Vivimos en la deliciosa era de los buenos sentimientos, las acciones generosas, las personas desprendidas y vinculadas a las causas más nobles.

Partiendo de tal premisa, es lógico que muchas de las críticas que por aquí se han escrito sobre esta película italiana sean tan altas en su puntuación. He visto montones de nueves y ochos, muchos sietes. Y... buff, Dios mío yo que la tengo que votar con un 2, me siento como un hijo de meretriz, al no haber alcanzado el orgasmo cinematográfico de las bondades de esta producción, destinada a las buenas personas.

Desde muy pequeño me aburrían y me parecían poco sinceras, aquellas gentes que siempre se mostraban complacientes, apoyadas por sus generosos sentimientos y acciones. Creía entrever en la mayoría de ellos y sus ojos, algo parecido a una fría pantalla que me obligaba a alejarme, al observar esas miradas.

Eso mismo me ha sucedido con LAS LLAVES DE CASA, he sentido como me recorría un escalofrío artificial, al contemplar sus escenas, que terminaron produciéndome, un inexplicable rechazo.

Considero que jamás podré ser una persona a la que fácilmente se logre conmover, con historias de metacrilato.

Las diversas capas de que consta "Embaucadores" son el principal acierto de un guion muy preciso, a la vez que perfectamente estructurado.

Benjamin Caron, su director, consigue encajar el tono que imprime a cada uno de sus interpretes, aportando tiempos, modos y peculiaridades para componer un acertado entretenimiento.

Se divide en distintas partes, muy estudiadas; con un claro y definitivo objetivo que deriva en una meta común.

La cotidianidad es la mayor apuesta... y de ella sale triunfante, Clara Roquet, su directora. La primera media hora se ofrece talentosa, al presentar a los personajes, permitiendo que "hablen" de lo que en ellos habita. Muestra la dimensión de los miembros de una familia, generosa y a la vez mezquina, que veranea, al tiempo que interactúa con la matriarca, que padece un avanzado alzheimer.

Libertad es el nombre de la hija de Rosana la cuidadora; la relación que la une a Nora, una de las nietas, también adolescente, no es tan intensa como la describen, ni la influencia de Libertad resulta inquietante.

A medida que avanza, el guión se complementa con acontecimientos añadidos que tampoco enriquecen la historia, alargando una trama para que alcance la duración convencional.

Me gustaron mucho tanto el planteamiento como el nudo, pero el desenlace me pareció exiguo. La recomiendo, porque es entretenida y aporta elementos que, aún resutando poco novedosos están tratados con una sutil delicadeza.

No se puede vivir eternamente del pasado, aunque ese pasado sea el brillante de la escritora Rowling, creadora de H. Potter.

Los espectadores solemos ser generosos con quienes nos han hecho gozar... pero esa actitud magnánima llega un momento que produce hastío si se nos cuenta lo mismo de manera repetitiva. Ya cansan un poquito las varitas mágicas.

Visualmente resulta grandiosa, pero los personajes parecen creados de la nada... o del recuerdo.. o...?. Apabullantes efectos e iluminación. Actuaciones correctas, aunque eclipsadas por el despliegue técnico.

En muchos aspectos merece más de un 5, pero no se lo daré. Vivir y ganar dinero de los éxitos aportando muy poco, no debería ser reconocido.



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El último año del pasado siglo, se estrenó AMERICAN BEAUTY; fue un acontecimiento cinematográfico implacable, al mostrar la otra cara de una manera transgresora de aquello mal llamado "El sueño americano".

Y me he dado cuenta que pasados 23 años, la puntuación global roza el 8; me complace que este tipo de cine cale, espabilando un poco esas mentes adocenadas enquistadas en la nada.

Nos encontramos ante una película que relata lo que tapan las tejas de un hogar, cuando nadie "ve". La gente cotidiana, no se mueve como nos han contado; es mucho más miserable y sucia que los blancos relatos a los que nos tienen acostumbrados.

Si, ya sé... en el cine vemos asesinatos, venganzas, robos, odios, amores, pasión, celos, rencores... Pero lo que aquí se cuenta es la realidad sin género, la esencia última de lo habitual, ordinario, corriente; siempre alejado de la sinceridad que en ocasiones nos falta, para expresar y contar la verdad carente de engaños, o disimulos.

La he revisado por tercera vez. Sentí la necesidad de visionar algo que no me defraudase. Y aquí me encuentro ante un valor seguro.