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Críticas de Rosa Panadero
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Críticas 26
Críticas ordenadas por utilidad
5
20 de junio de 2019
35 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya estás moviéndote para ir a tu sala de cine a ver Men In Black International. Hay que ir para divertirse, porque eres un fan (un seguidor, no un “ventilador” inglés) y porque da igual tu edadismo: Chris Hemsworth para todas (que sí, el marido de Elsa Pataky, no el cuñao), Emma Thompson para darle caña a los machos alfa, Liam Neeson para deleite de los intelectuales, Tessa Thompson (Creed: La leyenda de Rocky, Thor: Ragnaroky Vengadores: Endgame) para emular el flower power de moda, Les Twins Bourgeois, los gemelos de moda que bailan de muerte... hasta El Rubius, sí, nuestro youtuber más glorioso, El Rubius tiene un cameo!!!
por Rosa Panadero

Lo de internacional viene porque es una peli en plan Misión Imposible, en escenarios de diferentes países para asegurarte allí las taquillas, pero en plan monótono, como de turismo en masa. Lo de sacar la Torre Eiffel —ya se vio en el incendio que Notre Dâme representa mucho mejor el alma francesa—, la noria gigante de Londres y tener una oficina en Nueva York no es lo más original en una peli “internacional”, y el zoco de Marrakech le da ese toque exótico-primitivo-déjà vu desde la perspectiva colonialista WASP de quien rueda la peli en Hollywood y tiene que integrar todas las culturas de forma democrática como si fuera un salón de Ikea.

Claro, dado que no es una peli de “segmento nicho” sino, más bien, de segmento masa, la diversión está garantizada con los chistes fáciles y el papel de fanfarrón del agente H que, dicho sea de paso, sólo enseña los pectorales una vez y no está tan entrenado como cuando era Thor. Pero da igual, mola el polvillo en suspensión en el zoco y recuerda escenas inspiradas (¿debería decir “copiadas”?) de la Guerra de las Galaxias: El Despertar de la Fuerza. Lo del neuralizador para borrar los recuerdos, siempre a mano para hacer borrón y cuenta nueva, debería venderse en El Corte Inglés.

Claro que a la agente M (Tessa Thompson) no se lo pondrán fácil en su periodo de becaria en pruebas, pero después de veinte minutos se sabe que se integrará perfectamente en los Men, aunque no sea la primera Woman en hacerlo.

Al parecer, la fórmula comercial de heroína hollywoodiense siempre va de la mano de un hombre, sea héroe consagrado (Chris Hemworth en Thor o MIB), o simple elemento de conexión (las tontadas del personaje masculino que interpreta Chris Pine no justifican su presencia frente a la descomunal Gal Gadot en WonderWoman), y además representando un rol masculino bastante imbecilizado. Conozco a muchos hombres con más neuronas y un sentido del humor más exquisito que los guiones simplones escritos para “ellos” cuando queremos que las protagonistas sean “ellas”. Puestos a reírnos desde la butaca, el realmente chistoso en la gran pantalla es Johny Deep como Jack Sparrow en Piratas del Caribe, los demás les viene grande lo de las ocurrencias graciosas en su script.

En fin, tras unos cuantos bichetes camuflados en software de 3D y un peón de ajedrez en busca de reina a la que servir (¿se podría poner fin a la servidumbre, por favor?), el malo queda al descubierto y todos felices y con perdices y tal.

Ahora el premio no es bodorrio o morreo con el apuesto galán con las neuronas en paro, ojo, estamos en el #MeToo y las chicas también estudian Ciencias, ahora el premio es un puestazo de lujo. El trabajo dignifica. Desgraciadamente, al tonto también lo ascienden. Es lo que tiene la mediocridad. De ahí lo de peli para las masas. Disfruta las palomitas, al menos.

http://www.yellowbreak.com/men-in-black-y-thor-aprendio-a-trabajar-con-mujeres/
Rosa Panadero
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9
2 de septiembre de 2020
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
De Gaulle. Difícil de imaginar a un hombre comiendo latas en un piso en Londres, capaz de transformar el mundo con tres frases: La France n´est pas seule. La France n´est pas seule. La France n´est pas seule. Exactamente lo mismo que ha dicho Emmanuel Macron en Beirut: Líbano no está solo. La misma idea expresó Kennedy en Berlín en 1963: Ich bin ein Berliner.

Lamber Wilson clava el personaje histórico que mejor encarna la valentía en un momento en el que por perder, lo tenía todo perdido.

En cierto modo, recuerda la decencia de los directores de Bureau des Légendes, Oficina de Infiltrados (Movistar), cuando dimiten al errar en decisiones que ponen en riesgo la vida de sus agentes en el exterior.

Es difícil de visualizar algo así en España, donde los errores personales y las negligencias profesionales se justifican poniendo a otros en la picota y negando lo que la hemeroteca corrobora con verdades inequívocas.

En De Gaulle no sólo se retrata al estadista capaz de construir un país que sus líderes entregaron gratis a Hitler. Esboza al padre de familia, al hombre que, lejos de creer en su unicidad, demuestra que los valores intangibles son lo único importante cuando uno se va a la cama. ¿De qué sirve meterse entre las sábanas si se ha firmado un armisticio-rendición con el invasor?

Algunos dormirán mejor que otros, sobre todo si se han exiliado a un paraíso. La otra opción es más dura: ¿de qué sirve esperar el día entero en un pasillo para dar un mensaje de quince minutos en la radio, desde un país extranjero? Se duerme peor. Y uno siente que sigue vivo, que no está muerto en vida.
A día de hoy resulta difícil imaginar el éxodo de franceses por los caminos y carreteras, entre bombas y caballos despanzurrados

Una dosis de realismo, de luces y claroscuros de una época memorable. Una época de cambio que, como la misma que vivimos ahora, ensalza a los héroes y hunde en el abismo a los miserables.

Cada uno debe enfrentar su propia responsabilidad y, en un filme de carácter muy francés, cada uno es responsable de sí mismo y del que tiene al lado: De Gaulle, del país que lleva a sus espaldas; su esposa Yvonne, de los tres hijos con los que huye; sus dos hijos mayores, de la hermana pequeña con síndrome de Down; hasta la criada, liberada de su trabajo, que seguirá a su servicio a pesar de la bombas.

Sólo con serenidad se puede vivir con esa actitud. “Uno para todos, y todos para uno”, hubiera escrito Dumas.

Hace ochenta años, en junio de 1940, Francia recuperó el orgullo con un frasco de cenizas y sangre que De Gaulle presentó a Churchill como única oferta.

Inspiró para que la resistencia iniciara la reconquista, avanzó una república más (la quinta) y reconstruyó un país de la ruina (estuvo tres décadas en el poder), y todo ello, siendo declarado desertor y desposeído de la nacionalidad. Un detalle del mariscal Pétain. Ejemplos como el suyo -el de De Gaulle– hay pocos en la historia.

Francia no está sola. Francia no está sola. Francia no está sola.
https://www.yellowbreak.com/cine-de-gaulle-francia-no-esta-sola/
Rosa Panadero
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9
2 de septiembre de 2020
10 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
A ver, que me llamo Rosa y me he casado cuatro veces con la misma persona. Por cuestiones burocráticas y validación de expedientes en el extranjero, todo hay que decirlo. Para firmar cuatro veces, con testigos y demás, hay que estar muy segur@ de lo que se hace. “¿Otra vez, maja?”, “Sí, sin problemas, sólo firmas, ya sabes”. Quien me conoce sabe que soy un delfín nadando en el mar de la burocracia, y también que no alcancé la felicidad.

La Rosa que interpreta Candela Peña ­-cómo me gusta su papel-, va por su primera boda y sólo tiene 45 tacos. Así que le saco cuatro bodas de ventaja y un año más en las alforjas.

Si has sido parte de una boda, como contrayente o espectador, sabes que no hay nada mejor como un bodorrio para que nadie escuche a nadie, un prodigio que no se ve en los vídeos de la familia bailando pasodobles cubata en mano. Por fortuna, en la peli de Iciar Bollaín la música la pone Rozalén y bailan Nathalie Poza, Sergi López, Ramón Barea y Paula Usero.

Quizá porque no nos escuchamos, no nos damos cuenta de que sólo somos una de dos: donors o takers, personas desinteresadas y otras, más que interesadas

Los desinteresados, los que actúan por el bien universal, son los que acaban peor. Seguramente irán al cielo por no haber sabido defender su trozo de libertad en nombre del sacrificio, pero su vida será como una gasolinera: abierta las 24 horas, con surtidor disponible, comida en el frigo de la tienda, y hasta tarjetas prepago para hacerse cargo hasta de las plantas del vecino. Los donors hacen todo por los demás. No saben decir que no.

Al personaje de Candela Peña le pasa eso: que cuando todos sus sacrificios se dan por hechos y nadie la escucha, decide que su vida no le pertenece.

En lugar de suicidarse, que sería lo típico, emprende una nueva vida. Liarse la manta a la cabeza. Ponerse el mundo por montera. A liarla parda. El único inconveniente es, como siempre, el novio, porque no hay. Bueno, sí hay novio, pero en la boda no cuenta. En una boda normal sería el que va al lado de la novia que luce su vestido de princesa. En La Boda de Rosa, el novio es un secundario.
¿Crees que un matrimonio es algo desinteresado, por amor? Pues sí, lo es si decides que te das y recibes todo tu amor

La única condición que se pone Rosa es simple: “Prometo amarme y respetarme todos los días de mi vida”. Ojo, que el juramento se las trae. Tracy McMillan, hija de una prostituta y de un traficante de drogas, se casó tres veces y las tres se divorció. Expuso su caso en TED Talk, donde dejó claro lo mismo que Iciar Bollaín en La Boda de Rosa: o te casas contigo mism@, o no te cases con nadie.

Alain de Botton da charlas sobre algo parecido: nuestros matrimonios fracasan porque proyectamos nuestros sueños en ellos sin ver la realidad, sin vernos a nosotros mismos.

Y cuando la química se pone al servicio de la crianza, la pareja la forman tres y uno de ellos con pañales, olvídate del seductor morning attack. El principio del fin de aquel “…todos los días de mi vida”.

Lo mejor de La Boda de Rosa es que salimos todos retratados: la hermana de la novia, egoísta siempre; el hermano de la novia, de vida egocéntrica; el padre de la novia, que no sabe qué hacer con su vida desde que se quedó viudo; la hija adulta de la novia, a la que le sienta fatal que su madre no esté disponible 24/7 para ayudarla con los gemelos; el novio de la novia, que no pinta nada (lo típico, vaya),… La única que verdaderamente brilla es…la novia.

https://www.yellowbreak.com/la-boda-de-rosa-candela-pena/
Rosa Panadero
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10
2 de septiembre de 2020
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una mujer joven, soltera y con tatuajes ejerce de Sigmund Freud con fez en una comedia digna de Woody Allen
por Rosa Panadero

¿Volverías a Túnez, donde prendió la mecha de la primavera árabe cuando el precio de la harina subió como el champán? Sería como participar en Los Juegos del Hambre.

Cuando una puerta se cierra, hay otra que se abre, y eso es lo que ve la psicoanalista Selma (Golshifteh Farahani), que regresa a su Túnez natal porque en París hay demasiada competición.

Cuando te has ido, ya no eres la misma persona que retorna. Regresar es reinventarse. Sin lastres que arrastrar y con una maleta de educación a la francesa, Selma va a echar una mano en una sociedad donde todo el mundo tiene problemas, pero nadie los reconoce.

Una mujer joven, soltera y con tatuajes, dispuesta a ejercer de Sigmund Freud con fez. Demasiada sofisticación para los tunecinos. Ya está Alá para todo, cortado a la medida de cada uno.
La inmunidad de rebaño implica no resolver los problemas

“Insha´Allah”, “Si Dios quiere”, es la respuesta para no ser responsable de nada. Las sociedades grupales ahogan la individualidad. Selma viene a dejarles fluir desde el interior.

Y tantas ganas hay de confesarse con alguien que las colas son enormes, proporcionales a la desidia burocrática que la ningunea. Los problemas sociales, políticos y económicos de Túnez no han mejorado desde el retrato de Un Verano en La Goulette: en ambas películas se respira la presión religiosa en este país, laico desde que se independizó.

No hay escena que no tenga miga: pacientes, familiares, funcionarios públicos y agentes de policía son arquetipos cómicos. Cuando la torpeza les bloquea, se escudan en el miedo al secuestro por los salafistas. De alguna forma viene a la mente María Barranco, agobiada por su terrorista chíita en Mujeres al borde de un ataque de nervios.

Sólo el imam es coherente con su vida y, por tanto, vilipendiado y sustituido en su mezquita. Y abandonado por su mujer por culpa de una teleserie turca. Lo de las teleseries turcas tiene su peso. Las escenas de Kivanc Tatlitug, el Brad Pitt otomano, han generado un turismo romántico del mundo árabe hacia el país del Bósforo. El enamoramiento en la pantalla permite seguir viviendo con las presiones que haga falta.
Llevar a Freud al Magreb es una mezcla extraña

Es muy difícil sobrevivir cuando todos se empeñan en que te estrelles y, al mismo tiempo, te necesitan. Los misfits, los desadaptados, son siempre los más recordados porque hacen evolucionar el mundo. El psicoanálisis transforma esta comedia costumbrista en el oasis de los sueños que todos quieren cumplir. Todo está en la mente. La representación de lo que somos, también.

https://www.yellowbreak.com/un-divan-en-tunez-el-psicoanalisis-a-la-turca/
Rosa Panadero
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7
4 de septiembre de 2020
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se dice que leemos los periódicos que refuerzan nuestras opiniones, por eso es tan difícil salir de la zona de confort y escuchar al otro sin prejuicios. Hagan la prueba, cambien en casa los roles y adopten los argumentos de su pareja, y su pareja los que usted defiende. A ver si nos entendemos así.

El run run mental es suficiente para que alimentemos la imagen del mundo que nos ayuda a seguir adelante.

En Regreso a Hope Gap hay tres historias, cada una nutrida por un personaje. Los vínculos emocionales son difíciles de establecer, no porque la distancia anglosajona sea mayor que la mediterránea, sino por el dolor que existe en cada uno de ellos.

Un divorcio siempre se dice que es un fracaso de los dos, aunque sea uno el que decante la situación (el otro calla o no ve, o no quiere ver, generalmente).

Aquí entra en escena el hijo adulto, que ya tiene bastante con su vida minimalista en Londres, como para volver a la casa vintage atestada de trastos para hacer de correo entre sus progenitores.

Impresionantes los exteriores de Seaford y Hope Gap, en Sussex. Insuficientes, sin embargo, para colmar la felicidad de una esposa acaparadora y un marido condescendiente con la vida que le ha tocado.

Tanto acantilado hace pensar que alguno acabará en un suicidio.

Como buenos hijos, no le podemos pedir nada a un padre o a una madre, más allá de ciertas guías para el trabajo o dinero los fines de semana hasta que nos independizamos.

Pedirle a una madre que no viva por su hijo, que se suicide si quiere dejar de vivir, que por él no se preocupe, es duro. Y además, junto al precipicio.

La decisión de vivir por uno mismo es individual. A veces es el progenitor el que no es capaz de cortar el cordón umbilical que le define como responsable de la criatura, y es la criatura la que nos da el empujoncito para saltar del nido.

O es la pareja que durante tres décadas ha aguantado su amargura en silencio, quien decide que ya es el momento de que vivamos felices en casas separadas. Siempre hay luz al final del túnel. Y felicidad elegida.

https://www.yellowbreak.com/regreso-a-hope-gap-hasta-en-sussex-se-divorcian/
Rosa Panadero
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