¿Cual es el propósito de una película de terror? Es una pregunta que admite muchas respuestas y entre ellas el denominador común tal vez sería, dar miedo. Ahora, si preguntamos ¿Qué hace buena a una película de terror? La cosa se complica. Verónica no inventa nada respecto al Insidious de turno – Jugar con la imaginación del espectador usando el espejo del baño, los sobresaltos por un simple saludo de una hermana, el reflejo en el televisor, la incapacidad de los personajes de reconocer un peligro inminente etc -. Es curioso como una película que en principio no tiene nada en especial con respecto a otras del mismo género, la etiqueta “basada en hechos reales” la alimenta de credibilidad. ¿Que las interpretaciones son buenas? Si ¿Que el ambiente que se crea es envolvente? Te lo compro ¿Que las actuaciones son reales? Por dios, a cualquiera de nosotros se nos cae un libro de la repisa tres veces seguidas y nos falta tiempo para salir del país.

Verónica cumple su propósito que es entretener dando miedo, ahora, esto no es “La bruja” (2015), aquí han necesitado todos los recursos característicos de los filmes de terror para lograr su fin, en particular, subir el volumen en el momento del susto. Comprensiblemente, al tocar una de las historias mas misteriosas sucedidas en España, la curiosidad por parte del espectador crece aunque no deje de ser una película simplemente correcta.

La idea en la que se basa Last Man on Earth gusta al público en general, un futuro en soledad que tendrá que experimentar la última persona viva, teóricamente .La serie aguanta hasta que la premisa se sobreexplota hasta un punto en que dicha condición deja de ser un aliciente. La agregación de nuevos personajes deja de ser un recurso visto como un soplo de aire fresco y se convierte en un tópico. Es por ello que a partir del final de la primera temporada comienza a decaer hasta morir por completo en una tercera absolutamente carente de ideas.

Los personajes tienen una evolución, en busca de revulsivos, que resulta en algunos momentos forzada – la locura de Melissa – y no llegan a lograr el giro argumental que se pretende. Por otro lado, la personalidad cargante y repetitiva y en ocasiones, excesivamente ñoña que dotan a la pareja principal, Tandy y Carol, hace que a veces la serie parezca que se parodie a si misma.
Es curioso que lo mejor, sean los únicos veinte minutos en los que se hace honor a su título, es decir, cuando Tandy está solo y nos muestran su vida sin reglas de lujo y desperdicio. A partir de ahí, cuesta abajo y sin frenos hasta llegar a un punto en el que los escasos minutos de duración de los episodios resultan incluso largos.