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España España · Talavera
Críticas de Ktafalco
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Críticas 7
Críticas ordenadas por utilidad
3
28 de enero de 2012
23 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es mérito del director, sino del propio espectador quedar anclado en la butaca hasta el final. ¿A la espera de qué?; ¿tal vez de un giro brutal o simplemente paradójico en la historia que justifique tantas nominaciones?; ¿quizá de un momento que quede indeleblemente maracado en la mente para la posteridad? Al final, simple y triste desconsuelo. Nada nuevo bajo el sol de Hawai. Auténtica liberación cuando, con estupor, se alcanza la puerta de la calle.
Trama plúmbea e inconexa en la que se superponen dos historias que no tienen armonía (una, la principal, manida; otra, la de los primos, absolutamente superflua, mal contada y peor tratada); personajes que están de más (como el abuelo materno y el chico amigo de la hija, por ejemplo); un George Clooney absolutamente plano como un nuevo "cara de palo" pero sin la vis cómica y trágica, claro, del gran Buster Keaton; una música sosa que ni siquiera sirve para dar realce a las escenas o para integrarnos en el ambiente... Decepcionante.
Tal vez su mensaje se entienda en otros lares (USA) o, ¿por qué no?, también se entienda aquí entre cinéfilos sesudos o de pacotilla, según.
Me aburrí soberanamente. Y ya se sabe: si el aburrimiento es el beso de la muerte, Alexander Payne en esta ocasión logra, sin querer o queriendo (¡vaya usted a saber!), asesinar cualquier expectativa de entretenimiento placentero.
No sé... Tal vez sea culpa de quien suscribe; puede que mi coeficiente intelectual deje bastante que desear o que mi sensibilidad no esté a la altura de los tiempos que corren... En fin, revisaré "Entre copas" para resarcirme con el verdadero Alexander Payne.
Ktafalco
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2
27 de agosto de 2009
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si yo fuera Michael Mann y creyera en la resurrección de los muertos, estaría temiendo que llegara ese momento porque, visto lo visto, John Dillinger sin duda le descerrajaría dos tiros, a quemarropa, en su cabeza de chorlito.
La película no es un bodrio, sino un penoso engendro. Está hecha para el público estadounidense y, dentro de ese público, sólo para quien conozca las andanzas, venturas y desventuras de ese famoso atracador de bancos. La cinta sólo puede entenderse en parte, sólo en parte, por el veedor (espectador europeo, africano, asiático u oceánico) si antes se ha documentado sobre el tema. De otra forma, no es posible comprender nada.
Sin duda, John Dillinger vivió una vida vertiginosa y apuró sus días como quien se bebe una jarra de cerveza a grandes buches. Y también, sin duda y para desgracia de todos, Michael Mann ha pretendido realizar su película y presentarla al espectador en la forma y modo en que el legendario atracador consumía su existencia. Pero se pasa: el vértigo de esa vida se convierte en la cinta en una especie de esperpento espasmódico que no tiene ni pies ni cabeza y que dura una eternidad (al menos, cien veces lo que duró la vida de John).
Tanto desde el punto de vista narrativo como desde el punto de vista estético la película es mala de solemnidad. Si a ello añadimos un movimiento de cámara "parkinsoniano" y unos planos excesivamente cortos y planos, no extraña que todo sea un desastre. No exagero si digo que, a mitad de visionado, una amiga mía y quien suscribe se cambiaron a una butaca, situada cinco filas más atrás, porque sufrimos principios de mareo. Lo juro.
Todos los personajes son planos, absolutamente planos: chico duro -machista y superficial- y ya está (se echa de menos a un Humphrey Bogart diciendo las frases acabadas en "nena" que prodiga Johnny Deep), chica mona -sumisa y enamorada porque sí- y ya está, compinches reverentes y ya está, poli malo y poli bueno y ya está, tiroteos confusos y ya está, escenas (como la inicial) prácticamente incomprensibles por prisas innecesarias e incomprensibles y y está... Todo está y no aparece porque se da todo por supuesto.
Una lástima, además, que la cámara no repare un poco más en el vestuario que lucen los actores. Se intuye, aunque no se ve, que estaba más que cuidado.
Animo a todo aquel que esté a punto de comprar la entrada para ver esta historieta que cambie su decisión y vea "Pagafantas", sujeto que debe de ser amigo íntimo de Michael Mann.
Saludos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ktafalco
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10
7 de junio de 2013
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jacques Tati (Jacques Tatischeff) lo vio venir mucho antes de que muchísimos de nosotros naciéramos: la destrucción de las relaciones personales por imposición de unas reglas sociales absurdas que dicen -dicen- es el progreso.
El barrio que cuida el protagonista (sólo hace falta reparar en la escena en la que coloca un ladrillo de una pared ruinosa) muere frente a la sociedad del plástico: estulta, deshumanizada, artificial, reglada.
Sobran las palabras -debió entender- y por eso asistimos a una película casi muda y totalmente premonitoria.
Nostálgica, sensible, romántica y, en buena parte, triste, muy triste.
Gran película.
Me quedo con el barrio. Y volvería a él si aún pudiera.
Ktafalco
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9
25 de agosto de 2009
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta densa película (sí, densa, aunque parezca trivial) no puede ser entendida ni valorada como se merece a través de un solo visionado. Quien haya tenido el valor o, más bien, la curiosidad de verla al menos dos veces con el fin de desentrañar qué es lo que pretenden decirnos los irreverentes hermanos Coen sólo podrá concluir que es casi casi una obra maestra.
La película no es sino una atroz crítica al mundo de internet: a quien lo creó (la CIA) y a muchos de quienes lo utilizan como único medio de comunicarse o relacionarse con los demás. Estos últimos están representados por la estúpida egoísta que encarna Frances McDormand y el egoista paranoico George Clooney. Sólo cuando se entiende el mensaje, se entiende esta película en la que, a primera vista, el argumento parece ser absurdo, inconexo y críptico...
La "negatividad", la "autoestima" (¿quién no ha recibido en su buzón correos sobre temas tan manidos?), la mentira, la irrealidad, las frases "recurrentes" del mundo de los internautas son la causa, la explicación, la razón última de esta película. Y es que, para los Coen, el mundo real está un paso más allá de la puerta de cada casa; por el contrario, para muchos mortales, la "real irrealidad", la fantasía infantil, la vanalidad, el "rollo", el sexo, la seducción y lo aparente se muestra en todo su esplendor, en toda su dimensión, en las páginas de contactos, a un solo "click" del intro del teclado.
Todo es cutre en la película, todo. Hasta los componentes del mismísimo centro de inteligencia son cutres. Y describir la cutrez no sólo es arte, sino un difícil arte; en especial, cuando lo que se critica pertenece a la misma época en la uno vive y se desenvuelve.
Todos los personajes pagan las consecuencias por la pura inconsciencia de dos internautas rijosos, libidinosos y sandios. Hasta la CIA paga y se autoinculpa por esto de internet: "¿Qué hemos hecho", se pregunta el jefe de inteligencia. Nada tiene sentido... como ocurre en internet. Todo es un desastre porque todo fundamenta en la mentira... como pasa muchas veces en internet. Sólo el analista, el pobre Cox -víctima de unos "idiotas", de esa "alianza de gilipollas" contra la que luchó toda su "puta vida"-, merece respeto. Él y su futura ex mujer.
En fin... Es difícil de explicar, pero animo a todos aquellos que la hayan visto una sola vez a que la revisen sobre estas premisas.
Por lo demás: Brad Pitt genial en su personaje tan cándido como resuelto. John Malkovich sobrio y espléndido en su incrédula interpretación ("Pero, ¡qué coño!"; "Pero, ¡qué cojones!"...).
George Clooney desternillante en su interpretación de ese personaje mentiroso, egoísta, inseguro y, a la par, manipulador de los sentimientos ajenos.
Ktafalco
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2
3 de febrero de 2009
8 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras un comienzo más desconcertante que interesante todo se transforma en una auténtica patochada, más próxima al ambiente propio de una chacinería que al de una sala de cine.

La culpa no es de Will Smith (¡pobre hombre!), sino de la propia historia, que es menos que poco creíble: el intento del guionista por llegar al alma del espectador queda en una parodia que mueve a la risa.

¿Alguna virtud? Sí: tras el pase, los comentarios jocosos brotan de la misma manera que a Sancho le salían los refranes. Vamos, que lo mejor para quien pague empieza cuando comienzan los títulos de crédito. Lo digo como lo siento.

Saludos.
Ktafalco
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