Ya puedes esperar, luego de sentarte cómodamente en tu butaca con tu cucurucho de palomitas dulces de maíz, que ocurra something en la reducida pantalla de cine que tendrás delante de tus ojos cuando empiece a rodar "Perfect Days" . . .

Cuando ya haya pasado la primera media hora de la tediosa primera media hora de este engendro, tú sabes bien que pasará algo importante.
Y lo sabes porque ya te has enterado que es una película premiada, y porque está compitiendo por el Oscar a mejor película no inglesa, y porque es muy raro que una peli tan premiada no pase nada.

Pues tócate los kinder.
En ésta peli experimentarás el arte de la paciencia en la butaca !
Y cuando estés ya harto de ver a un japo despertándose sin despertador, sino tan solo con la puntualidad del barrendero del barrio, de ver cómo este mismo japo se cepilla los piños, se enjuaga la boca, se seca con la misma toalla sucia y verlo introducirse en un mono azul de "limpiezas Tokio", y de ver que lo primero que hace cada día al salir de su palacete es gesticular y levantar la cabeza al cielo con una sonrisa Mona Lisa que es de un autista, justo antes de subirse a su carretilla con ruedas con una redbull en la mano, dirás . . . ¿ cuando cojines empieza la acción?

A partir de allí disfrutarás como loco de las imágenes de los mejores baños públicos de esa ciudad, incluyendo mingitorios varios, mientras se van incorporando algún que otro personaje secundario, que inexplicablemente desaparecerán pocos minutos más tarde, sin que puedas explicarte el porqué de su irrupción en la pantalla grande . . .

Al final de la peli, debido a que te habrás olvidado del puñetero nombre de la misma, lo primero que le preguntarás a quien esté a tu lado será : -" ¿Cómo diablos se llamaba esta película?"
Y cuando te respondan : "Perfect Days" , tú tirás : y qué diablos tiene que ver ese título con semejante vulgaridad de days . . . ?"

Porque la verdad, es que esta película no esconde ni una sola ironía que pueda relacionarse con su título.

Sea cual sea la peli que estén dando en la sala de al lado, entra.
Te lo pasarás mejor, y justificarás sin saber, lo invertido en palomitas . . .

Comienza como una peli blandita, típica de sobremesa de un domingo de invierno, con un acabado de llegar a un barrio elegante que está junto a un lago de esos perfectos, pero cargado de un alcoholismo que le está arruinando sus capacidades.

Sus vecinos son pocos, pero hay tres niñas que le hacen sentir ese abuelo (pero que nunca lo será, porque no tiene hijos) con mucha sabiduría que a todos nos gustaría tener.

La relación con Charlotte se va haciendo cada vez más y más cercana. Y los sueños de él demuestran que lo que siente por ella no es precisamente una amistad desinteresada : él se pone realmente "contento" cada vez que está cerca de ella, lo cual demuestra muy inteligentemente el director, yuxtaponiendo los momentos del perro relamiéndose su barriguita cada vez que Morgan Freeman haría lo mismo con su propia barriguita . . .

Los diálogos son los que marca la diferencia entre una peliculita de sobremesa y ésta película.
Las charlas que mantiene con la niña del medio, la de 10 años, son realmente inolvidables.

Grata sorpresa que acabo de "descubrir" 12 años más tarde de su estreno, pero por estas magias de m+, hoy me je dignado a disfrutala.

Me ha encantado.

Difícil representar en imágenes tantas inquietudes existenciales de un muchacho destinado a una vida de marinero, que sin embargo decide un buen día cambiar su destino y que, contra viento y marea, teniendo que renunciar a casi todo lo poco que tiene (allí solo lo sostiene su amor por Helena ), para dedicarse en cuerpo y alma a escribir.

Una película en la que puede verse el fracaso sentimental de un hombre que finalmente alcanza el triunfo de su vocación, en este caso, respaldada por un enorme esfuerzo personal, pero en el que nadie creía, ni siquiera su propia novia Helena.

Y es quizás allí donde reside lo más llamativo de la película, pues nadie de su entorno cree, ni mucho menos, que Martin Eden pueda ver publicado alguno de sus relatos. Todos lo ningunean, desde su cuñado y hermana (con quienes convive), hasta inclusive los padres de su novia, incluyendo además todo su entorno de amigos o conocidos.

Si tuviera que encontrar algún tipo de paralelismo con lo que yo he visto anteriormente, solo se me ocurre (aunque no tenga nada que ver en temática, ni en país), es a "Billy Elliot", sobre todo en lo que respecta a entorno laboral, entorno social y falta de apoyo familiar.

Es una buena película.

La excusa de Justine Triet para mostrar la carne cruda de una relación de pareja, ha sido la dudosa muerte de Samuel, su marido.

Las investigaciones policiales previas, que ocupan la primera hora de esta peli, no nos hacen presagiar la crueldad que nos espera a la vuelta de ese reloj.

Al igual que una miniprimer gigante, el fiscal tritura por un lado la imagen de una escritora alemana, reconocida por sus novelas, las cuales la describen tanto que hasta la justicia recurre a sus relatos como si fueran pruebas de su culpabilidad, y por otro lado, va enfriando poco a poco la relación existente con su hijo de 12 años.

Veo esta película como un hecho de "buen cine".
La mano firme de la directora se destaca muy por encima de su juventud, y me sorprendió muchas veces la claridad de ideas a lo largo del relato.

Sandra Hüller borda su trabajo. Por momentos parece que su impotencia ante tanta acusación, sale más allá de la pantalla y nos impacta.
El niño hace un trabajo notable, y al final, nos quedaremos con su imagen y su relato crucial.
Notable la tristeza que acaba provocando todo el proceso en un hijo que creía que todo estaba bien.

Me pregunto porqué la directora mantuvo los nombres de pila originales de cada actor, menos el del perro Snopp, cuyo nombre verdadero es "Messi" . . .

Inmensa.
Aunque en la Navidad de 1972 yo era un enano, recuerdo que la tragedia de los Andes se vivió y se sufrió en la Argentina, tanto como en Uruguay.

Dicha tragedia ha pasado a la historia como el hecho de supervivencia más grande del los últimos siglos.
Existiendo un antecedente tan bueno como "Viven" (1973-Frank Marshall), era absolutamente temerario volver a realizar otra peli sobre el tema.
Sobre todo porque requería un derroche de ingeniería cinematográfica notable. O sea, una superproducción.

Bayona realmente coge el toro por los cuernos, y se refugia con su cámara dentro del pequeño fuselaje de un Fairchild. Allí se mete, entre los ateridos cuerpos de más de 20 supervivientes, que sin comida, sin agua, sin ropa adecuada y sin experiencia, deben enfrentarse a tantas y tantas situaciones de muerte, que logra algo imposible : que tú seas parte de eso, del frío, de la convivencia cotidiana con la muerte, del hambre y de la desesperación.

No es solo una buena película. Es una experiencia de emociones fuertes. Pero de llanto, porque es imposible no sentirte parte de tantas emociones.
Porque Bayona no solo se acerca a la convivencia con la muerte, también se acerca con su cámara a las mejillas de los jóvenes supervivientes, y te permite sufrir hasta el dolor que están sufriendo esos actores en el mismo parpadear de sus ojos.

Se merece una estatuilla . . .