Desconocía la existencia de esta película, y la vi en familia, con mi mujer (59 años) y mis dos hijos (30 y 25 respectivamente). El comienzo prometía, parecía un “estudio” sobre sexo adolescente, más concretamente el descubrimiento de la sexualidad en una joven que manifiesta su tendencia sexual... Bien rodada, buenos diálogos, chicas guapas, cuerpos estupendos... De pronto aparece una escena de sexo explícito..., a los cinco minutos mi mujer, incómoda, se levanta del sofá y se va a dormir. Sin duda, la escena pecaba de exceso de metraje, pero mis hijos y yo la soportamos sin demasiado esfuerzo. La segunda escena de este tipo nos resultó también demasiado larga, embarazosa. Mis hijos, cosa rara siendo chicos, se levantaron y se fueron también. Porque resulta evidente que a la mayoría de los hombres no les desagradan las escenas lésbicas, de sexo entre mujeres. Forma parte de la erótica masculina, creo. Yo aguanté hasta el inicio de la tercera escena de este tipo, pero finalmente no puede más, apagué la tele y me fui a dormir... Habrá quien piense que soy un estrecho, o un pacato; pero no, nada de eso.
Al día siguiente comentamos la película de marras, las opiniones eran similares. Para contar lo que la película cuenta no hacen falta tantas y tan largas escenas de sexo lésbico. Es cuestión de sensibilidad y de lenguaje cinematográfico. ¿Se imaginan ustedes a Ennis Del Mar y Jack Twist en “Brokeback Mountain” (En terreno vedado, 2005) con las mismas escenas, palmaditas en las nalgas incluidas e idéntica duración? Personalmente, prefiero no hacerlo, porque la película de Ang Lee, sin ser una obra de arte, me gustó bastante...
Conste que no tengo ningún prejuicio contra el sexo en general, más bien todo lo contrario, me parece estupendo, necesario, bueno y saludable. Es por ello que al leer las críticas sobre la película me quedé a cuadros, ni entiendo ni comparto tantas alabanzas. Por mucha palabrería con que la adornen, la película se desenfrena, desbarra. Sin duda me encuentro entre los que Serguí Sánchez (La Razón, 2013), denomina “despistados” que asocian la película con “porno doméstico y provocativo”. El mismo crítico dice “pero en su pasión por definir la esencia del primer amor de una adolescente, (el director) nos regala un trozo de vida fascinante”. No te pases, Charles Boyer, que ya somos mayorcitos. Sinceramente, la frase me parece una majadería, con perdón. He de reconocer, sin embargo, que la fotografía y puesta en escena me agradó mucho, también las actrices, muy naturales, estupendas. Mas “La vida de Adèle” (2013) es lo que es, una película que en sus primeros minutos promete mucho, pero que bajo el título de “Adèle, la bollera” podría figurar entre las porno que se venden en algunas gasolineras sin que nadie se llame a escándalo. Eso sí, de porno fino... De ahí que contra la opinión cuasi generalizada de la crítica profesional la califique como “floja”, con un 3 y va que arde... Agur!