Si la primera entrega fue un antes y un después, ésta fue un salto al futuro. James Cameron se supera en la segunda entrega de la saga, la última dirigida por él y la que realmente cierra la misma. El director rompe en este film con el clásico "segundas partes nunca fueron buenas", y además le hizo saber al mundo que los efectos digitales de calidad ya eran posibles.

El argumento está a medio camino entre un remake de la primera y una continuación de la misma. Mismo escenario, un héroe y un asesino venidos de la guerra futura, deberán salvar y asesinar rescpetivamente a John Connor, líder humano de la resistencia. En esta ocasión el salvador no será un humano sino un Terminator, giro de guión que dará pie a una immensa sorpresa y tensión en la primera media hora de cinta.

Con un guión casi a la altura del de la primera parte, y en ocasiones superándolo, sólo queda mencionar los increíbles efectos especiales de los que hace gala la película. A nivel técnico aún hoy sigue luciendo, y eso es decir mucho.

Para los más exigentes, encontrarán algunos errores sobretodo en algunos planos en los que se nota que no es Arnold el actor, sino su doble. Un pequeño error que podemos perdonarle al perfeccionista Cameron.

Por último decir que si podéis, visionar la versión extendida. Es mucho más completa, se explica mejor la relación entre el Terminator y los humanos, y también la degradación del T-1000.

Imprescindible, un 10!

Se dice que James Cameron soñó una noche con un hombre desnudo envuelto en llamas, y que su piel quemada dio paso a un esqueleto de metal. Así empieza a gestarse una idea que dará lugar a un antes y un después en el género del cyberpunk de la gran pantalla, Terminator, una película que se presentó como un film más de acción y en la que la propia productora no creía demasiado y terminó siendo una pieza de culto.

El argumento, quizás algo tópico ya en nuestros días (año 2011), no lo fue tanto en su momento. Una guerra en el futuro tendrá que decidirse en el presente, en el que el líder de la resistencia humana contra las máquinas y su mente pensante skynet, enviará al pasado a un soldado que deberá defender a su madre, que podría ser asesinada por un cyborg del futuro enviado también a través del tiempo.

El guión es intachable, no hay una frase sin sentido, y está lleno de contenido. Lo grande de este film es que la historia se cuenta a través de la acción, pero no es la acción en si misma. Observen sino la escena en la que Kyle le explica a Sarah como son los campos de concentración de las máquinas en el futuro.

Los efectos especiales fueron algo nunca visto hasta entonces, aunque hay que reconocer que en este aspecto la película ha envejecido muy mal. Aún así, no hay que dejar de valorar su aspecto técnico que sería totalmente pulido y renovado en la segunda entrega. Si a todo esto le acompaña una fabulosa banda sonora, metálica en su tono y tenebrosa en su marcha, obtenemos una de las mejores películas no sólo de la ciencia ficción, sino del cine en general.

Adaptar una novela, cómic, o cualquier otro formato a celuloide nunca es fácil, pero si se trata de Dragon Ball, es aún más difícil. Ni siquiera pensando esto podrá el fan consolarse, porque lo que tiene ante sí es, probablemente, la peor película jamás realizada.

La distancia entre el anime original y esta pseudo-adaptación es un abismo. No hay ningún personaje que se asemeje en lo más mínimo a lo que debería ser, la historia está retocada de manera nefasta, y el guión es sencillamente deleznable. Los efectos especiales, aunque pasables en algún punto, son de risa, en especial los cromas.

El presupuesto de esta película no era espectacular, pero podía hacerse, y debía hacerse, mejor. Una auténtica bofetada a la trascendencia del mundo de Goku.

Este film solo es apto para aquellos que no conozcan las aventuras escritas por Toriyama y quieran pasar un domingo por la tarde comiendo palomitas baratas, o para aquellos amantes del manga que quieran reírse (por aquello de no llorar).

En definitiva, una falta de respeto total hacia el mundo del cine y a los fans de Dragon Ball en particular. Para obtener este resultado, mejor no haberla filmado jamás.

Valga por delante que este film lo visioné por vez primera con 9 años de edad, en pleno fanatismo por la Super Nes y en concreto por el videojuego al que se intenta dar vida en este completo y maravilloso desastre que es Street Fighter, la última batalla.

Desastre, porque es sencillamente cutre. Una trama americanizada en la que Guile es el absoluto protagonista, encarnado por el pseudo-héroe de acción del momento, Van Damme, y que además ridiculiza a sus verdaderos protagonistas Ryu y Ken, dejándolos por timadores baratos. El guión es uno de los peores que he visto jamás, rozando la calidad de la peor comedia que os podáis imaginar.

Maravillosa, porque es tan mala y cutre, que se le coge cariño si eres amante del videojuego y de la acción de los años 90. Maravillosa porque se agradece el esfuerzo de meter a todos los personajes, aunque sea con calzador y deformando su historia e incluso su personalidad (Blanka es Charlie rellenado de veneno en una cápsula...por el doctor Dhalshim), maravillosa porque te hace reír de lo mala que es en lugar de hacer que te enfades, porque simplemente, te hace pasar un buen rato con tus amigos.

Un film que merece un uno o un dos, pero al que le pongo un seis por lo dicho, por cariño, y por ser ese tipo de basura que con los años recuerdas con una sonrisa y la vuelves a ver con los amigos, cosa que no pasará por ejemplo con DragonBall Evolution. Un seis por ser lo que es, basura de culto.

The Fighter, o de cómo un papel secundario se come la pantalla entera. Christian Bale consigue una de esas actuaciones que marcan para siempre. Lo de este actor ya no tiene nombre, de su capacidad para realizar diferentes tipos de papeles y mutar su cuerpo para ello, nos obsequia esta vez con el rol de un boxeador retirado que intenta ayudar a su hermano a conseguir lo que él nunca pudo: llegar a la cima.

La película en sí poco más ofrece, biografía de los hermanos Dicky y Micky, entregados al boxeo para llenar sus vidas y bolsillos y de paso darle un nombre al pueblo en el que viven.
Con un presupuesto "bajo", la cinta no es un alarde técnico puesto que tampoco es eso lo que pretende. Es una historia humana, con tintes de drama, que llega al corazón gracias a un muy buen guión, un buen montaje y sobretodo enormes actuaciones. Mark Wahlberg está estupendo, así como el resto del reparto, pero en momentos será difícil apreciarlo por el eclipse Bale.

En definitiva, una película entretenida, cautivadora no tanto por la historia, tópica en el género, sino por los personajes, que destilan carisma y profundidad en cada plano. Válida incluso para los que no disfruten del boxeo, pasará a la historia por el trabajado papel de Christian Bale.