Shyamalan vuelve a saber despertar en este filme ese sentimiento presente en el espectador durante todo el metraje, que hace preguntarte constantemente si habrá un giro de guión o ese momento clave de sus obras de más éxito, donde por fin se revelan los aspectos clave de la trama así como la verdadera condición de los personajes. Cuando se desata ese momento, caes en que lo has tenido presente durante toda la película sin haberte dado cuenta antes. Es entonces cuando se da ese golpe de efecto característico de este gran director que, tras perder la inspiración durante años, hace que puedas emplazar esta película entre sus obras maestras.

No es que como película merezca un 4, normalmente la puntuaría con más o menos un 6, ya que aunque es dinámica, no se hace nada aburrida y la fotografía es una de sus mejores características; a nivel de guion básicamente consiste en echar por tierra la película anterior. La película no sirve sino para dejar patente que J.J Abram salió descontento de las salas en 2017 y aquí vuelve a reconducir la saga por dónde a él le ha dado la gana. Se nota que en esta nueva trilogía no ha habido una persona detrás orquestándola (George Lucas) y cada cual ha hecho lo que le ha parecido, sin ningún tipo de control. En otras palabras, aunque las películas puedan ser más o menos aceptables individualmente, como conjunto dentro de la saga son plenamente deficientes.

Película muy entretenida, no es para menos, ya que prácticamente es un remake del episodio 4. No creo que nadie haya esperado esperado tantos años para ver de nuevo Star Wars en la gran pantalla sin nada nuevo ni ninguna novedad que ofrecer. Básicamente J.J Abram ha ido por el camino seguro haciendo una nueva adaptación de Una Nueva Esperanza. Esperanza que se desvanece con respecto a la nueva trilogía al ver la poca creatividad, no solo en el guion, sino incluso en las escenas de acción, donde no se aprecia ni una sola coreografía en combate de espadas láser merecedora de pertenecer a esta magnífica saga.

Uno de los mejores productos artísticos de aventuras espaciales que se haya hecho. El genio de Watanabe dota a esta serie de un contenido muy bien centrado en cada uno de sus personajes, con historias autoconclusivas que nunca aburren, y llenas de guiños al cine y otras obras de ciencia ficción.
La animación es exquisita, así como incluso el doblaje que realizaron en España es una obra de arte.
Visionado obligatorio para todo fan del cine y de la ciencia ficción.

No sé muy bien si la falta de pericia viene por parte del reparto, del montaje, de la dirección o tal vez de todo un poco, pues todavía en esa época faltarían más de 50 años para contar con los conocimientos necesarios en Hong Kong para producir una obra con el peso de "La Linterna Roja". Así pues, entre la falta de emoción y realismo en las actuaciones, los errores de raccord y las dificultades para hacer creíble la moraleja final nacida de forzados sucesos finales, hacen que por lo único que merezca la pena visualizar esta película, es por ver a un jovencísimo Bruce Lee en su primer papel como protagonista. Cosa nada desdeñable por otro lado.