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España España · Cáceres
Críticas de KraSti
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Críticas 19
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
6
10 de septiembre de 2013
3 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Mary Poppins? mejor os lo cuento con una historia que me contó mi bisnieto. Ahí va

ACTO 1. TELEFONILLO. LA CANCIÓN PROTESTA TE DETESTA.

- Apresúrate, no mas – dijo Napoleón Bonaparte.

Caminaban tres muchachos por una de las calles más abarrotada de una ciudad cuyo nombre no quiero acordarme, pero me lo acaba de recordar un señor calvo que pasaba por el parque donde con una pluma y vestimenta del siglo XII escribo esta historia, esa ciudad era Salamanca. Los jóvenes adolescentes que iban a protagonizar esta aventura era el pequeñajo y sabelotodo Juancarlos Borbón, el emocionalmente inestable Napoleón Bonaparte y Power Ranger negro, que tenía complejo de pene pequeño. Alguien les había alertado de que había una fiesta sorpresa de gente de su carrera, una fiesta a la que no habían sido invitados pero que, por supuesto, no se iban a perder.

- ¿Habéis visto a la piva nueva de clase? – preguntó Juancarlos Borbón.

- ¿La Patricia Hernando esa? – preguntó Power Ranger negro.

- Yes! – aclaró Juancarlos mientras el viento del levante zarandeaba sus piratas deportivos – ¡está buena, amor libre 4!

- ¡Repinche, la concha de mi hermana!, estuve enfermito y me lo perdí – se lamentó Bonaparte.

- Aquí es – dijo Juancarlos señalando a un vetusto edificio – pulsaré al azar el telefonillo ya que no sabemos donde mierdas es.

- ¡No hables así Juanca, carajo!

Por fin una voz tosca asomó del telefonillo vertiendo la duda sobre la identidad de los dedos que clavaron sus gritos en aquel botón.

- ¿Quién es?

- Una rosa y un clavel

- Abre la muralla

-¿Qué muralla?

- Una que vaya desde el monte hasta la playa.

- Pero si aquí no hay playa

- Vaya vaya

- ¿A dónde?

- Por qué no te callas.

- No ya en serio, venimos a la fiesta de Jesús, catequista.

- Subid.

ACTO 2. ESTANCIA. EUROVISIÓN ES UN TOSTÓN.

Tras eso, una puerta abierta, un pasillo despejado, globos y un tocadiscos exhalando una canción de Mecano, “Allí me colé y en tu fiesta me planté, cocacola para todos y algo de comer, mucha niña mona, pero ninguna sola, luces de colores lo pasaré bien”. Napoleón Bonaparte chasqueaba los dedos acompañando el ritmo, mientras que Juancarlos Borbón y Power Ranger Negro bailaban dando volteretas y agarrándose con las manos de tanto en tanto.

Al final del pasillo se abrieron dos estancias, a la izquierda se encontraba un solitario Fran Perea sentado en una cama desecha cantando y tocando una canción con melancólica voz. A la derecha una turba emitiendo molestos ruidos mientras aplaudían y reían las gracias a un joven con una camiseta de Auryn que estaba moviendo la axila imitando el sonido de un pedo. Ese muchacho marginado llamó primero la atención de nuestros protagonistas.
“El alba me sorprendió, contando las líneas de luz que deja tus persianas … no puedo dejar de mirar tu espalda rayada de sol y saber que estás a años luz siendo la chica de al lado” cantaba el desdichado.

- Pero hombre hombre hombre como vas a dormir ahí con to la solana – dijo Power Ranger mientras sus dos amigos tocaban las palmas.

- Pues yo veo una persiana y la mato – intervino Juancarlos mostrando su puño.

- Soy neutral con las persianas soy neutral – aclaró Napoleón encogiéndose de hombros.

Allí dejaron al desahuciado Fran Perea mientras cantaba con los ojos cerrados noseque de “mandar un email a la luna”. Por fin se asomaron a la otra sala abarrotada de gente, entre ellos visualizaron a una dama dotada de hermosura clandestina, con los tobillos desnudos. Esa chica de la habitación de al lado no era otra que Patricia Hernando. A Napoleón se le despegaba del pecho su corazón latino de sangre caliente. En una esquina el pianista de Cine de Barrio se puso a tocar el piano, Juancarlos Borbón cogió el saxofón y Salomé salió de debajo de una mesa cantando “Desde que llegaste ya no vivo llorando, vivo cantando, vivo soñando, solo te pido que me digas que está pasando, que estoy temblando de estar junto a ti” Todos se pusieron a bailar mientras Power Ranger gritaba “jey”. Napoleón se acercó en actitud de bailar con su enamorada, entonces el chico que zarandeaba su axila que ahora llamaban Escopeta se le adelantó y cogió en brazos a Patricia. La canción se paró de golpe, Chavela Vargas se puso a cantar algo triste, Napoleón bajó la cabeza.

- Tranquilo Napo – consoló Juan Carlos a su amigo.

- Vámonos de aquí brodel.


(sigue en en spoiler sin contar que Mary Poppins muere)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
KraSti
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4
30 de julio de 2013
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
PRÓLOGO

Año 60 después de Cloony. El Instituto Nisopotámico vivía años de férreo tiranismo, controlado de forma absoluta por ese señor de perilla elocuente e hipérboles en las orejas, un tal Vivas, que destinaba sus oraciones subordinadas para subyugar a sus pálidos y escuálidos alumnos. Atrás quedaron los años gloriosos en los cuales este instituto estaba a la vanguardia del distrito. Primero empezó la rivalidad sana entre los alumnos de lengua y física, los primeros guiados por Marisa (la novia de Joselito), y Lourdes Tabernero (que corregía muy bonito). Todo se definía por el espíritu deportivo: torneos de trivial, marcianitos, retos en el gueto, etc. Un día el profesor Vivas ganó las elecciones a director a base de iracundos discursos llenos de esputos culpando a los niños judíos y comunistas del crack de 1929, o 1927 para los amigos, ¡menudo crack! Quemó el pabellón de gimnasia y culpó a Marisa y sus discípulos de tal afrenta, fue encerrada en el Palomar. Comenzaba una etapa de odio, mandó a la clandestinidad a los chicos de Física, y puso a amigos suyos reptilianos en el equipo de Lengua, liderados por un no tan niño Simón. Convirtió la biblioteca en una sala de orgías y mandó a hacer cortometrajes deleznables.

ACTO 1. TIEMPO MUERTO

El profesor Hermida terminó su clase, los chicos salieron al recreo. Acostumbraban a pasar los minutos sentados en el mismo banco con unas bolsitas de gusanitos. Allí estaban cuatro inseparables amigos: Buggs Bunny, el chico pelirrojo de Farmacia de Guardia, Chewy y Jesús Bonilla con ropa de niño. En el banco de al lado el molesto Fran Perea tocaba la guitarra, en soledad, como siempre. En ese momento apareció Escopeta con un balón de baloncesto y cuatro alienígenas musculosos.

- ¿Qué hacéis perdedores? – dijo mientras le daba una colleja a Jesús Bonilla vestido de niño y le quitaba la bolsa de gusanitos.

- ¡Devuélvele la bolsa a mi amigo! – dijo Buggs Bunny mientras el chico pelirrojo de Farmacia de Guardia se sacaba una caquera.

- ¿Queréis la bolsa? ¿Os retamos a un partido de basketball? Si conseguís ganarnos os la devolvemos.

En ese momento apareció el profesor Hermida con una camiseta que ponía “tonto” y una flecha lateral que apuntaba casualmente a Jesús Bonilla vestido de niño.

- Dale la bolsa de gusanitos al chico, Escopeta.

- Vaya, vaya, pero si está aquí el profesor de pelo encrespado – un omnipotente Vivas había aparecido y le había dado una colleja a Hermida que le hizo saltar las gafas - ¿quieres que los pringaos de tus alumnos tengan los gusanitos? Pues consigue ganarnos el partido, si me ganas me iré del instituto

ACTO 2. EL PARTIDO DE LA VIDA.

Había mucho en juego, pero estaban en desventaja, los chicos de Vivas eran de otro planeta. Además Bugs y los chicos solo estaban cuatro, y necesitaban a alguien más. Intentaron reclutar al quinto, pasó toda la clase y al fin, cuando estaban desesperados entró en la pista el marginado y deforme Fran Perea, cogió el balón y todos quedaron anonadados, las esperanzas volvieron a acariciar los corazones.

La pista estaba a rebosar, pero la mayoría eran marcianos, el profesor Vivas había movido sus hilos para hacerlo. Sentado en el palco dio la señal para que comenzara el partido, Isaías, el árbitro, pitó el comienzo. Escopeta y los suyos superaban estratosféricamente a sus contrincantes, el equipo de Hermida apenas conseguía tocar el balón. Una de las veces Fran Perea consiguió sortear a los adversarios y pasó al chico pelirrojo de Farmacia de Guardia que estaba desmarcado, pero este se estaba sacando una caquera y recibió un pelotazo que le dejó semiinscosciente. Apenas quedaban tres minutos, entonces Chewy se puso a rapear unas improvisaciones mientras todos le miraban detenidamente y algunos comenzaban a aplaudir. Bugs Bunny aprovechó ese momento de distracción para subirse al marcador, que ese momento dibujaba Vivas 81 Hermida 2, y con una tiza cambió el resultado, poniendo Hermida 81, Vivas 2.

Chewy dejó de rapear, e Isaías pitó el final. Escopeta y los suyos se comenzaron a abrazar mientras Vivas reía a carcajadas. Entonces Hermida señaló al marcador y todos se dieron cuenta. Vivas comenzó a imprecar, sacó su ak 47 de debajo del sombrero de Miguel Cruz y comenzó a disparar hacia la pista, que fueron destinadas todas al cuerpo de Fran Perea. Acto seguido, montó con sus marcianos en un platillo volante y se fue para siempre. Mientras, una masa enfurecida liderada por Marisa penetró en la arena devolviendo la paz y la justicia al Instituto, y Fran Perea, Fran Perea murió.
KraSti
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7
20 de julio de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hipnótica cinta que aún brilla entre el polvo del tiempo y consigue que los vampiros, ridiculizados por el maltrato de las caricaturas deformes crepuscolianas, aún consigan asustar. Por ello, y por la propia evolución del cine me temo que el disfrute pleno de esta película está reservado a sus coetáneos. Un joven viaja a Transilvania para traer a un siniestro vampiro e instalarlo en su comunidad de vecinos. Como la historia que me contó un amigo …


ACTO 1. EL RUIDO

Nuestra historia comienza en la madrugada de un miércoles cualquiera en una pequeña barriada de alguna ciudad de Rhode Island. En el 1º B dormían como de costumbre Resines y su señora, el señor Bonilla vestido de mujer, cuando cerca de las 3 a.m un estridente ruido hizo temblar las paredes y los párpados de la pareja se enrollaron de golpe.

- Ya está otra vez el puto niño de los Vivas tocando la guitarra – dijo un iracundo Resines.
- No te pongas bravo, Antonio, es solo un crío – habló con voz conciliadora el señor Bonilla vestido de mujer mientras acariciaba el brazo de su enamorado.
- Ya podía tocar a otra hora, menudo Satanás, luego por el día no se le oye …
- Se llama Simón, Antonio, el pequeño Simón.

Ese bloque siempre había sido muy silencioso y confortable, pero desde hacía unos meses el ambiente había cambiado. Los Vivas se habían instalado en el 1º A, al principio parecían un matrimonio más, no demasiado sociable pero normal. El caso es que no tardaron en enrarecer sus comportamientos y comenzaron a resultar ser muy molestos en las madrugadas. Que si el señor Vivas se ponía a hacer bricolaje, que si la señora Vivas cocinaba con sus discos de Camela, que si el pequeño Simón se ponía a tocar la guitarra, a jugar a la Play, o a ver una peli latina, etc.

Una noche Resines y Bonilla vestido de mujer, que ese día estaba tan hermosa que derretiría todos los polos de Camy, invitaron a cenar a sus vecinos. No dejaba de sorprender el parecido del señor y la señora Vivas, incluso parecían la misma persona, una con falda larga, blusa y pelo largo, y otro con pantalones, jersey de pana y pelo corto. Los dos con estilizada barba y gafas. La señora Vivas estaba ayudando al señor Bonilla vestido de mujer a hacer la cena.

- Tu marido tiene una calva muy carismática – decía la señora Vivas mientras cortaba tomate.
- Sí, ha salido a su sobrino, su marido también tiene un ADN muy bonito – decía Bonilla mientras pelaba un ajo.
- ¿Le vas a echar eso a la comida? – preguntó la señora Vivas.
- Sí, siempre lo hago.

Las dos se miraron a los ojos, la tensión se podía cortar con un cuchillo de plástico, entonces entró el señor Vivas “vámonos de esta casa” dijo su señora, y cogieron al niño y salieron corriendo. Aquella madrugada sus vecinos hicieron más ruido que nunca.


ACTO 2. EL SILENCIO

Resines le dio un beso a su amado vestido de mujer y salió en bata a pedir explicaciones. Tras cinco golpes en la puerta Vivas le abrió vestido con una capa negra.

- ¿Os importaría dejarnos dormir? – preguntó sin pelo en la cabeza.
- ¿Os hemos molestado? Perdónanos por favor, pero pasa, pasa, no te quedes ahí – dijo Vivas mientras le inducía con la mano en la espalda a que entrara en la casa - ¿Quieres tomar algo?
- Me tomaría un Nestea, gracias.

Había entrado en un lúgubre salón iluminado con velas, y cruces boca abajo, en uno de los sillones estaba sentada la señora Vivas haciendo ganchillo mientras veía la Teletienda. Pero lo que más le llamó la atención a Resines fue que, justo en el centro, descansaban tres ataúdes de madera. Alarmado, preguntó señalando que era aquello, el señor Vivas tras una carcajada contestó.

- ¡Para ser vampiro hay que tener madera! – dijo mientras al fondo de la sala Robert Pattison hacía un redoble de tambores con la batería.

Entonces a lo lejos se oyó un grito que parecía el de un hombre vestido de mujer, y el pequeño Simón entró corriendo con la boca ensangrentada.

- ¿Qué has hecho Simón? – preguntó la señora Vivas mientras su marido continuaba riendo a carcajadas.
- Tenía hambre, como antes no cenamos … - dijo mientras encogía el cuello.
- ¡Ay mi pequeñajo! – habló la señora Vivas mientras daba a su hijo un beso en la frente – venga que tienes que lavarte los dientes, vamos a dejar a papi y al señor calvo hablar sus cosas.

Resines tenía los huesos petrificados por el miedo “¿So..sois vampiros?” dijo tartamudeando.

- ¡Sí! Y ¿sabes qué? ¡todavía no he cenado! – dijo mientras se acercaba despacio al tiempo que Resines se alejaba también despacio hasta rozar la pared con su espalda – por eso acabaré pronto contigo ya que tengo unas pizzas en el horno.

Acto seguido el señor Vivas acercó sus labios a los de Resines y chocaron sus labios durante unos segundos mientras Resines le acariciaba el hombro. Después Vivas se alejó riendo, mientras su victima se desparramaba hasta caer de rodillas entre seducido y aterrorizado. El vampiro entonces sacó del zapato un ak-47 y apuntó al pobre vecino. Sin esperar segundo abrió fuego, pero su poca destreza quedó patente cuando las balas, en vez de impactar contra su objetivo, comenzaron a chocar contra la pared, contra el techo, contra las estanterías, o contra el albino cuerpo de Robert Pattison.

- ¡Putas armas! – dijo mientras arrojaba la ak-47 al suelo.

[continúa en spoiler]
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
KraSti
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4
3 de julio de 2013
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
[los primeros capítulos están en la película "El pequeño ruiseñor"]

CAPÍTULO 3. Donde nos damos cuenta que la chatarra se oxida y que las canciones tristes son más largas que las alegres.

Marisa salió a tomarse unas copas con sus amigas por los bares de Madrid, la cosa estaba movida, eran los 80. Llevaba ocho años dando clases de historia en el Instituto Nisopotámico de Móstoles. Ese día solo quería relajarse, olvidar a los niños que le hacían la vida imposible. Disfrutó de un concierto que dieron los melenudos “Miguel Cruz y su Banda”. Una de las amigas quería un poco más de diversión “te hace un caballito, Marisa” le dijo. Marisa por contentar a su amiga accedió. “Este barrio lo controla el Batería, pasa buena mierda, y da buenas palizas”

- Hola, buscamos a “El Batería” – dijo Marisa a un siniestro hombrecito con capucha.
- Ahora está en el cine ¿Qué quieres? – contestó el hombre sin girarse.

Aquellas palabras resonaron en el cráneo de Marisa, fueron como un rayo de luz en sus neuronas. De pronto estaba en aquella aula, cantando, ante la mirada atónita del profesor Vivas.

- ¿Eres Joselito? – preguntó utilizando más el alma que sus cuerdas vocales.

Aquella figura encapuchada se giró y dejó al descubierto su rostro, un rostro enlosado con los años y las penas, pero que traspiraba una mirada de ruiseñor. “ ¡Marisi! “ dijo al tiempo que su fusionaban los dos en un abrazo.

- ¿Cuánto tiempo ha pasado? – decía Marisa - ¿dónde te has metido?, ¿por qué nunca me llamaste?

- ¡Ay mi campanera! – hablaba Joselito - ¡cuántas veces lo pensé! Verás, me secuestraron, me robaron mi niñez, me obligaron a hacer cosas horribles. Y cuando dejé de servirle para sus horrorosos planes se deshicieron de mí, me dieron una patada y acabé durmiendo en los bordillos sin saber muy bien quien era el que cantaba, dentro de ese televisor. Me robaron, Marisa, me robaron.


- Tranquilo José, aquí estoy yo, no volveremos a separarnos. ¿Te apetece que cantemos?

- No hay musicales de canciones tristes.

- Sí, ¿no has visto Bailar en la oscuridad del danes zumbao ese?

- Esa peli todavía no se ha hecho. Bueno a lo que vamos, Marisa, no nos desviemos. Verás, tengo un plan, y lo voy a llevar a cabo, ya lo tengo todo preparado.

- ¿De qué se trata?

- Marisa, no hay mayor tesoro que la vida, y eso es precisamente lo que me robaron esos masones. Aniquilaron mi juventud, y la vida es como una casa, sin los ladrillos de la juventud no puedes construir tu presente.

- Eres un poeta Joselito!

- Me gustan las redondillas

- Y … ¿qué piensas hacer?

- Recuperar mi juventud.


CAPÍTULO 4. Donde descubrimos que el tiempo no es oro

Joselito y Marisa galopaban a toda velocidad montados en sus caballos por el parque del Rodeo mientras sonaba de fondo una de Ennio Morricone. Habían pasado más 30 años desde aquel encuentro en un callejón de Madrid. Ahora habían llegado galopando a C City, ciudad famosa por sus abelardos y arroces inflados. Pero no habían venido a eso, necesitaban una fuerte suma de dinero para invertirlo en el proyecto de Joselito, y solo una persona podría aportar tal cantidad, una excéntrica millonaria, excompañera de trabajo de Marisa, que se hizo rica al echar la quiniela a media con sus alumnos, según se cuenta, mandó a asesinar a todos sus discípulos premiados para quedarse con todo el premio. Una vez consiguieron el oro, saliendo ya de ese centro de mármol, niños enjaulados y columnas dóricas alguien apareció en escena en su pony color rosa chicle, era el profesor Vivas y detrás cinco hombres de negro a caballo.

La persecución fue vertiginosa, atravesaron un puente de madera donde había un niño con una rama en la mano encadenado a la barandilla, los hombres de Vivas disparaban sin cesar, de pronto se encontraron con una vía donde se dibujaba un tren que venía velozmente. “Pasa rápido, Marisa”. El tren arrolló a tres de los perseguidores, solo pasó al otro lado el profesor Vivas y su pony. Continuaron trotando hasta que llegaron a una casina en medio del desierto. Marisa y Joselito se bajaron y apresuradamente golpearon en la puerta. Tres individuos abrieron, uno de semblante huraño y alienado, otro descalzado individuo que parecía estar en Venus, y un joven sin coleta.

Los hechos pasaron rápidamente, los tres jóvenes tan solo pudieron contemplar la escena. El profesor Vivas se bajó del pony con Ak-47 mientras reía.

- Estais muertos pendejos - dijo el profesor con acento de ciclo latino – Llegó vuestra hora pinches de mierda.
- Ay no me lo mate Jesús – decía Marisa arrodillándose – no me lo mate por la virgencita de Guadalupe.
- ¡Dispara ya boludo! – exclamó Joselito

Entonces una bala fue directa al corazón latino de Joselito, y luego otra y otra, su cuerpo inerte cayó a los brazos de Marisa llenándolo todo de tomate.

- ¡Llegó tu turno! – dijo Vivas apuntando a la otra víctima.

Pero justo en ese momento el cuerpo del profesor se desparramó por el suelo mientras de su frente salía una especie de jugo blanco, y comenzaba a emitir chispazos y cortocircuitos, y su voz se volvía robótica. Decenas de cables y chips quedaron al descubierto. A su lado un hombre cojito pero que existía, con pelo desgreñado y puro en el labio portaba una revolver del siglo XVII. Era Hermida junior, hijo del padre de Hermida.

- ¡Muere hijo de Pizarro! – dijo escupiendo al cadáver de carne y chatarra.

[termina en el spoler] ¡Abajo spoiler!
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
KraSti
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4
3 de julio de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
PRÓLOGO.

José de nombre, los que le conocíamos le llamábamos Joselito. Niño prodigio donde los haya, ya desde que jugaba a bote, botero con sus amigos del colegio cantaba saetas, y boleros de Tamara. Era un genio, y pronto sería contratado para hacer películas convirtiéndose en toda una celebridad de aquella España minusválida. Pequeñas obras como “Los dos golfillos”, “El pequeño coronel”, o esta que nos ocupa se convirtieron en invitados frecuentas de las familias de aquella época, y de la venidera. Luego llegó el desastre, Joselito volvió a ser José, y el tiempo se enemistó con él, hasta su trágica muerte. El mundo ya nunca sería el mismo. Mucho se ha escrito sobre Joselito, pero jamás se ha contado la verdadera realidad de los hechos, nunca, hasta ahora. Esta es una historia sobre tiempo, infelicidad, ruiseñores, y masturbación incontrolada.


CAPÍTULO 1. Donde descubrimos que la felicidad es un descubrimiento aún por descubrir.

Joselito se quedó castigado en la hora del recreo por bajarse los pantalones en misa. La clase estaba muda, él en una esquina, en la otra esquina su compañera de clase Marisi, también castigada por robar un examen, y al frente el omnipotente, perilloso y siempre puntiguado, profesor Vivas, más joven que de costumbre. Los pupitres poblados de libros y cuadernos desparramados, y junto al encerado la imagen de aquella avutarda, que con sus ojos fusilaba a los reclusos de aquella aula. El traqueteo del reloj resonaba por toda la habitación, como un compás. Entonces Marisi enderezó sus manos y comenzó a dar palmadas tratando de encontrar un ritmo. Joselito, giró su cabeza súbitamente, abrió su boca emplumada y comenzó a cantar “Por el camino del desierto …” El profesor Vivas, desconcertado, se subió encima de la mesa del profesor y comenzó a bailar. Se creó un clima de extraña magia que finalmente fue violado por el timbre de regreso a clase, Jose y Marisi sonrieron, el profesor Vivas miró a cada uno con rostro furioso e imprecó “Esto no quedará así”.

En la siguiente clase, todos atendían plácidamente al Padre Hermida, el profesor Vivas entró acompañado de unos señores de negro, trajeados y con gafas de sol. Con su mano señaló al muchacho y fueron a por él. Marisi se abalanzó, intentando sin éxito que no se llevaran a su amigo.

- Tranquila Marisi, volveré.
- Joselito, por favor, enviame un watsap cuando puedas.
- Vale, si no nos vemos, espero que todo te vaya bien.
- Sí, me convertiré en profesora de Historia y tendré un conflicto armado y sexual con una becaria encima de unos exámenes, como te dije.
- Eres un sol, Marisa, eres un sol.
- Corre, corre, Joselito.


CAPÍTULO 2. Donde descubrimos que la tristeza pare felicidad y la felicidad pare tristeza.

Lo que más le gustaba a Marisa era cantar con su amigo, siempre lo hacía, en el recreo, en el parque, en los recreativos, en clase de Lengua. Habían pasado tres años y su amigo no volvió a cantar con él. Hoy en la tele, después del NODO, ponían “El pequeño ruiseñor”, una película de un niño prodigio que cantaba como los ángeles, ese niño era su amigo, y como si estuvieran en el patio, Marisa (que era un solete) puso a cantar con él amarrada al televisor con una lágrima en el vientre. Jose no le llamó, estaba seguro que algo había pasado con su amigo, algo le habían hecho, su amigo nunca le abandonaría. Su amigo, su amigo …

Joselito salió más tarde ese día de su sesión de “aclimatización mental” Por la tarde rodaba, antes había asesinado a una de sus costureras, que le había entregado su pantaloncito arrugado. Antonio del Amo, con su sobrino, el pequeñajo y maligno Simón ese día le exigieron más de lo normal. Acabó agotado, y con ganas de matar, pero solo le dejaban matar tres personas al día.

Joselito llevaba mucho tiempo sin jugar a la pelota, sin recibir un abrazo. Los agentes de la CIA lo habían incluido en lo que más tarde se llamó Operación MK-Ultra, es decir, estaba inserto en un proceso de contaminación mental para influir en sus espectadores. Tenía exactamente 213 chips para alterar su comportamiento alojados en su cuerpo, pero ninguno en su corazón. Por muchos actos malévolos que hiciera no dejaba de sentir remordimiento, pena y nostalgia. Castraron su juventud, convirtiéndole en un pseudoniño de carne y metal profundamente infeliz, pero que era capaz de hacer feliz a millones de niños

[el resto de la historia está en la película "Saeta del ruiseñor"]
KraSti
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