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Argentina Argentina · Santa Fe
Críticas de Leonardo
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
6
18 de febrero de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Terrence Malick regresa con una historia basada en un hecho real, situado en la segunda guerra mundial, sin abandonar su estilo visual de imponentes encuadres y paisajes con la siempre óptica gran angular que lo caracteriza en la estética de sus últimos films.

Si bien la narración de A HIDDEN LIFE se podría considerar algo más lineal en su estructura discursiva, no deja de lado los elementos que lo identifican para amarlo u odiarlo. Sus excesos que lo someten a cierta saturación expresiva y comunicacional, basada en largos sermones filosóficos y existenciales, como si se tratara de un manual de vida ilustrado por poéticos cuadros, generan que las películas de Malick naufraguen por una mirada con recelos por parte del espectador. Desde su punto de inflexión en "El árbol de la vida" ha transitado por films poco agraciados y muy lejanos de su gloriosa "Days of heaven" (1978)

A HIDDEN LIFE es un virtuoso poema visual, sería una necedad poner en discusión la belleza de sus paisajes y encuadres, pero peca de su ya conocida fragmentación, de un montaje monótono y reiterativo, de movimientos y acumulación de planos que juegan una suerte de "salvapantalla estilizado". Este film en particular podría funcionar con este estilo sermónico y visual mucho mejor que las películas fallidas como "To the wonder", "Caballero de copas" o "Song to song", sin embargo se espera mucho más de un cineasta con la capacidad de Malick que ha caído en su propia trampa del aburguesamiento estético.
Leonardo
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8
7 de febrero de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al comenzar con el visionado de CASTAWAY ON THE MOON (Náufrago en la luna en español) es inimaginable a donde nos llevará este exótico film que en un inicio pareciera una absurda y grotesca comedia coreana. Sin embargo, uno se adentra de a poco en un eximio film con todas las letras, en una brillante alegoría anticapitalista, en una conmovedora historia de vínculos sociales y de superación personal. Imagino al guionista y director plantear un argumento de un hombre que sobrevive en una porción de tierra a escasos metros de la ciudad, viviendo en un gigantesco pato de metal; y de una jóven muchacha que hace años no sale de su habitación y se hace pasar por múltiples personas en su universo de redes sociales. ¿Cómo podría estas historias aunarse y salir fortalecidas en un film? Pues Lee Hey-hun lo logra con creces.

Desde un registro de comedia absurda el film nos va introduciendo en la vida de Kim, un desesperado ejecutivo que agobiado por las deudas decide poner fin a su vida, y si bien el suicidio fracasa, la "vida" del hombre de traje llega a su final. Aquella persona enajenada y sometida al postmodernismo industrial, un objeto oprimido más del capitalismo salvaje, se convierte en un ser totalmente libre en busca de la felicidad en los detalles más nimios e insignificantes (para el hombre "normal") como poder producir su propio alimento. Kim, luego de reiterados intentos sin éxitos de suicidarse con su corbata o pedir auxilio a las barcasas que pasan cerca del islote, así como un fallido intento de cruzar el río nadando, se va dando cuenta que esa porción de tierra, que sirve de depósito de algunos desechos de la ciudad, se transforma en una nueva oportunidad de libertad, en un nuevo hogar. Sin horarios, sin deudas, sin rendiciones de cuenta, sin obligaciones impuestas, sin ser un número más en la maquinaria capitalista, Kim deja la idea del suicidio y emprende su nuevo objetivo: lograr comer un plato de fideos con frijoles negros. La obsesión por conseguir ese alimento se convertirá en la esperanza que lo mantendrá vivo. Comienza el arduo trabajo de la plantación de los cereales para lograr su alimento deseado, mientras sobrevive alimentándose de peces y palomas.

Del otro lado del río, dentro de la civilización, pero viviendo fuera de la sociedad, una joven también con apellido Kim, hace tres años que vive encapsulada en su habitación, sin tener contacto con otro ser humano. La madre le deja los alimentos en la puerta y se comunica a través del celular. Así, sin ningún contacto con la sociedad, se sumerge en un mundo virtual donde desde internet crea múltiples personalidades falsas para encajar en el mundo de las apariencias superfluas de las redes sociales. El único momento en el que abre su ventana es para sacar fotos a la luna, una obsesión que se ve reflejada en las paredes de su habitación, con cientos de fotografías pegadas. La única oportunidad que tiene para ver el mundo real de día es dos veces al año, donde defensa civil a modo de simulacro detiene toda actividad, paralizando la ciudad de Seúl por completo. Durante 20 minutos Kim saca fotos de la estática ciudad: "Durante 20 minutos al año la ciudad parece igual de vacía que la luna" narra la joven mientras gatilla su cámara captando la ausencia desde la ventana de su edificio que da a un gran puente y a un islote en medio del río. Visor de cámara de por medio, la joven encuentra un mensaje en inglés escrito en la arena de la isla: "Help". Aquí comienza la unión de ambas historias, que desembocará en una amistad mediante cortos mensajes en inglés, que ella le manda a través de botellas y él responde escribiendo en la arena. Sólo banales frases para una comunicación que los irá acercando en medio de la tediosa civilización que sigue su curso.

Aguda crítica postmodernista, desenajenante alegoría contra el consumismo, la superficialidad, el materialismo. Punzante mirada sobre la alienación cibernética y sobre la soledad. Una bocanada de aire fresco a una idea inquietante, original, singularmente sorpresiva. Poética, surrealista y a la vez extremadamente actual. CASTAWAY ON THE MOON nos ofrece un exquisita fábula que abarca desde el primitivismo liberador hasta la noción de la propiedad privada. Desde la ventana de la joven Kim, -con referencias ineludible a La ventana indiscreta, una indiscreta ventana posmodernista del siglo XXI-, su nueva obsesión y su nueva porción de realidad se muestra a través de su teleobjetivo vouyerista, para intentar entender y ayudar a ese excéntrico hombre, no tan excéntrico como la imagen que ella misma representa, o tan iguales como los "normales" servidores de la sociedad.

El film naufraga, fluye, se ahoga y vuelve a la superficie a partir de la tragicomedia, de golpes de timón certeramente orquestados, con tiempos elípticos que nos movilizan en la vida del actual náufrago, pero que no nos deja descarrilar en un relato que se fortalece progresivamente hasta volverse tan sensorial, emotivo y reflexivo que no queremos salir de la isla, como tampoco lo desea el ex ejecutivo convertido en hombre libre. Es complicado imaginarse que tras los gags y situaciones absurdamente cómicas, uno logre posicionarse en la validación del film mediante un clímax que apela a la emoción, al drama, a la poesía.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Leonardo
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7
7 de febrero de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde Gomorra (2008) quizás esta sea la película más impactante de Matteo Garrone. Controvertido y provocador, el director italiano nos introduce en un relato cargado de tensión, y de una atmósfera inquietante, donde seguimos los pasos de un peluquero canino en un pequeño poblado cercano a Nápoles. Este personaje, magistralmente interpretado por Marcello Fonte, (que le permitió alzarse con el premio a mejor actor en Cannes) es el antihéroe perfecto, leal, honesto, servicial, humilde, pero lleva una doble vida y está involucrado en el consumo y venta de cocaína.

Su precaria existencia se complica al involucrarse con un violento gánster que lo llevará a situaciones extremas, mientras intenta y mejorar la relación con su hija de 9 años.
Tocando algunas cuerdas del neorrealismo, con diálogos y una puesta en escena que nos trasmite un tono humanista, auténtico y desolador, DOGMAN mantiene con pulso acelerado la dinámica de una historia oscura y marginal. Sus analogías entre la esencia de los animales y seres humanos están a la vista, alegorías algo obvias, pero verdaderas.

Garrone plantea desde su metáfora marginal, una sociedad que está lejos de alcanzar el horizonte de la esperanza. Teñido de paisajes y climas grises, húmedos, incómodos, atestados de violencia y resignación. Ante este contexto caótico y derrotero, Marcello tiene su único atisbo de luz en un viaje que desea realizar con su hija, unas vacaciones en el mar, escapar no sólo a su rutina penosa, sino a su existencia achatada por un techo que lo tiene de rodillas.

Más allá de todo lo que nos ofrece el film, con sus virtudes y falencias, es de visionado obligatorio por el magnetismo actoral de Fonte, pilar principal y fundamental de DOGMAN.
Leonardo
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8
7 de febrero de 2021
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de la aparición de la ganadora del Oscar "Parásitos", MEMORIES OF MURDER era sin duda de las mejores películas del director coreano. Basada en un hecho real sobre el primer asesino en serie de Corea, este thriller psicológico, retorcido por su característica de comedia negra y finalmente de drama, (mezclando géneros tan delicadamente como nos tiene acostumbrados Bong Joon-ho) fue visto en su momento en Corea por más de 5 millones de espectadores y se convirtió en todo un fenómeno social. 33 años después de los hechos reales (2019), que tuvieron lugar entre 1986 y 1991, Corea cree haber encontrado al asesino que inspiró el film, obras de teatro y literarias.

Más allá de la fuerza que cobra el film por abarcar un tema real (una condición extra y muchas veces que tienen a favor grandes o mediocres producciones, pero que al tratarse de hechos reales difícilmente dejen indiferente al espectador, al menos en mi caso) ésta película tiene un sin fin de matices que la ubican como una obra digna de ser analizada. Comencemos con su apartado estético: El director de fotografía Kim Hyung-koo no deja nada librado al azar en esta delicada y potente puesta cinematográfica. Hay planos y climas lumínicos que nos ubican en referencias al cine Noir, a ese conocido espacio del cine detectivesco de los 40. La lluvia, la noche, las siluetas (recordado el plano desde dentro del túnel donde percibimos la silueta del protagonista y el antagonista en un encuentro de climax), sumado a espacios visuales como el campo, construcciones, bares en decadencia, y la misma oficina y lugar de interrogatorio, nos sitúan en la que pareciera una estricta película genérica. Pero el director coreano siempre va un paso más allá con su definido estilo (que según el expresó en varias entrevistas nunca escribe pensando en esta conjunción de géneros, simplemente se dan), Memories of murder comienza siendo una comedia negra, con cierto matiz en lo grotesco, lo bufonesco, lo absurdo. Principalmente en la caracterización de sus personajes, esto se ve plasmado claramente en una de las escenas iniciales donde efectivos policiales llegan a la escena del crimen que está siendo torpemente contaminada y descuidada.

El film, continuando con su apartado narrativo, funciona como un reloj en su argumento, preciso e incisivo. El espectador no tiene otra opción que sumergirse cada vez más en un relato que nos enroca de género de manera tan sutil como necesaria, para sentirnos inmersos en un drama que no nos deja indiferentes, un thriller que ahonda progresivamente en la psicología del detective Park que lucha no sólo con encontrar el asesino, sino con encausar su eximia existencia, acompañado de un joven enviado de Seúl (Detective Seo) que funciona como opuesto y deja a la luz actividades de violencia y opresión en manos de los detectives locales contra los ingenuos y temerosos pobladores de la pequeña localidad. Es también una crítica a un sistema policial carente de regulación, donde se realizan manipulación de pruebas, violentos interrogatorios, con el mero propósito de acabar lo más rápido con casos sin importar los verdaderos culpables.

Tengamos en cuenta que el contexto (si bien esto no se manifiesta explícitamente en el film) es el de una transformación social y política extrema, durante las manifestaciones masivas que obligaron a la dictadura militar de los 60 a celebrar elecciones libres en 1987. Este es sólo el entorno en el que se sitúa el relato, un contexto que tiene una fuerte influencia en el accionar de los personajes, en los temores de una sociedad enfrentada a su pasado y presente. La sensación de vacío, impotencia de los personajes -y del espectador- frente a los abusos y la negligencia de un estado militar incapaz de garantizar la protección de sus ciudadanos, van dejando entrever la capa, cada vez más gruesa, de un fallido tejido social que sólo lleva a una inexorable sucesión de injusticias.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Leonardo
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7
1 de febrero de 2021
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director griego siempre provoca al espectador con su estilo tan singular de construir sus relatos cinematográficos. En THE LOBSTER nos posiciona ante un mundo distópico, sin entrar en encasillamientos rígidos de género, tragedia y comedia transitan de la mano. Lanthimos nos presenta una pregunta inicial: ¿Cómo sería el mundo si todos estaríamos obligados a vivir en pareja? En esta historia, con alta carga filosófica, la soledad está prohibida. Toda persona que se encuentre sola es encerrada en un hotel correctivo donde tiene 45 días para conseguir pareja, de lo contrario sufrirá una metamorfosis kafkiana convirtiéndose en el animal que elija. Lo interesante es la dualidad propuesta, por un lado la vida en pareja de la ciudad y por otro lado el confinamiento totalitario en un hotel, donde muchos solteros escapan al bosque, arriesgándose a ser literalmente cazados.

Quizás la segunda parte del film carezca de la fresca pureza con la que se nos presenta la premisa. En cierto punto parte del relato comienza a desestabilizarse y estancarse, lo que hace que el griego redunde en lo ya dicho. Sin embargo, la solidez interpretativa, y la poética visual hacen más ameno el transcurso de ciertos baches narrativos.

Amor y odio, se toma o se deja, Lanthimos no acepta espectadores a medias tintas. Su universo ofrece de modo demencial, complejo, instigador, reflexiones existenciales lejos de caer en un didactismo ejemplificador. The Lobster, llevándolo a un sitio interpretativo más terrenal, nos habla sobre el temor de la sociedad a la soledad, y el temor del solitario a la pareja. Hay un debate, entre muchos otros, sobre el impacto que causa la soledad, no para el solitario, sino para los otros. Quizás se vislumbre la figura del solitario como un ser pensante, peligroso, salvaje (ahí podría radicar la analogía de convertirse en animal) o tal vez no sometido a las reglas de comportamiento normalizador que produce la pareja. La soledad es un privilegio que no puede ser aceptado en una sociedad donde el control se basa en la vigilancia. Siempre es preferible arrear junto a la masa a la oveja apartada. Esa máxima de la sociedad que dicta que la institución de la pareja es más proclive a ser controlada. Es lo más normal, lo normal como seguro. Sin embargo, aquí se clava un profundo puñal a la romántica idea de la búsqueda de aquella otra mitad que nos complementa, sin la cual no podríamos sentirnos en nuestra totalidad.

Nos enfrentamos ante la indagación en el que quizás sea uno de los tópicos centrales de la película, la libertad. La censura social sobre las elecciones, el dedo acusador, la constante instigación de "ser" o "pertenecer" de acuerdo a una escala de valores infundados. Más allá de todo eso, la libertad lleva a la elección, y la elección lleva a aciertos y errores. Las barreras nos impulsan a tomar decisiones a veces impuestas, obligadas, y otras veces, impredecibles. Ante ciertas limitaciones y con la estricta obligación de conseguir pareja, ¿es posible enamorarse? Lanthimos en entrevistas planteaba que "Creo que si quería hacer un film romántico... No estoy seguro de si era intencional desde el puro principio, pero estoy seguro de que en algún momento de la escritura del guión se hizo intencional". Si, claramente es una película que en su extravagancia no escapa a la historia de amor. Pero es sabido que las películas del griego nunca se encaminan en una sola dirección. Por más cálido posicionamiento romántico siempre está presente la ironía, el cinismo y nos muestra el absurdo de las cosas más normales. Ese es el cine de Lanthimos, sin más vueltas de timón.

La ciudad, el hotel, el bosque (el adentro y el afuera o el afuera y el adentro) esa constante tensión que se debate durante todo el film. Con simbolismos freudianos, analogías a las grandes tragedias griegas, con claras referencias sartreanas, el film sin caer en lo presuntuoso, trabaja delicadamente tanto desde la técnica como en la narrativa, un relato que nos involucra al cien por ciento como espectadores activos. Este ensayo antropológico de nuestra realidad es retorcidamente inquietante y disfrutable, eso si... requiere más de un visionado.
Leonardo
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