¿Por qué tenían que cagarla así? Tenían a Sean Connery, tenían la abadía, tenían la historia, lo tenían todo... hasta sexo tenían. Entonces, ¿por qué tuvieron que meter la pata de esa forma, cambiando el final, la única parte del libro que me hizo llorar? ¿Por qué tenían que cambiar el laberinto, convirtiendo una idea genial en una maraña de escaleras sin sentido? El laberinto y el final, dos cambios, dos errores. ¡Lo único que tenían que hacer era seguir lo que ya estaba escrito! Una ambientación lograda y un Sean Connery cautivador para una película que habría estado mucho mejor sin esos cambios estúpidos.

¿Es una comedia con regusto amargo, o es un drama con toques de comedia? Da igual, porque es una joya irrepetible. Nunca he tenido tantas ganas de abrazar a Jack Lemmon, y nunca he visto más guapa a Shirley MacLaine. Imprescindible.

Un cuento maravilloso que toca la fibra más sensible sin resultar sensiblero. Equilibrio perfectamente conseguido entre la comedia y lo pasteloso, que no empalaga pero sí enamora a grandes y pequeños. Película imprescindible, cuidada y preciosa.

Una joya que, pretenciosa a ratos y imitada hasta la saciedad, nos reveló una nueva forma de ver el mundo. Las secuelas son infumables, pero no castiguemos a esta película por ello. Se merece más consideración de la que habitualmente se le da. Buenos efectos especiales, una trama compleja y una estética cuidada hacen de esta película un futuro clásico de la ciencia ficción.

Y viendo esta película es como descubrimos que todos llevamos un cotilla obsesivo en nuestro interior. Nos pasamos la película dudando, dudando del protagonista y de nosotros. ¿Tiene razón, y su fijación está justificada? ¿O es, quizá, un pobre hombre aislado y aburrido que, debido a la frustración, se vuelve cotilla primero y paranoico después? ¿Hasta qué punto es normal nuestra necesidad de controlar las vidas ajenas? Todo un clásico, hay que verla.