La nada es peligrosa. Hasta que se vuelve algo y es interesante.
Cuando ya te vale el juego y la risa y descubres que hay una luz detrás. Y la luz es un sentido del humor personal que no busca aprobación.
Sin presupuesto, pero con un puñado de ideas arriesgadas y plasmadas claramente. Con los altibajos propios de quien no debiera tener nada que mostrar y seguro que carece de los medios para ello, pero aprovecha estas carencias y crea un universo propio.
Ojalá lleguen más pronto de este director. Necesitamos voces, y si se las puede dotar de presupuestos e industria, mejor.
De la otra manera ya contamos con lo mismo. Con lo de siempre.

Interesante Spielberg. Inspirado como hacía años.
Juguetón cual hermano Coen. Mostrando caras que hacía tiempo que no enseñaba. A su oficio se suma el cariño por el protagonista que tanto le hace brillar. También asoma el interés por el tema. El oficio aplicado a la intriga del asunto.
La fuerza en la puesta en escena para un guión en el que, esta vez, sí cree.
Qué gusto encontrarse con el maestro con ganas. Qué gusto.

Una película costumbrista con algo de realismo mágico y marionetas.
Caras y voces que se parecen demasiado entre ellas, no por pertenecer a muñecos si no por representar personas.
Maravillosa.

Necesitamos una estructura para crear mitos. Ellos traen merchandising.
El experimento no es cosa de Disney. Por eso compramos MARVEL. Por eso compramos Lucasfilm.
El esqueleto está creado y los huesos son los mismos. Dónde lleve ya no depende de lalanostalgia nostalgia como único motor. La estructura, que tampoco era nueva, ha de reinventarse en futuros episodios para brillar como un juguete nuevo.
Por ahora es un juego de equilibrios entre lo visto, que no defraude, y lo futuro le, que enganche a otros.
Y, como tal, ha de ir matando al padre para dejar que los hijos se lleven la historia a casa. A una galaxia más cercana.