Diferente a todo, sin duda. Pero bella y conmovedora hasta la extenuación. Es como un recorrido por la tragedia en tres dimensiones, que al principio sorprende pero acaba atrapando en su original envoltorio. Un buen gusto que rebosa por los cuatro costados, utilizado como vehículo para transmitir el mensaje de que Hitler y Stalin tenían en común más de lo que muchos piensan.

Contundente ópera prima del director Carlos Martín, que con cuatro perras consigue un film que atrapa en su círculo obsesivo desde el primer momento. Narrada con ayuda de numerosos flashback, la historia de dos hermanos que cambian el escondite por unos juegos que se nos antojan febriles no deja indiferente al espectador, sumido en una espiral de violencia muy bien desarrollada por estos dos jóvenes pero solventes actores que son Iván Hermés y Raúl Mérida. La oscura atmósfera que envuelve a toda la película contribuye a aumentar la sensación de predestinación dramática siempre presente. A todo ello hay que añadir un giro final sorprendente que da respuesta a los muchos interrogantes planteados a lo largo del film. En resumen, una notable e impactante película, que tiene mayor mérito por haberse rodado con un muy bajo presupuesto.

La verdad es que la película me ha impresionado como no esperaba. Tanto es así que las tres horas largas de duración se pasan en un suspiro gracias a su imparable y trepidante acción, digna del mejor Indiana Jones. Todo en el film engancha: la preciosa y colorida fotografía, los paisajes selváticos, los impresionantes efectos especiales, la belleza de los y las protagonistas, los tremendos combates... Lo cierto es que deja en evidencia a muchos productos del cine comercial norteamericano, que seguro utilizan un presupuesto mucho mayor y unos resultados bastante más decepcionantes.
La película transcurre en la India durante la colonización británica, y desarrolla una historia épica de rebelión y lucha contra la opresión, no desperdiciando ocasión para poner a caer de un burro a los invasores de la pérfida Albión.
En definitiva, esta película es un soplo de aire fresco en el panorama cinematográfico actual, que rompe bastante los convencionalismos habituales y que ningún amante del cine de aventuras debería dejar de ver.

No sé muy bien cómo definir esta película, lo que sí puedo decir es que he disfrutado como un enano viéndola. Podríamos calificarla como cine de terror, comedia, road movie, españolada friki, o más bien una mezcla de todas esas cosas juntas.

El protagonista, Ramiro Blas, a quien yo no conocía mucho hasta ahora, hace una interpretación absolutamente genial en esta historia surrealista que hará las delicias de quien quiera pasar un buen rato, desenfadado y prescindiendo de prejuicios. ¿O acaso no es surrealista que en una peli de terror figure "Paquito el chocolatero" como pieza principal de su banda sonora?

¡Ah! Y si te gusta el pasodoble, disfrutarás por partida doble.