One Tree Hill empieza como la típica serie de adolescentes en el instituto, algunos deportistas y ganadores, otros nerds y perdedores, luchas de ego, relaciones fugaces, y luego va tocando los conocidos temas conflictivos de adopción, celos, homosexualidad, promiscuidad, accidentes, drogas, problemas familiares, embarazos no deseados, etc.
Vale decir, es un verdadero conjunto de clichés repetidos hasta el hartazgo… sin embargo, tiene una esencia propia tan deliciosa y adictiva, una evolución en los personajes a lo largo de las temporadas, una fuerza en cada situación adversa, que hacen que uno no pueda esperar a ver el siguiente capítulo.
Increíblemente, el paso de la escuela a la adultez no resultó absurdo, sino por el contrario, muy interesante y bien llevado, con la aparición de nuevos personajes que cumplieron perfectamente.
Puede criticársele que hay situaciones forzadas y descabelladas, y vaya que las hay, pero no descompensan una serie que realmente exige ser vista, y también escuchada (su banda sonora está sumamente cuidada, apareciendo bandas y artistas under alternativas que realmente da gusto escuchar).
A pesar de tener 9 temporadas, se te pasarán volando por lo rápido que querrá ver capítulo tras capítulo.
Imperdible.

Tres años después de la desaparición de un vecino del edificio contiguo a una obra en construcción, que solicitaba a la empresa una indemnización por una grieta en la pared de su departamento, aparece una chica preguntando por él. Los arquitectos de la constructora, que en su momento le dieron muchas vueltas al asunto para no pagarle, se verán sorprendidos y preocupados, como si tuvieran algo que ocultar, lo cual abrirá el campo para que se desarrolle una cinta oscura, dramática y con una pincelada de misterio.
Ésta propuesta es sumamente interesante y recomendable, porque mantiene el suspenso (aunque con un poco de experiencia en este tipo de películas y prestando otro poco de atención, ya desde el principio estaba todo bastante claro). No se hace lenta ni pesada en ningún momento, las actuaciones son creíbles, los diálogos correctos, y el guión no presenta mayores baches argumentales. Presenta algunos saltos temporales, pero fáciles de seguir sin confundirse, lo cual la hace fluida, pero no lineal.
Todo muy simple, prolijo y bien logrado. Otro paso firme en el cine nacional, que evoluciona en este tipo de películas donde lo dramático e incluso siniestro, está presentado con profesionalismo, sin caer en el absurdo, como en tantos intentos fallidos anteriores.

Un empleado de una empresa informática, cansado del tránsito matutino, el maltrato de los jefes, la mala paga, la impresora que no funciona, la oficina abarrotada de gente en pequeños cubículos, y el mal clima laboral que sufría, y que repercutía en su vida incluso fuera del trabajo, acude a una sesión de hipnosis, y termina en modo "me importa todo un comino". A partir de entonces, comienza a hacer lo que se le antoja, como llegar tarde al trabajo, ignorar a los jefes, y hasta idea un plan con sus compañeros más cercanos para que los cuatro se vayan de la empresa, con una cierta cantidad de dinero mediante una estafa a la misma. Las cosas se les complicarán, y darán rienda suelta una comedia muy dinámica en la cual cada personaje, y cada situación, es vivo reflejo del estereotipo de personas y circunstancias que se viven en las grandes oficinas en la realidad.
Me cuesta creer que haya tantas personas acá que la hayan catalogado de "complaciente, light, blanda, con altibajos" y demás ridiculeces. Pareciera que una dijo eso, y las demás no tuvieron capacidad para pensar por sí mismas, y repitieron exactamente lo que puso la anterior. Es una cinta verdaderamente recomendable, divertida e incisiva. No tiene bajones en absoluto, las actuaciones son correctas (sumamente teatrales, como se hace en este tipo de comedias), algunas situaciones son hilarantes, y francamente se pasará un buen rato con una representación jocosa y crítica del trabajo de oficina.
A divertirse, gente.

La película nos muestra a un escritor, Daniel Montalvani, de unos sesenta y pico de años, oriundo de una localidad del interior de Buenos Aires, llamada Salas, que a los veinte años se alejó de la misma, para probar suerte en Europa. Recibe el Premio Nobel, y después de un tiempo, una invitación de la intendencia de su pueblo natal para nombrarlo ciudadano ilustre, y pasar una semana allí, dando charlas y demás.

Durante su estadía, vivirá situaciones bonitas y otras complicadas, tras encontrarse con su ex novia, viejos amigos, admiradores/as, y gente a la que no le caía del todo bien.
Se presentará, en este buen hombre, la dicotomía entre el cariño y la nostalgia hacia Salas, y también el rechazo a la manera “salvaje” y poco ilustrada de vida allí.

Se juega mucho con la psicología del personaje principal (con ideas muy ingeniosas y ética intachables por momentos, como totalmente reprobables en otros) y también con el costumbrismo del lugar, bien logrado en algunos casos, y tremendamente exagerados y grotescos en otros (por ejemplo, el personaje de Dadi Brieva, que es poco creíble y realmente intragable).

El resultado, es una cinta con un clima de drama bien llevado, y pinceladas de comedia que no me convencieron, pero que cortaron un poco la tensión casi constante que se presentó.

Recomendable, sí. Pero ninguna genialidad.

Recomendable por la crudeza de las situaciones, con contadas escenas de violencia explícita pero sin exceso de gore, lo cual la hará más o menos difícil de tragar según la susceptibilidad de cada uno.
Cualquier persona con un poco de humanidad, sentirá rechazo y repudio hacia los Puccio, que realizaban secuestros extorsivos para cobrar abundantes sumas de dinero, aunque siempre ejecutaban a sus víctimas, en vez de devolverlas sanas y salvas a sus familias.
La película hace mucho hincapié en la parte operativa, pero no en la psicológica, ni en la organizativa. Es una buena narración de hechos, pero de manera muy superficial, y no hay una explicación y profundización de los mismos.
Las actuaciones son aceptables, con un Guillermo Francella cuyos ojos de piedra, demostraban que nada le importaban los secuestrados, e incluso su familia… sólo el dinero.
Buena recreación de una historia real, que deja mucho para pensar acerca de las crueldades que la gente es capaz de hacer por ascender socialmente. Aún así, ninguna genialidad.