel al que se le deniega la vida buscará la muerte (o el suicidio como queramos decirlo), pero si hallamos nuestra libertad, o aquella que nos pertenece, no habrá motivos para preocuparse, porque por mucha amenaza que nos suponga la vida, ésta nos supondrá un beneficio aún mayor. El protagonista pues, no pasa al estado de naturaleza...desentierra sin más su libertad, que yacía perenne en los cimientos de la ciudad.

Cuando uno disfruta de una gran película, como ésta, se olvida de que está viendo una película. Presenciamos una simbiosis perfecta: los actores son solo marionetas dentro de un espacio inaguantable, de una ambientación que fluye sobre las sombras de aquellos que ven lo invisible, de los que luchan frente a los que no ven más allá. El asfixia de no saber nada, de no tener la certeza de nada, de saber que no existe la verdad, pero no encontrar la respuesta.

En definitiva nos encontramos con una película que no busca ser perfecta, sino sombría, no busca ser bella, sino efectista. Y, lo más importante, reinventa el thriller en su forma, dotándole de una sutileza y una crudeza inimaginables en el cine americano actual.

Este film se consolida como un claro ejemplo de la deriva del cine actual americano:
La abundancia de continuos clichés es nauseabunda. Trata de convencer al espectador medio intercalando elementos y formalismos clásicos del cine de Ciencia Ficción; pero ya cansa demasiado...Dejemos que fluya la creatividad y el talento y eliminemos esa necesidad imperiosa de contentar a todos los públicos(Disney!!). El buen cine no se crea solamente para demostrar al espectador tus habilidades: debe haber algún aspecto íntimo, ya sea de los actores o del equipo de rodaje. Y, en este sentido, carece de toda personalidad: actores del montón que no convencen a nadie (el uno como revolucionario y la otra como ¿ninja?). Seamos sinceros, ¿en qué mundo podrían estos patanes instigar a un ejército entero a luchar por sus vidas? A costa de qué y de quiénes...
Rogue One se podría definir como una película; sin más, simple como el puñetero pan. No hay absolutamente nada de original en esta obra, en un intento de Disney de afianzarse como la productora por excelencia, la única capaz de crear y destruir al mismo tiempo, aquel que nos guía por el camino de la estupidez humana, respaldándose, eso sí, en el autoengaño de siempre: "¡valgo porque mis películas son sentimentalistas y evocadoras!"