El arte de pasar de todo (2011) es la opera prima de Gavin Wiesen y precisamente por ser la primera no ha querido ofrecer una pretensión más allá de lo necesario. Una historia de amor adolescente, de chico solitario y melancólico con chica guapa, rica y popular. No más. Pero suficiente para encandilar.

Los jovencísimos actores Freddie Highmore y Emma Roberts llevan el peso del film con maestría. El papel protagonista de Highmore es interpretado a la perfección. Una voz suave, bajita, titubeando cuando la situación lo requiere. Unos primeros planos de esos ojos nítidos, transparentes y llorosos te llevan más allá de lo que ocurre en la pantalla. Roberts también sabe jugar con la cámara. Dulcifica situaciones que no lo son y transmite. Estos dos jóvenes se comen la pantalla, dejan a los secundarios como lo que son. Hacen grande un film pequeño.

“Cada vez que trato de visualizar lo que debo ser, siento que estoy lleno de basura, como si tratara de ser alguien que no soy” El arte de pasar de todo (2011)

“Nacemos solos y morimos solo. Todo lo demás es solo una ilusión” El arte de pasar de todo (2011)

La película debe verse y sobretodo escucharse. En primer lugar por una banda sonora impecable y en segundo lugar, y muy importante, porqué tiene unas partes de guion que merecen la pena como reflexión personal y que quizás hayamos hecho muchos de nosotros en alguna ocasión. Si no, deberíamos hacernos. Así que con los tiempos que corren de desilusión, de rabia, de malos rollos quizás es buen momento para pasar de todo y poner un poco de nuestra parte para que la vida cambie de rumbo, al menos que sepamos ver que hay cosas buenas a nuestro alrededor y está en nosotros alcanzarlas con nuestras propias manos. “La felicidad debe cuidarse, vigilarse siempre” El arte de pasar de todo (2011)

En el film Truman Capote (2005) se narra el proceso de un escritor para crear una novela a partir de un suceso real. Relato que terminará convirtiéndose en una de las novelas documentales más significativas del siglo XX, A sangre fría

El brutal asesinato de una familia en Kansas en noviembre de 1959, leído por Capote en el The New York Times, es el inicio de un proceso de investigación, de recopilación de información y sobretodo de entrevistas con los asesinos, para escribir una novela. La amistad de uno de los asesinos, Perry con Capote, se puede considerar el hilo conductor de la trama. Una trama con una única finalidad, escribir una novela, que el propio periodista calificaba como su mejor obra. Una novela donde se demuestra que la realidad, en manos de un escritor brillante como él, puede ser tan cautivadora como la ficción.

El personaje de Capote hizo que el actor Philip Seymour Hoffman consiguiera un Oscar como mejor actor protagonista. La memorable interpretación de Hoffman, que domina claramente todas las escenas y registros, hace que el espectador llegue a ver al verdadero Capote. Un hombre con una marcada personalidad, cargado de excentricidades, curioso tono de voz y provocador donde los haya. Ya no solo por su condición de homosexual en la América de los años 60, sino también junto a sus traumas del pasado y problemas con el alcohol. Un genio como escritor, estrella en las fiestas de sociedad de la época, pero a su vez un mentiroso y un manipulador para conseguir sus objetivos. En la película se plasman a la perfección como el pensador enloquece, como va desapareciendo su estrella para dejar paso a la decadencia absoluta como literato y como persona.

Las dos caras de Capote, no sólo se pueden ver en la interpretación del actor protagonista. El director, Bennet Miller, ha buscado en el trabajo de fotografía que el espectador sienta esa decadencia progresiva del protagonista. A medida que se acerca el momento de poner punto y final a la novela, y de paso a la película, los planos van oscureciendo. Se va marchando la luz para dejar paso a la penumbra. La cámara se va acercando a Capote que disminuye sus monólogos y los convierte en pausas y silencios. Las palabras se transforman en miradas que dicen mucho más. También disminuye el ritmo. Una combinación que no es casual y funciona.

Empieza la película y la consecución de escenas lleva a tu mente a pensar, "eso ya lo he visto antes".
Conflictos entre padres e hijos por viejas rencillas o sentimientos no expresados en su momento. Aunque aparentemente habla de amor, la muerte está presente en todo el film, sobretodo al final. Esa pizarra con la fecha, seguido de ese plano donde la cámara se va alejando y nos deja ver las desaparecidas ya torres gemelas... Vello de punta!

Y la muerte y el dolor vuelven a aparecer, ya no solo de una familia sino de miles. A partir de aquí ya sabemos como siguió la historia...

Manuel H. Martín, un joven licenciado en comunicación audiovisual y socio fundador de la productora La Claqueta, es el director del largometraje documental 30 años de oscuridad, una historia de topos de la posguerra, una historia de todos aquellos que sacrificaron una vida para huir de la represión.

Todos hemos visto muchas películas que hablan de la Guerra Civil Española y de la posterior etapa de posguerra, pero este documental sorprende. Está narrado con la combinación de varios formatos como animación, imágenes de archivo y entrevistas. Precisamente este conjunto de formatos es el que lo hace especial. La animación es impresionante, separa muy bien los espacios, y aunque es bastante estática, llega mucho al espectador con primeros planos de ojos y expresiones faciales de los personajes.

El documental consigue una credibilidad inmensa gracias a las entrevistas a historiadores, escritores y familiares de los protagonistas, que sirven para contextualizar, pero que en ningún momento te hacen perder la atención de la pantalla, además que ayuda a hilar una historia fascinante y emotiva a partes iguales. Otro gran acierto es la voz de los protagonistas, voz que ponen los actores Juan Diego y Ana Fernández. Estas voces que van narrando todo el documental en un tono neutro, sin altibajos, pero con una entonación adecuada para darle la emotividad justa y necesaria al filme.

Si os gusta el cine documental, 30 años de oscuridad no os dejará indiferentes y podréis descubrir un hecho de la historia de la España de la posguerra desconocido, duro, pero sin más intención que la de explicar una historia de forma sensata. La historia de Manuel Cortés, antiguo alcalde de la localidad malagueña de Mijas, que vivió su particular cárcel tras una pared de su misma casa.

Película documental presentada en el Festival de Cine de Málaga y nominada a los Goya en el año 2011. Dicho filme pasa a hacer más larga la lista de buenas películas de este género, junto con Arrugas y Chico y Rita. Género que se está abriendo paso en nuestro país y que demuestra que aún hay historias interesantes para contar aunque sea en forma de dibujo.