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España España · Alicante
Críticas de PabloJ
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Críticas 11
Críticas ordenadas por utilidad
7
17 de octubre de 2018
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Godless podría tener un 9 y ser la mejor serie sobre western de la historia. Sin embargo, tiene algunos problemas:

Es una serie lenta en la que el argumento principal se alarga del primer al último capítulo mediante sucesos sin importancia. Aunque con personajes de tal calibre es posible crear entretenimiento sin mucho movimiento, lo cierto es que son varios los capítulos en los que tienes la sensación que no sólo no ha pasado nada que dé un poco de ajetreo a la serie, sino que tampoco se ha aprovechado para desarrollar mucho a los diferentes personajes.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
PabloJ
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7
15 de abril de 2015
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cronenberg habla de lo que le da la gana. Desde técnicas hipótesis sobre la telepatía al onanismo sobre ruedas. Desde una kafkiana narración sobre la metamorfosis a una cinta de gran profundidad psicológica protagonizada por Jung y Freud. Firme él mismo el libreto o no, nos ha contado sus historias a través de una gran amalgama de argumentos, cada cual más sorprendente y atípico, pero siempre desde su característica y singular diégesis cronenbergiana. Y es que la idiosincrasia narrativa del autor siempre se ha caracterizado por elementos como la ausencia del miedo a los tabúes, el uso del sexo como herramienta narrativa y no como algo ocioso y aleatorio, los sádicos clímax con los que le gusta poner punto y final a sus historias, o un tema principal que es en realidad el acrecentamiento o el nacimiento de un demente o de una o varias demencias. Siempre mezclando realidad con absurdidad, lógica con excentricismo.

Cronenberg habla de lo que le da la gana, y eso es lo que hace, de nuevo, en Maps to the Stars. Como no podía ser de otra manera, la historia de este largometraje gira en torno a su predilecta narración de la locura y sus variantes y consecuencias, en esta ocasión sirviéndose de Hollywood como entorno, causa, y motivo de algo de sorna (un Cronenberg que, siempre que ha podido, ha rehuído filmar en el país yanki, transportando todo lo preciso a los estudios en Canadá). Con la fórmula de vidas cruzadas, poco habitual en el autor, alecciona e ironiza sobre la vesania, la obsesión y el egoísmo de un niño creído de probable mímica bieberiana y de una actriz celosa y amargada, y de la inocencia de una desconocida y sorpresiva mujer y un chófer aspirante a actor/escritor, como los hay a millares por esos lares. Para ello David se sirve de sus platos típicos, las características anteriormente mencionadas, el menú habitual de la dieta diegética del autor. Este es el mayor punto fuerte de una película que no destaca por su ritmo vertiginoso ni por su atrapante intriga.

Todo ello con unas actuaciones fantásticas (incluso la de John Cusack). En la cúspide tenemos a Julianne Moore, uno de los principales motivos para ver la cinta, que brilla en un papel lleno de matices y personalidad con un resplandor tal que literalmente se come a todos los que se atrevan a compartir la pantalla con ella. También me veo obligado a destacar, quizás por un deber moral de justicia, la interpretación del odiado Robert Pattinson. Una vez más, con un nuevo y sólido argumento, nos vuelve a decir que aunque haya sido el protagonista de la archiconocida y criticada saga vampírica que catapultó súbitamente su carrera, que aunque haya sido el objeto de deseo de miles de fans gritonas e infantiles y un propósito mediático a nivel mundial, que a pesar de todo ello...vale como actor. Y no sólo eso, sino que resulta que incluso tiene mucha calidad (imprescindible verlo en The Rover).

Maps to the stars es, por tanto, una fábula puramente cronenbergiana, hecha, como la mayoría de su filmografía, para fans de su diégesis, siempre imperada por la originalidad, la mayor virtud de este cineasta. La coherencia del film es tal con respecto a su filmografía, divida en dos grandes grupos y separada por Spider, que los fans de éste se alegrarán al encontrarse con vestigios de su antigua filmografía. Incluso emplea y repite en varias ocasiones la palabra “flesh” (carne), quién sabe si como un autohomenaje a Videodrome. Y es que tras películas tan aptas para el público como Memorias del este o Una historia de violencia, se podría pensar que su cine estaba cambiando hacia un lado más convencional. Una mentira demostrada tras ver Maps to the Stars, que junto a Cosmpolis, gran incomprendida, nos demuestra cuán falaz es pensar que Cronenberg está dejando de ser Cronenberg.

http://12criticossinpiedad.blogspot.com.es
PabloJ
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2
3 de junio de 2015
7 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
No, Fredrick Zolla no protagoniza está película. En su lugar tenemos a Bradley Cooper y a Cint Eastwood tras las cámaras en una peli que también habría complacido mucho a Goebbels.

Clint Eastwood se hizo famoso como actor por hacer papeles de tipo duro. Sin embargo, en su carrera como director, no tardó en labrarse otro tipo de imagen. Desde Primavera en otoño (1973), y cada vez más con el paso de los años, ha dedicado algunas películas a defender, y de forma brillante, valores como la igualdad, el perdón, el amor, la empatía o el pacifismo. Esta aparente contradicción anda en la línea de su filiación política, y es que aunque es archiconocido su apoyo al Partido Republicano (decreciente con el paso de los años pero permanente hoy en día), también defiende el control de las armas, el matrimonio homosexual o el derecho al aborto, y ha critica guerras como la de Corea o Irak. Sin embargo, el director que nos aleccionó elegante y humildemente con Cartas desde Iwo Jima (2006) o Gran Torino (2008), se ha olvidado por completo de la empatía y el pacifismo para dirigir un homenaje a Chris Kyle, soldado estadounidense que asesinó a un mínimo de 160 personas en la guera de Irak y que se ganó recibió el apodo de "Leyenda".

American Sniper (importante conocer el título original, pues resume muy bien el largometraje) tiene escenas de acción bien rodadas, algún plano destacable y trata con decencia el tema de los horrores a los que se tiene que enfrentar un soldado a su vuelta a casa, ese combate que sigue continuando. Aquí acaba lo único bueno de una película que incluso supera a Cuando éramos soldados (2002) en desfachatez.

Por mucho que visiones la película desde una óptica antibelicista, lo cierto es que es una cinta que, aunque sea indirectamente, defiende la guerra de Irak, sirviéndose de la demagogia y el populismo como armas. Todo comienza cuando Chris Kyle, que parece un ingenuo, alguien que no es mal tipo, decide apuntarse a la guerra de Irak para "defender su país". Sin embargo, este enfermo disfrazado en la civilización es sólo una persona que busca una excusa para matar. De pequeño cazador de animales, de mayor no dudará en aprovechar la oportunidad para cazar humanos. En el transcurso del metraje se nos intenta convencer de lo bueno y justo que es Kyle vanagloriando constantemente un sentimiento: el cuidar de los amigos, de tus compañeros, incluso de los compatriotas que no conoces. Con esta excusa se intenta legitimar el comportamiento de Kyle, y por ende de todos los soldados americanos, incluso a la hora de justificar asesinatos. Pero la verdad es que este sentimiento es una de las principales características del fascismo, y no puede tener cabida en otra ideología.

Estos defectos, sin embargo, son de corte político, por lo que puede haber gente a la que le haya gustado esta cinta bien ejecutada que por algo se ha convertido en un éxito de taquilla en Estados Unidos. No obstante, objetivamente no estamos ante un buen filme. El guión tiene más problemas que un homosexual en Texas. Haciendo de la elipsis su arma principal, el ritmo es a veces tan elevado que aparecen personajes sin sentido y muchos acontecimientos se suceden rápido y sin explicación. Los personajes no son buenos ni están bien presentados (¿para qué decir que el antagonista es Sirio si no descubres más de su historia?). Además entra en tópicos tan manidos y sensacionalistas que el visionado termina resultando simplemente asqueroso. Se presenta a los "buenos" como portadores de la igualdad y la justicia y a los "malos" como demonios descendientes del averno. La dicotomización y la falta de empatía son tales que, más allá de alguna escena banal y poco efectiva, no se muestra el dolor de unas personas normales y corrientes que están sufriendo una guerra en la puerta de su casa . Es como si todos los irakíes viniesen de Mordor. Una película bélica digna debe ser antibélica, porque debe comprender la guerra y hablar de ella, de sus sentimientos, de sus consecuencias, y debe hacerlo con franqueza e inteligencia. El francotirador hace todo lo contrario. Olvídate de lo que viste en La delgada linea roja (1998), Platoon (1986) o Senderos de Gloria (1957).

El francotirador es un espectáculo barato, un ejercicio de demagogia, una película bélica miserable solo apta para militaristas, conservadores, cazadores y fascistas. Si eres de los que piensa que lo mejor que puedes hacer con una escopeta de perdigones es disparar a un animal, esta es tu película; si usas la cabeza para algo más que darle forma a tu cuerpo, entonces mejor que aproveches tu valioso tiempo con otra cosa. Puedes probar a darte cabezazos contra la pared, o aun mejor, si quieres ver una película bélica, reciente y competente, no lo dudes: Corazones de acero (2014). Incluso puedes probar con El único Superviviente (2013), cinta paralela a El francotirador que tiene todo de lo que ésta carece.

http://12criticossinpiedad.blogspot.com.es
PabloJ
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9
3 de junio de 2015
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras demostrar sus habilidades adaptando cómics con la infravalorada X-Men: Primera Generación (2011) y la más que plausible Kick-Ass (2010), Matthew Vaughn regresa a nuestras pantallas con otra historia traída del mundo de las viñetas: Secret Service. En esta ocasión se vuelve a alejar de los mutantes y los cómics mainstream para explorar otros tonos y otras historias. A excepción de su gran ópera prima Layer Cake (2004), vuelve a repetir el motus operandi que ha aplicado en sus proyectos, en el que a la dirección se suma un libreto firmado por él mismo (algo no muy habitual en el mundo de los blockbusters) y por Jane Goldman, además de su presencia en el apartado de producción. Gracias a esto y a su tremenda calidad como cineasta, Matthew Vaugnh sigue demostrando que sus películas tienen ese toque personal que permite diferenciarlo hasta el punto de ser lícito decir que hace cine de autor dentro del blockbuster. Uno de los pocos cineastas americanos, junto a Joss Whedon o Zack Snyder, que es capaz de juntar cómic y cine y convertirlo en arte.

Kinsgman: Servicio Secreto (2015) nos cuenta la historia de un joven sin rumbo en la vida (Taron Egerton) y un cuerpo ultasecreto de espionaje de excesiva profesionalidad del Gobierno Británico . Estos dos elementos, por supuesto, se cruzan en la historia, a manos de un agente interpretado por el siempre simpático Colin Firth, y más o menos ya podemos ir imaginando lo que pasa. En el cast también tenemos a una espléndida pareja de antagonistas, con un divertido y majestuosamente moderno Samuel L. Jackson como jefe y una Sofia Boutella como su eficiente guardaespaldas. La genialidad de la pareja antagonista, llevada más que nada por la interpretación de Jackson y la calidad del guión, es uno de los puntos más fuertes de la película. También destacan Mark Strong, Michael Cain y Mark Hamill (sí, Luke Skywalker. Yo ni me percaté al verla).

El desarrollo del argumento juega con las clásicas cintas de espías de traje y gabardina como James Bond; pero también con las del corte de Jason Bourne, Salt o incluso el nuevo Bourne de Daniel Craig, que se alejan de esa elegancia extrema y la sustituyen por acción marcial; además de películas como Los Juegos del Hambre, El Juego de Ender, La Prueba o X-Men, porque aunque evite caer en el melodrama y el amorío juvenil, nos habla de adolescentes o jóvenes en escuelas, competiciones, grupos y procesos de selección. Un proceso que además tiene algo de esa crueldad que tienen muchos de los procesos de selección de ciertos grupos gubernamentales de élite militar. Sin ir más lejos, la última e insensible prueba es muy parecida a lo que les obligaban a hacer a los aspirantes de las SS. También caben mencionar los cameos a de nuevo X-Men, con esa forma de despegar y funcionar de la nave, y a El Resplandor y la más que archifamosa escena de Jack, el hacha y la puerta blanca.

Vaughn vuelve a enseñarnos transiciones geniales, algo en lo que ya destacó con Layer Cake, y planos aéreos tan diligentes como los que filmó en Stardust (2007). Además de importar ese toque gamberro de Kick-Ass, Kingsman también se inspira en ésta filmando unas escenas de acción muy dinámicas (con trabajadas coreografías, rápidos cambios de plano, gusto por las amputaciones) cuyo tono en ocasiones de violencia extrema no le impide a Vaughn aprovechar esta misma violencia para hacer humor y darle también matices de comicidad (algo que hace también, por ejemplo, Quentin Tarantino). Especial relevancia tiene cierta escena situada por el desenlace, de la que no quiero contar mucho; solo diré que está filmada a modo de plano-secuencia y que lo que sucede te deja entre boquiabierto y molesto. Es precisamente la congruencia entre el cómo y el qué lo que la hace sencillamente espectacular. Algo que hace muy bien este director, por ejemplo también con la escena inicial, donde con únicamente planos ya nos dice lo secretas, exquisitas y lejanas que son las encomiendas de los Kingsman.

Una película divertida y más que recomendable para aquellos a los que les gusten los cómics, los cómics sin superhéroes, el cine comercial de calidad o simplemente el buen cine. Nada más y nada menos que lo nuevo de Matthew Vaughn.

http://12criticossinpiedad.blogspot.com.es/2015/06/kingsman-servicio-secreto.html
PabloJ
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8
21 de abril de 2015
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cada Diciembre, a manos del productor ejecutivo Frankin Leonard, se publica una lista llamada The Black List. Ésta recoge los guiones que más han gustado al resto de productores y estudios de Hollywood, pero que todavía no han sido avalados ni acogidos por ningún alma sedienta de dinero para que comience su producción. La iniciativa comenzó en 2004 y desde entonces ha ayudado a convertir en imagen y sonido a guiones de la talla de Chronicle, The Imitation Game, Looper, El Discurso del Rey, Prisioneros, Up In the Air e incluso Malditos Bastardos o Django Unchained. Whiplash se hizo posible gracias a dicha lista. Tras aparecer en la edición de 2012, el guión de Damien Chazelle se hizo con los apoyos necesarios para que, desde una versión reducida del guión original, el propio Chazelle pudiera rodar un cortometraje que triunfó en Sundance 2013, lo que conformó el interés definitivo de los estudios en su producción. Un año después, Whiplash estaba en los Oscars con críticas muy positivas a sus espaldas.

La cinta relata la historia de un joven batería llamado Andrew Newman y sus estudios en la escuela de jazz de mayor prestigio del país, abordando especialmente la relación entre Andrew y su feroz profesor, Terence Fletcher, interpretado por un J.K Simmons que está de once sobre diez, con una de esas actuaciones que trasciende el interpretar para convertirse en ser. Excepto secundarios de importancia eventual, prácticamente los únicos dos personajes de la película son el alumno y su profesor, que hace a su vez de antagonista narrativo (no tanto argumental, pues éste es más bien el propio Newman). Bajo un sistema pedagógico que bien podría tener como aforismo “La letra con sangre entra”, el vehemente profesor, en posición de dominancia total, adiestra a su empequeñecido alumno. Mediante intensas lecciones, el joven baterista Andrew Newman circulará por el mundo de la ambición desmedida, de la obsesión imbuida por el ego, para intentar lograr el hueco propósito de ser el mejor. Fletcher convierte rápidamente las ganas de superación de su alumno en una obsesión de tal calado que se sitúa por encima de cualquier prioridad en su vida. El personaje del maestro, por tanto, se aleja mucho del reiterado profesor o entrenador afable y comprensivo (podríamos decir que Terence Fletcher es la antítesis del adorable Señor Miyagi).

Ese es el tema principal de Whiplash. No la música, no la batería; la obsesión. Chazelle ha escogido apropiadamente el mundo de la música para desarrollarlo, pues este es un mundo doloroso, sobre todo cuando estás aprendiendo. Que se te abran las manos para poder llegar a los acordes del piano y de la guitarra, o que se te hagan constantemente heridas, ampollas y cayos en las palmas y los dedos debido al roce de las cuerdas o de las baquetas, duele. También es algo tenso, se toca en directo y con más gente. Además, es un mundo muy complejo. La música es una de las artes más técnicas que hay y, dado su carácter global, también tiene muchos aprendices, lo que hace que siempre exista alguien mejor. Por eso, hablar de la obsesión en la música, o en el deporte (algo a lo que estamos más acostumbrados a ver), es muy acertado para hacer un drama así. Si Newman, por ejemplo, hubiese querido ser el mejor fabricante de papel higiénico, habría salido una comedia.

Whiplash tiene un ritmo que, paradójicamente, podría adjetivarse como obsesivo, con un sentido del tempo propio de Dave Weckl. Con una elegante fotografía que combina oscuros como el negro y el marrón con algunos blancos y amarillos, y unos decorados que junto a las espléndidas escenas musicales, armonizan y aderezan cada plano, la cinta te atrapa de principio a fin al igual que la batería atrapa a Newman. Chazelle escribe y dirige Whiplash con una maestría propia de John Bohnam, otorgando a cada escena un aura que llega incluso a ser agobiante. El hecho de que prácticamente sólo haya dos personajes no hace sino que la sensación de asfixia sea mayor.

Sin embargo, Whiplash tiene carencias. No es “la película de los bateristas”, pues no retrata bien el instrumento. El sonido pregrabado te hace en ocasiones salir del filme. Pequeñas milésimas en los golpes, pequeños matices en los acentos, hacen que todo no sea siempre natural. La película tampoco te enseña nada de batería. Eso, sumado a la sutil pero abrumadora complejidad de las partituras de Andrew, hace que el espectador normal no sea consciente de lo realmente difícil que es lo que interpreta el joven baterista. Tampoco aparece ninguna caja sorda en toda la película ni se aprecia a Newman practicar ningún rudimento. Los rudimentos son básicos en la batería, pero especialmente en el jazz, y un batería obsesionado estaría todo el día practicándolos (incluso aporrearía la mesa con las manos a la hora de comer). Se ve que Andrew está todo el día con la batería u oyéndola, pero te lo muestra de forma muy limitada. Lo único que se salva parcialmente es la cuestión del tempo, a pesar de lo imperdonable de que no aparezca ni un maldito metrónomo en toda la cinta.

No obstante estas debilidades, Whiplash se merece ser denominada (y nominada) como una gran cinta, disfrutable y atrapante de principio a fin, tanto narrativa como musicalmente. El desenlace, tan correcto como auténtico, es de obra maestra. Categoría que raya Whiplash, pero que no consigue alcanzar. Mejor película que película sobre la batería, pero sin duda gran película de música y todavía mejor película sobre la obsesión.


Crítica de Pablo J Garcia para
http://12criticossinpiedad.blogspot.com.es
PabloJ
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