No es exagerado afirmar que la obra de Dalton Trumbo es uno de los filmes más desgarradores de la pasada centuria. Puede debatirse si el ritmo de la película es el apropiado, si algunos actores están todo lo bien que deberían estar (aquí queda fuera de toda duda la labor del protagonista y del gran Donald Sutherland)... Pero el guión y el mensaje son tan duros como impecables. Si películas como Million Dollar Baby o Mar Adentro fueron aclamadas por la forma de tratar un tema tan complejo como el de la eutanasia, el caso de Johnny cogió su fusil directamente está fuera de categoría.

En el apartado técnico, cabe destacar el rotundo acierto del director a la hora de combinar las escenas en blanco y negro (aquellas que pertenecen a la cruda realidad del protagonista) con los coloridos recuerdos y pensamientos del pobre hombre. Mención aparte merece la magnífica utilización de la luz, especialmente en las escenas en blanco y negro y, más concretamente, una vez que entra en escena la misteriosa enfermera. Y, por supuesto, no hay que olvidar la profundidad de algunos de los diálogos.