Cuenta una leyenda oriental que tres monos, uno ciego, otro mudo y el último sordo se coordinan entre sí para poder delatar ante los dioses los pecados que cometen los humanos. Pues no quedaría títere con cabeza en la familia que este film nos presenta si tuvieran que ser juzgados por este peculiar tribunal de primates.

En un accidente de coche, un político atropella y mata a un transeúnte, para evitar prisión ofrece a un padre de familia pobre la posibilidad que asuma la culpa a cambio de dinero, este acepta, sacrificando su libertad en beneficio del bienestar de su familia. Con el tiempo la relación, padre-madre-hijo se pudre fruto de los engaños y mentiras en las que cada uno de ellos viven, y poco a poco se va vistiendo un perfecto drama trágico.

Hace pocos meses, vi Nubes de mayo, otro film de Nuri Bilge Ceylan, y la verdad es que esperaba tardar un poco más en visualizar otro film del director turco, pues el primer film ya me dejó exhausto; largas escenas, diálogos intranscendentes y llenos de fotografía contemplativa que puede llegar a cansar hasta el más purista gafapastas. Pero este nuevo film del director me sorprendió gratamente, y no porque carezca de este sello personal, sino porque al menos este estilo está al servicio de una interesante trama, carente en Nubes de mayo. A pesar de esto, las interminables escenas y planos pueden agotar y alargan innecesariamente la obra.

Nuri domina a la perfección su propia técnica de lenguaje de la imagen, consigue evitar cualquier frase que no puede ser dicha con una mirada, sacando un alto rendimiento a la interpretación de sus actores. Además colorea sus películas con una sensacional fotografía; utiliza unos tonos pastel que llegan a hacer pensar que la película es en blanco y negro, que solo se rompe por elementos, que al aportar color, parecen mágicos, (fijaros en el azul del Bósforo), esto confiere a Estambul el papel de protagonista secundario.

Procedente de “la Masia” del cine catalán, l’ESCAC, Kike Maíllo se arriesga y después de varios años dedicados a la publicidad, se atreve con una gran producción de ciencia ficción, un loable intento para superar algunas barreras del cine local, pero se queda en esto, en intento, y a pesar de mis mejores intenciones no acabo de engancharme a una historia a la que le falta garra.

La trama es floja y no da para mucho, pondera más el drama amoroso que la ciencia ficción, pero se queda cojo en ambos estilos: Àlex (Brühl), un genio de la robótica, es contratado para diseñar un revolucionario prototipo de niño robot, para ello deberá volver a la ciudad de la que 10 años anteriores huyó y en la que dejo cabos sueltos con su examante y su hermano que ahora deberá encarar. A pesar del prometedor inicio y de la potencialidad de la historia, la falta de punch provoca, que poco a poco, vayas perdiendo interés con la suerte de los protagonistas.

Gran parte de la culpa la tiene el reparto, los actores no parecen los adecuados para los personajes que deben interpretar, a Brühl le falta madurez necesaria para hacer creíble sul personaje y Marta Etura tampoco está a la altura. Especialmente Penoso es el papel de Eva, trabajar con niños es siempre un hándicap para cualquier proyecto, y esta película es un buen ejemplo. Tampoco es demasiado afortunada la interpretación cómica de Lluis Homar, si bien de cuando en cuando consigue arrancar alguna sonrisa.

Para no ser tan duros con la obra de Maíllo, cabe felicitar por la estética retro-moderna; un mundo donde tecnología y humanidad conviven sin exageraciones, muy razonable aunque a veces poco verosímil.

La apruebo con un 5, más por voluntad de premiar el intento que por convicción en su resultado. Al fin y al cabo, Spilberg, intento algo parecido con IA, y personalmente su producto me resultó bastante más aburrido.

“Yo solo conduzco” espeta el protagonista y pone un careto indescifrable, tan enigmático como el de Norman Bates, en el que no sabes si demuestra timidez o está perdonando la vida a su interlocutor, pero la verdad es que no solo conduce el conductor, pues al cabo de un ratito demuestra que también sabe repartir leña como un auténtico héroe de acción.

I es que sin duda el film gira alrededor de este conductor con doble vida, durante el día se dedica a trabajar como doble en películas de acción y por la noche explota su enorme talento con los vehículos para ayudar a los delincuentes con sus hurtos, pero se enamora de la chica equivocada y sin comerlo ni beberlo se ve envuelto en un follón con la mafia local.

I aunque la trama puede resultar simplista y un poco vacía, no puede condenarse como una tont película de acción, pues tiene algo más, aunque me cuesta descifrarlo; quizás sea una crónica negra en medio de una ciudad hipnótica donde la mafia al estilo Sorpano se las tiene con nuestro anti-hereo, quizás sea un retrato de un grupo de perdedores en apuros, quizás sea por su estética bien ejemplarizada por la chaqueta del escorpión o quizás sea por la exagerada pero eficaz banda sonora pero lo que es seguro es que disfruté viéndola.

Entró en la sala de uno de los pocos cines que todavía mantiene en cartelera Pa Negre, injustificable retraso por una obra que me provocaba cierta “mandra”,…Otra típica peli sobre el drama de la guerra, pensaba. Pero al fin mis amigos me han convencido a base de “..no es la típica peli sobre la guerra (o posguerra)..”; “..no es maniquea..”,…

Al poco tiempo les doy la razón, ya que aunque el film denuncia el revanchismo de los ganadores sobre los perdedores está absolutamente ausente en topicazos como falangistas crueles y republicanos idealistas. Poco después me doy cuenta de que ni tan solo se trata de un film sobre la posguerra civil, se trata de un buen relatado drama familiar ubicado en esos tiempos convulsos y en uno de esos pueblos donde las rencillas personales y las políticas se entremezclaron con fatales consecuencias.

La historia gira alrededor de un niño que está dejando de serlo a golpe de realidades que descubre cuando su gran curiosidad lo enfrenta a las mentidas de los mayores. Poco a poco, la bondad ilusa de la niñez se va pudriendo y el mal del entorno entra en el alma virgen.

Trabajar con niños es siempre un hándicap que puede fastidiar una buena obra, pero excepto por alguna excepción en actores de reparto, el resultado es redondo y consiguen el realísimo deseado. Pero si una interpretación destaca, es la de Nora Navas, madre del niño, pura pasión.

También cabe mencionar la dirección artística, que consigue reproducir con excelencia la atmósfera de una Catalunya profunda en es gris periodo de nuestra historia; vestuarios, ambientación, decorados e incluso un esmerado léxico y un vocabulario hoy olvidado.

No me siento en condiciones de valorar si merece la oleada de Goyas recibidos, pero bien por méritos propios como quizás por desméritos de los competidores, ha conseguido un hito impensable de conseguir, que una obra en catalán se lleve la palma. “Tandebó” en otros aspectos culturales consiguiéramos exportar con tanto éxito.