Desde tiempos de La delgada línea roja que no tenía la sensación de haber tirado el dinero a la basura de esta forma tan escandalosa. ¿Cómo es posible que haya ganado la batalla de los Oscar? Incomprensible.
Inconexa. Sin origen y sin destino. Sin guión y sin final. ¿Qué cuenta esta bazofia? ¿Que es muy dura la guerra? ¿Que hay que tenerlos cuadrados para desactivar bombas? Hay tantas y tantas películas bélicas infinitamente superiores a ésta que hasta no merece perder el tiempo escribiendo.
¡Qué mal está Hollywood para que esto gane algún premio! Que les pasen una copia de Celda 211, a ver si aprenden algo...

Scorsese consigue sumergir al espectador en una tela de araña que induce a pensar que el guión falla, que las interpretaciones cojean o que el mismo director ha tomado una sobredosis de los fármacos que suministran en la isla. Pero, ¡atención!, porque nada más lejos de la realidad: la media hora final consigue transportarte a la dimensión oculta tras esos teóricamente mal llevados asuntos, haciendote dudar de todo y reconduciendo la verdad del asunto hacia la desembocadura de un río lleno de lodo y recodos. A un gran DiCaprio hay que sumar una ajustadísima interpretación del siempre genial Ben Kingsley y los bocados de calidad del inmenso Max von Sidow. Fotografía muy lograda que logra dar ese tono tétrico a la obra. Y la música, en la misma onda de El cabo del miedo. Una obra maestra.