Esta historia precisaba de un protagonista que dotase al personaje del encanto necesario no sólo para hacer creíbles sus peripecias sino, para crear cierta simpatía o mínimo interés en el espectador hacia el protagonista. Pero Pattinson carece de cualquier atisbo de carisma o gracia y recurre a los mismos tics del vampiro brilli-brilli que lo catapultó a la fama. No transmite nada o cuando lo hace, es de manera confusa y cargante. No son sus hombros los adecuados para llevar el peso de un largometraje como este.

Por otro lado, el ritmo narrativo de la película es brusco, torpe. Como se ha comentado en otra crítica, los personajes pasan de una situación a otra sin transición ni explicación alguna. Esto sólo crea confusión y a la media hora me costaba esfuerzo no desconectar de la historia. Las situaciones supuestamente dramáticas no emocionan y el conjunto es más frío que el pescado muerto.

Las actrices son la gran baza del film pero poca cosa pueden hacer con personajes apenas desarrollados, exceptuando el de Thurman. Eso sí, tanto Ricci como Thurman en una espléndida madurez, lucen bellísimas. Kristin Scott-Thomas desaprovechadísima. Poco más.

El Lago Azul acabó de convertir a Brooke Shields en La Novia de América y catapultó a una efímera fama al debutante Christopher Atkins.

Está basada en el libro The Blue Lagoon, de Henry De Vere Stacpoole, que ya ha sido adaptado al cine en varias ocasiones.

Como dato curioso cuatro años más tarde de su estreno fue parodiada de forma hilarante en la película Top Secret (1984), tal fue su popularidad en los 80.

Retrata el tránsito a la adolescencia y los consiguientes furores hormonales de dos niños victorianos que sobreviven a un naufragio y quedan aislados durante años en una isla desierta del Océano Pacífico.

Está orientada al público adolescente y dirigida por Randall Kleiser de forma absolutamente edulcorada. Sus escenas eróticas, al gusto naïf de la época, levantaron bastante revuelo, aunque muchas fueron realizadas por una doble de cuerpo de la actriz principal.

La preciosa banda sonora de Basil Poledouris refuerza a la perfección las idílicas imágenes y la impresionante belleza de una Brooke Shields que tan sólo contaba 15 años cuando se rodó el film.

A destacar la presencia de los veteranos Leo McKern como Paddy Button (el marinero que salva a los niños) y William Daniels como tío Arthur.

Lo mejor de la película, además de la BSO, es la exquisita fotografía de Néstor Almendros, que obtuvo bellísimos planos del paisaje, la fauna y flora de las islas Fiji donde se fue rodada.

Lo peor: abstenerse alérgicos al almíbar.

Ideal para viajar a una isla paradisíaca con presupuesto de crisis.