Esta película la he visto recientemente en plena pandemia y aunque es del año 2009 viene ni que pintada para verla en estos tiempos difíciles que estamos pasando.

Es una película que trata sobre la incomunicación de las personas, en esta sociedad moderna del siglo XXI que hemos creado. Una sociedad que vive un ritmo desenfrenado, en la que las personas deben esforzarse al límite de sus posibilidades para mantener un "estatus" social en el engranaje del consumismo capitalista.
Cuando alguien no se adapta a estas condiciones, queda aislado del resto de la sociedad, apartado, recluido en una isla, incomunicado.

Lee Hey-jun utiliza a la perfección esta metáfora de la isla para describirnos esta incomunicación antes referida, y nos da una lección de como sobreponernos a este estado. Como el hombre despojado de todos los artificios superfluos y roles sociales, es capaz de vivir con su mera inteligencia y de adaptarse a su medio.
Pero ante todo nos dice que es necesaria esta comunicación perdida y que tenemos que parar el tiempo un instante para valorar lo que de verdad importa. Esta es la esperanza que nos ofrece Lee Hey-jun.

La película es un gozo para los sentidos, con una fotografía fabulosa y con una banda sonora acertadísima. Es una película que te cautiva desde su primer instante y no te suelta hasta el desenlace final que es para mi de los mejores finales que recuerdo haber visto nunca.
La interpretación del naufrago es inconmensurable y también de la chica.

En resumen: Una obra maestra a mi parecer del cine coreano de estos últimos años.

No desmerezco la película de Von Trier, que me impactó profundamente por su presentación realista y perturbadora, así como la admirable interpretación de Emily Watson.
Dicho esto me interesa destacar que no tiene nada que ver esta película con "Ordet " de Dreyer. No las comparemos por favor, aunque los directores fueran compatriotas. Si las comparamos podremos ver que distintos mensajes nos dan sus directores. Veamos:
En " Ordet", Dreyer nos muestra la fe ciega de un hombre en Dios. En ella el milagro es una consecuencia del amor en Dios. Para Dreyer Dios es la bondad infinita, la fé, el camino a seguir. El milagro no es una recompensa por dicho amor sino que surge por sí mismo como consecuencia de la fé.
En "Rompiendo las olas", Von Trier nos muestra las consecuencias de un ser oprimido por las creencias religiosas de la época y que se reflejan en la protagonista que busca una salida a dicha opresión en el amor a un hombre. El dios que nos presenta Von Trier es un dios vengativo y chantajista que castiga a los pecadores. La protagonista piensa bajo esta mala influencia religiosa, que su egoísmo es pecado y que su sacrificio salvará la vida de su amado. ¿ Que tiene que ver esto con "Ordet"?.
Técnicamente ambas películas son antagónicas en su forma. "Ordet" esta tratada de un modo teatral, naturalista con planos fijos, encuadres simétricos poco recargados, fotografía en blanco y negro excepcional. El director rehúye de efectismos artificiales. Quiere darle mas protagonismo a la palabra que a otra cosa.
Por el contrario Von Trier director por excelencia de la corriente " Dogma", nos muestra una película con golpes efectistas, emocionales y con constantes movimientos de cámara dándole al film un carácter documental.
No se puede decir que esta película de Von Trier sea un homenaje a Dreyer y a su obra maestra " Ordet " porque no se le parece en nada y si así se pretendiese seria un insulto a una de las joyas mas grandes del cine.
Por favor no frivolicemos sobre estos temas.
" Rompiendo las olas " es una película estupenda, muy bien interpretada, te hace sufrir, llorar y todo lo que quieras, pero nada comparable a "Ordet".

Me parece una película fallida en la forma, aunque no en su contenido.
Un tema tan importante como el abordaje del problema de conducta del protagonista, que por otro lado me parece que hace un papel interpretativo fabuloso, no se puede tratar tan superficialmente con la sucesión de escenas estridentes y repetitivas sin ahondar en las causas o motivos que las producen.
Viendo como se desarrolla la trama que en principio arranca decididamente provocativa, no consigue enganchar al espectador que espera algo más y que no llega en toda la película.
Poco que destacar que no sea la interpretación del protagonista y su compañero de hospital Edi.

Esta frase que el joven Ingemar repite varias veces a lo largo del film, nos da una idea de las diversos retos que éste tiene que salvar en su accidentada adolescencia; la enfermedad terminal de su madre, la ausencia de su padre tras una separación, el dolor por la perdida de su perrito, el sentimiento de culpabilidad que le invade al chico al no lograr transmitir a su madre enferma el amor que siente por ella.

Todo este sufrimiento que el chico tiene que afrontar ineludiblemente, viene ya predestinado y no lo puede remediar, a lo sumo comparar con otros sucesos de su época, como el de la perrita Laica abandonada a su trágico destino.

Como contrapunto a este drama, el director Lasse Hallström, equilibra la narración con una serie de secuencias divertidas y anecdóticas acontecidas en el ambiente familiar y entrañable del pueblecito donde Ingemar pasará largos periodos de tiempo y donde descubrirá el despertar de su adolescencia.

Una película que te asombra por la sencillez de su narración y que te hace reflexionar sobre lo inexorable de los acontecimientos que pueden llegar a ocurrir, ante los cuales, " siempre es bueno comparar".