Bueno, Netflix ha considerado que con una temporada anual de Élite (supongo que seguirán emitiendo eso) no era suficiente, motivo por el cual ha sacado este spin-off. Esta es la conclusión más racional que he conseguido sacar vista la serie. Es normal que temas como el amor y las relaciones aparezcan en casi cualquier producto audiovisual, pero hay que valorar cómo y cuánto tiempo se les dedica. El cómo resulta cansino, adultos comportándose como adolescentes, pero es que es algo a lo que ya se nos tiene acostumbrados, llega el punto en el que lo único que pido es que no torpedee la trama hasta puntos que resultan absurdos, como dejar de lado el robo principal de forma absoluta. De todos los modos, eso se podría casi pasar por alto, pues ocurre con frecuencia en los productos de Netflix, lo que resulta más difícil de comprender es que los creadores accedan a quitarle a Berlin todos los rasgos que le hacían único, es decir, los rasgos que hacían de él un antihéroe. Parece ser que el personaje se olvida (será por su contagio de amor) de sus actitudes repulsivas hacia sus propios compañeros o hacia cualquier persona que le mirara mal. Alguna cosa hace que es moralmente reprobable, pero la gracia del personaje nacía de tener un código de valores muy personal sin dejar de ser una bomba de relojería, en La casa de papel intenta matar a compañeros suyos, a rehenes... En fin, que está Pedro Alonso, pero no Berlín, por mucho que el primero lo intente (bastante bien).
Alguna cosa hay positiva, la serie intenta implantar (principalmente en los primeros episodios) una estética distinta, y por momentos tiene gags que entiendo como parodia de sí mismos que no están mal.

Es inmortal, una de esas películas por las que el tiempo no pasa. La película es el retrato de un personaje, al que acabas profesando una especie de admiración difícil de explicar. Merece la pena, una película de otra época para personas de esta época. Es por este tipo de obras por lo que uno se adentra en el cine.

Esta película aborda el conflicto, el conflicto entre el triunfo artístico y el triunfo en la vida. Esta película te exige que te pongas en su lugar, que entiendas el anhelo de crear, que te abstraigas de lo actual, de lo cotidiano, del ritmo autoimpuesto que llevas y hagas un viaje hacia otro momento, aquel en el que todos parecíamos dispuestos a perseguir nuestros sueños hasta el final. No es un musical, es una decisión, por parte de los personajes, elegir cómo es su vida; por parte del espectador, elegir cómo la afronta. Siéntate y, con inocencia, contempla, no hagas nada más.

Esta serie abarca la fe. Ese es el tema central en torno al cual gira todo. Su director te presenta en un primer momento una cosa que va cambiando y transformándose poco a poco en otra muy distinta. Sorrentino capta, mediante su visión, la belleza de las contradicciones, la realidad entera, al menos la realidad entera en la visión de un personaje, por muy contradictorio que pueda parecer hablar en términos objetivos de lo subjetivo, o quizás la serie sea al revés, y se habla en términos subjetivos de lo objetivo. En todo caso, merece la pena iniciar una conversación verdadera (en este caso en forma de serie) sobre la fe, e iniciándola por donde se ha de comenzar: ¿estás siendo honesto? ¿qué constituye para ti una prueba?¿dudas?

Magnolia es la mejor obra de su director. La obra (maestra) que mejor entiende la vida, lo importante de la misma. Su visión es de esperanza, poniendo en valor la mayor obra de arte que jamás ha existido, cualquier vida humana, y el mejor artista, la casualidad o como quiera llamarlo usted. Sus primeros 10 minutos... son un preludio de las maravillosas horas (se hacen pocas) a las que va a hacer frente el espectador. Una experiencia transformadora.