Reconozco que fui al cine con las expectativas por las nubes por todo lo que había visto (y sobre todo escuchado) sobre la película, pero lo cierto es que la realidad superó a las expectativas. Todas las escenas están rodadas con mimo y atención a lo que se hace, el director sabe perfectamente cómo atrapar la atención de los espectadores y enlaza las distintas partes de la película de manera brillante.

Las actuaciones de la pareja protagonista son estupendas, no me extrañará la nominación al Oscar de los dos protagonistas. Son absolutamente creíbles (en especial la de Emma Stone) y siempre muestran los sentimientos adecuados en cada uno de los momentos en los que se desarrolla la trama. Los secundarios aportan al desarrollo de la trama pero sin duda el peso principal de la película recae en Stone y Gosling.

Una razón fundamental para mi nota es la fotografía de la película, que es simplemente perfecta. Cada imagen y cada plano están perfectamente medidos, el director juega con los colores y nos hace que nos ilusionemos o decepcionemos sólo con ver un fotograma. Ya se atisbaban sus maneras en Whiplash y se confirman en esta película, sencillamente genial.

Y por último, la banda sonora. No se puede definir con palabras, hay que ver la película (y escucharla) para entender lo bien hilvanadas que están las canciones, bien coordinadas con la trama y lo poderoso de los números musicales, tanto los que tienen más ritmo como los más lentos.

Poco más se puede añadir ya, es una de las películas del año y parece que crítica y público están de acuerdo en encumbrarla, de manera completamente razonable.