Esta película tenía todos los ingredientes, también literalmente, para preparar un buen plato que se pudiese servir fresco (y húmedo) y que fuese a la vez original y divertido. Sin embargo, durante la película, mi cara pasó de expresar una fugaz sonrisa los primeros minutos del filme, a total vergüenza ajena, descrédito y resignación ante la cantidad de humor del malo, mal gusto y machismo que aparece.

No me malinterpretéis, no me refiero a que me haya asustado ver tanto tema sexual implícito, porque sabía que la película lo trataría y tenía expectativas (pobre de mi) de que lo harían bien. Lo que me dejó impactada fue la cantidad de ''putas'', ''pollas'', ''guarras'' expresadas de forma gratuita que ocupan tantos momentos de la película y que son las coletillas más recurridas para hacer que la gente se ría. Algo así como el ''pedo'', ''culo'', ''caca'' al que muy acertadamente se referían en otra crítica.

Por otro lado, la historia, para mi gusto desordenada y con demasiados cortes, no te anima a seguir viéndola y a excepción del chicle, que fue el único por el que dibujé un sonrisa, todos los demás personajes son tan simples y fáciles como toda la película. Por último, qué decir del final, una ida de olla de los directores que no sabían cómo incorporar más momentos para intentar que la gente saliera del cine con muchas carcajadas, pero está claro que la cantidad no tiene nada que ver con la calidad. Y en esta película ni lo uno ni lo otro.