(Aviso: es más una crítica sobre el director y para dar una serie de pistas sobre a quién le puede (dis)gustar su estilo que sobre la película, aunque trato de prestarle más atención que a las anteriores)

No son muchos los casos en los que las películas de un autor han sido vendidas de forma tan fraudulenta como ha venido sucediendo con Robert Eggers. Entiendo que esto es obra principalmente de algún departamento de marketing, el cual trata de dilucidar cuál es el género "mainstream" en el que mejor se puede encajonar una cinta y, a partir de ahí, genera un tráiler, una cartelería, etc. que sirvan de enganche para llevar a un sector del público a las salas. Pero hay casos que no pueden etiquetarse tan fácilmente usando el puñado de géneros con los que acostumbramos a clasificar el cine. Esta contradicción entre expectativas generadas y experiencia vivida frente a la pantalla conduce a la decepción. Yendo al caso concreto, "La bruja" se vendió como terror estándar, por lo que el fan acudió esperando sangre y/o sustos y no recibió ninguna. "El hombre del norte" se ha publicitado como una épica de aventuras y acción de corte vikingo, y tampoco es lo que la pelicula ofrece en su mayor parte. "El faro" no recuerdo cómo se anunció, pero tengo cero dudas de que pocos esperaban lo que iban a ver al entrar a la sala.

¿No es posible pues categorizar los films de Eggers? No diría yo eso, ya que no se trata de películas tan excéntricas ni inclasificables. Todas tienen elementos de los géneros que les fueron asignados. "El hombre del norte" es realmente una peli de vikingos, y tiene algo de aventura y de acción. También son comunes a todas sus obras los elementos de drama, de terror e incluso psicológicos. Más importantes y definitorios de su cine son la recreación histórica, cuidada al extremo, y la fantasía oscura. Es imposible para mí entenderle sin esto último, ya que, aunque he leído a mucha gente aplicar interpretaciones "materialistas" al desarrollo de sus tramas (mediante alucinaciones, fanatismo, simbolismo...), no encuentro ninguna satisfactoria; con todas ellas la estructura queda coja. La única salida es entender que en sus mundos lo sobrenatural existe, y es de una potencia tan arrebatadora y sombría que acaba siempre rompiendo en pedazos a los personajes, o arrastrándoles como una rama en la tormenta.

En cualquier caso, considero que hay dos categorías escasamente aplicadas al mundo del cine y que definen mejor lo que alguien puede esperar al enfrentarse al de este señor: la tragedia y el mito. O el mito trágico, si se quiere. Con la tragedia los paralelismos se perciben incluso desde la propia etimología griega, que parece remitir a los conceptos "canción" y "cabra", posiblemente por algún rito sacrificial realizado durante los festejos y por los coros que solían formar parte de las obras. Sobre la cabra no voy a realizar declaraciones (ejem), pero las canciones, recitaciones y ritos arcanos son omnipresentes en esta película. Esto se ve reforzado por el uso de diálogos un tanto ampulosos, de inspiración teatral. Más allá de eso, la historia de Amleth es una tragedia de principio a fin: su destino ha sido decidido por las nornas y no puede ser alterado, lo acepte de buen grado o no. Esta idea atraviesa todo el film; cuando nuestro vengativo príncipe flaquee, los dioses le levantarán; cuando intente apartarse de su camino, le recordarán quién es y para qué nació. El protagonista, como los héroes trágicos griegos, es un peón de crueles fuerzas superiores a él, y todo lo que puede hacer es abrazar su destino con estoicismo.

Sobre el mito, el otro género al que se adscribe toda su filmografía, lo más sorprendente, y que creo que desconcierta a algunas personas, es cómo combina lo sobrenatural con un respeto casi fanático a la verdad histórica. Como para sus otras obras, se sumergió en las fuentes y consultó a historiadoras. Y la comunidad especializada coincide: en este aspecto está a otro nivel respecto al resto del "cine vikingo". Pero este hecho convive con otro aparentemente contradictorio; que en los mundos que construye, las creencias populares se materializan y pasan a formar parte de él de forma tan real (aunque oculta) como la sangre y la mierda que todo lo cubren. Esto ocurre aquí con los elementos de la mitología nórdica, sucedía en "El faro" con las leyendas marineras y en "La bruja" con las supersticiones puritanas sobre la hechicería. Y es que, aunque se etiquetase como terror, el propio director ya la había definido mucho mejor en el subtítulo que le dio: "A New England Folktale".

Por último, géneros aparte, una película puede ser "buena" o simplemente gustar por muchas y muy diversas razones. Algunas de las más frecuentes y solicitadas suelen ser un ritmo trepidante, una trama inteligente y compleja, giros espectaculares de guion, acción y efectos especiales apabullantes, personajes carismáticos, ideas o planteamientos originales que rompan con lo establecido, chascarrillos ingeniosos (a menudo insertados en la acción, lo cual reconozco que me suele resultar insoportable), sustos si el género es terror, quizá cierto mensaje social... Pues bien, si creéis que una cinta debe tener su punto fuerte en alguna de estas características, NO vayáis a ver "El hombre del norte" ni ninguna otra obra del director. Muchas están absolutamente ausentes, como el humor, y el resto suelen ser secundarias.

Si, en cambio, disfrutáis de la creación de atmósferas que os transporten a otros tiempos y lugares mediante el uso de imágenes y música sobrecogedoras, si os interesa la historia y la mitología, si no buscáis concesión alguna a los personajes, o si tenéis querencia por estéticas y trasfondos sombríos, entonces dadle una oportunidad. Porque, como decían algunas críticas, su estilo no es para todo el mundo. Pero si las nornas tuvieron a bien entretejer en su urdimbre vuestro hilo junto al de este señor, no dudéis y afrontad vuestro destino. El Valhalla os espera.