Un vestuario magnífico, una música maravillosa que hace soñar y uno se pregunta como una voz humana puede conseguir esos gorjeos; yo la encuentro sublime y me gusta volver a ver los números musicales... y la historia, no voy a decir que sea superintrigante, pero esta basada en hechos reales y justifica muy bien lo poco que se sabe de la gente de aquella ´época y sus costumbres.

No solo no tiene que ver con el magnífico relato de Edgar Allan Poe, y para colmo te desvela el misterio antes mismo de crearlo.

La inmensa parte de la película se pierde por otros derroteros, casi al final se produce UN asesinato, antes de perder el tiempo en crear un poco de misterio en como pudo haberse producido EL asesinato; el novio en un alarde de ingenio: Primero desvela el misterio y luego dice el porque era un misterio, increible forma de estropear ua buena historia.

Me ha encantado. Nunca había visto una película rusa de la época de los soviets, y pensé que sería propagandística y crítica contra el capitalismo etc. Bueno, que me picó la curiosidad de ver como sería; y todo lo contrario. La verdad que es dinámica y divertida, en todo caso una comedia.

Seguramente a causa de la idea que me había echo de lo que iba a esperar creía que de los tres ladrones sería el más pobre sería el que pagaría el pato. Bueno, no voy a contar más, hay que verla; porqué además el final me encantó.

Yo creo que es mucho mejor que cualquier comedia "occidental" de la época; ya que al final Charlot no deja de ser una serie de pantomimas, y aquí ya se ven uno hilo conductor más fuerte.

Es sorprendente como tempranamente van descubriendo todas las posibilidades que aporta el cine. Ya no solo la animación , sino la mezcla con la realidad, y otros mil efectos especiales aunque, como a veces ocurre hoy día el esceso hace que el resultado resulte bastante incomprensible. Aún así supongo que en su momento debió de asombrar. Ya no es solo el comienzo de la ficción, si no de la fantasía más alocada.

Nadie sabía que estaba pasando, ni la repercusión que tendría. Nadie presta atención a la cámara, y no hay ni miradas fugaces a ese artefacto, y por su puesto nadie hace un guiño ni aprovecha a mandar un saludo a su familia y amigos. Nadie volvería después a pasar delante de la cámara con la despreocupación absoluta con que esta gente lo hizo.