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España España · Madrid
Críticas de Deckard
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Críticas 27
Críticas ordenadas por utilidad
4
17 de enero de 2022
29 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estirar el chicle cuando ya está muy masticado es una historia de final archisabido, pues carece de todo gusto y se rompe con facilidad, por pura fatiga. De igual manera resulta esta insípida y última entrega de la saga ‘Cazafantasmas: Más allá’, rehén en exceso de la nostalgia. Uno a veces se pregunta en qué piensan los guionistas de Hollywood, si es que están secos de ideas u obligados a repetirse sobre idénticos clichés hasta el extremo de parecer escenas ‘déjà vu’.

Me costó mucho aguantar hasta el final de la película, mala de solemnidad, sosa, aunque técnicamente muy buena, como sus trabajos de fotografía, efectos especiales, cámara, ambientación, etc. Pero con un auténtico horror de guion (estúpido sería quizá la calificación pertinente).

Que haya que anclar estas secuelas a las anteriores es lógico y necesario, pero que una niña de poco más de doce años esté familiarizada con la física y la ingeniería como si fuera un doctorado de la UPM o del MIT, resulta poco creíble, por muchos genes de Egon Spengler (un cazafantasmas original, de quien es nieta) que lleve. Como que un pequeño pueblo de Oklahoma (libre de explotaciones de esquisto) sufra continuos temblores sísmicos y su población lo asuma como si nada, es, simplemente, increíble. Pero que unos chicos destrocen casi medio pueblo (no digo más) y la policía poco más que les da una reprimenda, es insultar nuestra inteligencia, el sentido común y la ferocidad de las leyes americanas. ¿Un Callidac que funciona perfectamente después de casi treinta años parado, con batería, lleno de gasolina y unos amortiguadores de fábula? Por favor…

Habíamos visto a Carrie Coon (Callie en la película, hija de Egon Spengler) en un excelente papel de esos ‘hollywoodenses’ que tanto gustan ahora en la (mala) película canadiense “The Nest”, aunque aquí, como madre soltera, se la ve algo cansada, casi tan apática como se muestra Paul Rudd (elegido hombre más sexy de 2021 por la revista People), instalado en sus tics de tipo majo, encarnando a un profesor de escuela de verano muy jeta y, por supuesto, sismólogo (fracasado) de profesión. Actuaciones, en mi opinión, muy mediocres, lejos de aquéllas de Sigourney Weaver y de los originales Cazafantasmas (Bill Murray, Dan Aykroyd, Harold Ramis, y Ernie Hudson).

Los hijos de Callie, los niños Phoebe (Mckenna Grace, muy buen trabajo) y Trevor (Finn Wolfhard) son aquí los auténticos actores y actrices principales, y dan a esta continuación de historia un verdadero halo de fantasmada más allá de lo increíble (por supuesto) y de lo imaginable para una mente incluso muy fantasiosa que crea en leyendas de los sumerios. Hollywood es capaz de lo mejor (a veces) y de lo peor (como en este caso).

El verdadero homenaje en la película es para el actor Harold Ramis (personaje del Dr. Egon Spengler -padre de Callie y abuelo de Phoebe y Trevor), actor que murió realmente en 2014. Pero ¿qué significa en el epílogo los cameos de Sigourney Weaver y Bill Murray? (éste, tan indolente como siempre hasta el aburrimiento). Necesitamos cazafantasmas, por supuesto, porque en la vida real hay una auténtica plaga de seres que deberían ser metidos en una trampa y dejados ahí sine die, aunque la película dirigida por Jason Reitman (hijo de Ivan Reitman, el director de la película original), es totalmente prescindible o, si cedieras a la tentación de verla por añoranza, comprobarás que es inmediatamente evanescente.
Deckard
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3
8 de septiembre de 2019
32 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película no cuaja, el guión está plagado de fallos y es resuelto al final a base de casualidades, mientras el desarrollo de la trama central no se sostiene sin menospreciar al sentido común de los espectadores. Encuentro que el lenguaje cinematográfico es pobre, con hechos que no quedan bien definidos, oscuros, a los que hay que echar a veces mucha imaginación para darles sentido. La película se sostiene a duras penas por la tensión de una violencia soterrada que se libera al final, con un desenlace previsible. Lo mejor de la película es, sin duda, la interpretación del actor Enric Auquer, realmente buena. Por otro lado, no parece una de las grandes interpretaciones de Luis Tosar, a quien a mi me suele costar diferenciar al personaje del propio actor.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Deckard
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8
5 de noviembre de 2021
15 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hacer un comentario sobre el nuevo trabajo de Ridley Scott, director de películas como 'Blade Runner', 'Alien - el octavo pasajero', 'Thelma y Louise', o 'Gladiator', entre otras muchas muy buenas (sin olvidar 'Red de mentiras' o 'Prometheus'), tiene el riesgo de parecer un cretino si no es alabado, aunque me atreveré a hacer algunas críticas menores, o quizá no tanto.

'El último duelo' narra la sucesión de hechos hasta uno de los últimos duelos judiciales a muerte celebrados en Francia (en 1386), en los que se dirimía la acusación dando la razón al vencedor (hubo otros duelos de este tipo después, además de los frecuentes duelos de honor, pero el último duelo jurídico data realmente de 1547). Si bien no debemos revelar el argumento, la novela “The Last Duel: A True Story of Trial de Combat in Medieval France” de Eric Jager, en el que se basa el guion, está resumida en la Wikipedia por lo que, quienes odien saber anticipadamente el final del filme, no lo buscarán en Internet. Matt Damon (uno de los actores protagonistas), Ben Affleck (también actor secundario) y Nicole Holofcener han adaptado el libro de Jager, aunque al oscarizado dúo de guionistas del 'Indomable Will Hunting' puede que esta vez no le den el Oscar.

La película relata cómo llegaron a batirse en duelo a muerte en un frío diciembre de 1386 los antes amigos normandos, caballero Jean de Carrouges (Damon) y escudero Jacques Le Gris (Adam Driver, un trabajo estupendo). Los hechos transcurren en la Francia de la segunda mitad del siglo XIV y cuentan la historia real de la esposa de Jean de Carrouges, Marguerite (que encarna la inglesa Jodie Comer, un trabajo excepcional), quien acusa a Jacques Le Gris de haberla violado mientras su marido Jean batallaba en Escocia, encontrándose Marguerite sola en su castillo. A la progresivamente deteriorada relación entre de Carrouges y Le Gris se añade la acusación de violación, por lo que de Carrouges provocará que sea el mismo rey de Francia, Carlos VI (se sabe que estaba bastante loco, lo que facilitará entender la actuación de Alex Lawther), quien autoriza el duelo judicial a muerte entre ambos.

El trabajo de los actores es muy bueno, de todos, donde yo destacaría a Adam Driver y a Damon, aunque por encima de ellos, sin duda, está la excelente, perfecta, Jodie Comer (a quien también podemos ver en Free Guy). Sin olvidar a Ben Affleck (delgado y rubio), quien esta vez está bastante bien.

La película se estructura en tres partes esenciales narrando la misma historia, recreada desde la perspectiva de cada uno de los tres protagonistas esenciales, Jean, Jacques y Marguerite. Es éste un punto relevante del enfoque porque, si bien es interesante el planteamiento, resulta redundante y, de hecho, algunas escenas son un auténtico “déjà vu”, al repetirse dos y hasta tres veces. Gana la definición de los personajes, su visión particular de los mismos hechos, pero pierde la película en su conjunto pues, aunque se muestran ciertas diferencias entre las tres versiones, no parece justificada tanta reiteración.

Resulta importante resaltar cómo se muestra la Edad Media, con un vestuario y entornos muy creíbles, acciones bien rodadas, quizá esto sea de lo mejor de la película, cámaras digitales recogiendo desde el siglo XXI la interpretación de cómo debió ser aquel periodo de suciedad, enfermedades, crueldad, continuas luchas guerreras, pocos ricos señores y muchos pobres (todos los demás). Aquí se echa en falta en alguna escena a más extras, pues es poco creíble una caballería e infantería tan escasas.

Ridley Scott, o más bien sus guionistas, se han debido dejar arrastrar por la moda universal del “yo también soy feminista”, y más aún en Hollywood. Pasa lo mismo con las películas de temática antifranquista o de la República en nuestro país (que aburren ya sobremanera), con una reciente víctima en el gran Pedro Almodóvar, despojado de la nominación a mejor película extranjera a pesar de bailarle el agua al gobierno.

El guion y por ende toda la película, mira con unos ojos tramposos lo que ocurrió en la postrimería del siglo XIV. No debe resultar fácil entender la justicia, la injusticia, la sociedad, la influencia de la Iglesia, y el estatus de la mujer en aquel siglo medieval, no tanto porque Marguerite exprese la impotencia ante un agravio como su violación, pues tanto hoy día como entonces sigue siendo inaceptable y punible, sino porque aunque parezca hacerse un esfuerzo por lo contrario se nos da mascado, triturado, con el filtro actual, lo que ocurrió hasta aquel duelo en 1386. Que opine cada uno, pero lo que se juzgaba entonces no era exclusivamente la afrenta a una mujer (en sentido feminista) y a su honra, sino a la casa Carrouges y a todas las personas cuyo honor y dignidad quedaron manchadas por aquel acto. Resulta muy clarificadora la escena final, donde R. Scott parece mostrar, como algo injusto, al principal vencedor (que no es quien creemos), aunque lo que se decidía en aquel duelo no concernía solo a Marguerite, en un mundo donde el rol de las mujeres estaba tasado y la esposa se consideraba una procreadora y ‘propiedad’ de su señor.

Ridley Scott no necesita justificarse como defensor del feminismo en 2021, pues treinta años antes, en 1991, él mismo dirigió 'Thelma y Louise', una de las películas más feministas que se han rodado, con aquel final a lo ‘Dos hombres y un destino’.

Me gustó mucho 'El último duelo', con las salvedades apuntadas, porque soy fan de Ridley Scott. Me impresionó el trabajo de Jodie Comer, Adam Driver y Matt Damon, pero repetir tres veces casi lo mismo es demasiado, aunque haya razones, como es algo tramposo el anacronismo de simplificar la época medieval con las leyes y la sociedad de hoy. Una buena película feminista de Ridley Scott, pero no la mejor.
Deckard
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4
3 de mayo de 2022
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los guionistas de esta secuela se han vuelto locos, pero nosotros no. Hay buenas valoraciones a esta película por críticos de cine en reputadas publicaciones, pero unos maravillosos CGI, en ocasiones embarullados, no sostienen un guion extravagante que mezcla lo antiguo y ‘kitsch’ con los modernos multiversos de Marvel y DC. Parece que primero se decidió qué debía incluirse y, después, cómo.

Un auténtico bodrio cinético saltando de un universo estúpido a otro, como un hombre-araña volador cambiando la malla de ‘spider-man’ por un traje-chaqueta sobre la marcha (nanotecnología de cómic). En fin, reconozco que los iconos es lo que tienen, uno no ve lo que ve, sino lo que quiere ver o soñar, pero no entiendo (o sí, la pasta es la pasta) cómo actores de la talla de Benedict Cumberbatch, Alfred Molina, Andrew Garfield, Willem Dafoe, Marisa Tomei, Thomas Haden Church, o Jamie Foxx, entre otros, se prestan a estos pastiches que aportan poco al cine y lo convierten en una auténtica sucesión de imágenes bien generadas por ordenador, pero sin historia, sin emoción y sin alma. Tom Holland está bastante mal (mala elección que habrá que sufrir); mucho mejor su novia Zendaya y su amigo Ned (Jacob Batalon).

Tengo la sensación (seguramente errónea) que muchos críticos han valorado esta película sin verla realmente (era la Navidad de 2021 y había que hacer tiempo para comprar los regalos.) Las arañas no vuelan, tienen una gran cabeza y muchas patas. Aquí sobran patas, vuelos y falta cabeza y un buen actor principal.
Deckard
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8
30 de agosto de 2020
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al final de la película uno se sigue preguntando qué significa “Tenet”, con el alivio de haber dejado de escuchar una banda sonora atronadora que nos ha dejado en dos horas y media casi sordos, si bien no ciegos. Christopher Nolan, nos consta, no tiene un máster en física cuántica, como sí lo tiene Neil (Robert Pattinson), uno de sus enigmáticos agentes protagonistas. Como guionista, la impresión es que Nolan se ha pasado bastante esta vez (la ha escrito solo, sin su hermano). En todo este tinglado de idas y venidas, superagentes, y teletransportaciones exactas en el tiempo y el espacio, que nadie atisba cómo se logran, Nolan no ha escatimado en las escenas de acción, lo mejor de la película, de una perfección y acabado extraordinarias. Tenet sigue los pasos de Origen e Interstellar, aunque de las tres yo prefiero Interstellar, por sus interpretaciones y su guión excelente, casi poético, sobre el dios que todos llevamos dentro y la esperanza (qué pena aquellos efectos tan malos con los alerones cutres impropios de una producción así). Las actuaciones del protagonista y de los principales actores me han parecido excelentes, aunque yo destacaría a la mujer, Elizabeth Debicki. No es una película de ciencia-ficción, es una película de Nolan-ficción, con ficción exageradamente irracional y con muchas más pretensiones que mensaje y acabado; a fin de cuentas, parece una más de Bond, Nolan Bond. Recuerdo lo que decía aquel crítico de cine de hace muchos años, Alfonso Sánchez, “si una película no se entiende, el problema no es del espectador, sino del director”. Pues eso, ¿qué significa el palíndromo Tenet?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Deckard
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