Larga es en metraje la película de Ang Lee, que no en tiempo subjetivo, pues pasa volando, como inadvertidos los minutos a lo largo de esta redonda cinta con hondo mensaje sentimental y, porqué no decirlo, con gusto de clásico de cine.
El reunir en un solo filme la vieja fórmula del western, con sus paisajes, sus costumbres y personajes, con la moderna introducción de una temática gay, es en principio una arriesgadísima propuesta que el director Ang plasma con firmeza y pulso perfecto, pero a la vez con ternura y exquisita corrección amorosa. La historia de Ennis del Mar y Jack Twist despierta profundo dolor en unos espectadores que, en número no despreciable, terminan la proyección sollozando, como vi en la sala. Tal es la emoción que desprende la película, para la que los críticos han de reservar un pedestal en el olimpo del cinematógrafo.
No tiene la película nada de oportunista con los tiempos de relajación moral que corren, lo que refuerza el mensaje y procura un buen envejecimiento de la cinta, junto con otros clásicos del western. Tampoco es ramplona, lo cual se ha de decir por ser un tema delicado el que se trata. De este modo, el filme se adecua a otros como Los puentes de Madison, sin olvidar la estética del oeste, que lo acerca a películas de la talla de Río Rojo.
Mención concreta merecen los actores, desde la rudeza parca en palabras creada por Heath Ledger hasta la singular socarronería del personaje de Jake Gyllenhaal. Brilla también dentro de la película la interpretación de Michelle Williams, que construye el drama de su personaje con correctísima devoción. Eso sí, el proceso de doblaje le resta mucho interés.
En definitiva, es ésta una película del todo obligada para cualquier persona interesada en el buen cine, aunque sólo sea por ver una del oeste con otros ojos, lo cual parecía imposible. Sólo por esto, Ang Lee tiene el gran mérito de buscar algo nuevo en una era trillada por millonésima vez.

Sinceramente, siento pena. Siento pena de haber malgastado mi dinero en ver esta horrible película, que no cuenta nada, que no va a ningún lugar, que no hace gracia a pesar del bufoneo pijo de los protagonistas y que me hace sentir incluso capaz de hacer cine. Siento pena también por Segura, Toledo y Gutiérrez, que creo no se merecen trabajar en semejante esperpento. Y siento pena porque el sistema de ayuda al cine español permite que engendros de este calibre lleguen a adquirir dinero público.

Señores, un país se hace con cosas buenas. Buenos hospitales, buenas carreteras, buenos científicos, buenos artistas. ¿Realmente alguien piensa que es justo que el dinero de todos los españoles, de TVs públicas, ICO y otros organismos, se derroche de semejante modo? Así nos va a los españoles.