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Críticas de Luis Guillermo Cardona
Críticas 3,333
Críticas ordenadas por utilidad
3
30 de agosto de 2020
2 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
No fue muy afortunada la despedida del cine del director, Leo McCarey, pues, <<SATÁN NUNCA DUERME>>, resulta penosamente desentonada en su pretensión de empañar a la Revolución China, queriendo anteponer a un héroe que dio de comer a 600 millones de personas, una misión religiosa que, además de entrometida en una cultura muy ajena, tenía como principal objetivo ganar adeptos contra el comunismo y engordar los negocios non sanctos de su sede, Roma.

Por estos afanes misioneros, cuya misión es más política y económica que cualquier otra cosa, cuando se produjo la Revolución Cultural, la escritora Pearl S. Buck (de padres y esposo misioneros), fue denunciada por esta labor y se le prohibió ingresar a China cuando pretendió hacerlo en compañía de, Richard Nixon, porque ya había publicado la novela, “Satan Never Sleeps” (1962), en la que describe al gobierno chino en los peores términos. Basado en esta novela, McCarey nos cuenta la historia de un par de curas. El uno, conocido como el padre O'Banion (cualquier intento de rememorar al padre O'Malley de dos éxitos anteriores es intencional), huyendo sin resultado alguno de aquella tradición que dice que, “quien salva la vida de una persona debe hacerse cargo de ella”. Para su suerte, Siu Lin, la chica que le sigue contra todos sus intentos de zafársela, es encantadora, hacendosa y le ama profundamente… pero, como leal y ferviente católico, Buck (y McCarey), jugarán a demostrar “la fidelidad” de este miembro de la iglesia… y cómo los votos de castidad pesan hasta contra las más justas y apreciables tentaciones. El otro cura, el padre Bovard, servirá cándidamente, y con desconocimiento de causa, a los intereses de Siu Lin… y será quien añada más hiel a los cambios esenciales que se producen en la nación oriental.

Todo un filme para exaltar ese terrible atentado contra los derechos humanos conocido como celibato y para osar jugar al descrédito de una de las revoluciones más procedentes de la historia (con los errores que tuvo, porque también los tuvo).

Con razón se dice que, el director McCarey, aburrido con la tontería que estaba filmando, cuando todavía faltaban algunos días para concluir los rodajes, optó por marcharse y dejó en manos de su ayudante, David W. Orton, la conclusión de este desperdicio del que sólo, France Nuyen (Siu Lin), nos merece un grato recuerdo.

Sea la ocasión para preguntar: Si la Biblia -como afirma la iglesia- es la palabra de Dios y debe respetarse íntegramente, ¿por qué los curas se hacen llamar padres si, en Mateo 23,9, se lee: "No llamen, padre, a nadie en la tierra, porque ustedes tienen solamente un Padre: el que está en el reino de los cielos"?

Título para Latinoamérica: <<EL DIABLO NUNCA DUERME>>
Luis Guillermo Cardona
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1
25 de diciembre de 2018
10 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Imagina que, una hermosa tarde vas por un agradable y soleado camino; estás alegre y lleno de buena predisposición… y de repente, en sentido contrario ves venir a una persona que te atrae de inmediato por su agradable aspecto exterior: tiene un porte elegante, unos ojos muy brillantes… y una sonrisa encantadora, es decir te sientes muy a gusto contemplándola… pero, al disponerte a conocerla y comienzas a escucharla, pasada cerca de una hora ya empiezas a darte cuenta de que esa persona es frívola, intolerante, repetitiva, insulsa… y a las dos horas, cuando ella decide terminar el encuentro que tuvo contigo, te vas bien decepcionado porque, aquella llamativa belleza, no era más que piel y forma, pero, internamente, la sentiste fatua e insignificante.

El mismo ejemplo podrías tenerlo con una casa que pensabas comprar o con un auto que te deslumbra. Hay cosas que tienen una gran apariencia externa, pero, resultan hueras y muy frustrantes cuando se las conoce a cabalidad. Es, entonces, que decepcionan por completo y carecen de sentido.

Así es esta, “MISIÓN DE AUDACES” de nuestro apreciado John Ford. Todo empieza con ganas: bellos paisajes, una llamativa puesta en escena, una reluciente fotografía, actores de renombre… pero, tras darle la misión al comando de turno comenzamos a presenciar una laaaaarga marcha en la que, lo único interesante, es una chica sureña con aires de traidora -y con un “muslito” sin duda mejor que el alón- que se cruza en su camino. El resto, es ver al mayor-cirujano Kendall (un insulso William Holden) atender a uno… a dos… a tres... a cuatro… a ciiiiinco pacientes, mientras el coronel Marlowe (un indigerible, John Wayne) refunfuña y se muestra tosco con todo aquel que se cruza en su camino.

Ha pasado hora y media de película… y el enemigo sigue siendo un fantasma. ¡Jamás lo vemos! El conflicto es contra el viento, y lo tiene Marlowe consigo mismo (aunque parece que fuera contra Kendall), porque nunca perdona lo que unos médicos le hicieron a su esposa en el pasado… y no debemos hablar de lo que sigue, pero, no pudo ser más insulso.

Para colmo, de cuando en cuando y con sutileza, se suelta el tufillo reaccionario de Ford -pretendiendo dejar mal parados a los anti-esclavistas-, cuando vemos que, la única esclava de la historia, vive feliz siéndolo al punto que les tiene repulsa a los soldados de la Unión; y también se escapa el tufillo anti-indio típico de los sureños cuando, al ver que Kendall aplica con desgano un cataplasma en un paciente, Marlowe dice despectivo: “¡Método de los Cheyennes!, ¡Moho verde, porquería verde!”.

“MISIÓN DE AUDACES” … ¡Pura necedad!

Título para Latinoamérica: MARCHA DE VALIENTES
Luis Guillermo Cardona
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3
6 de diciembre de 2011
10 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
La palabra, Filipinas, viene de Filipos (latín de Felipe… Felipe II, para más señas). Como bien se sabe, un rey imperialista, fanático y opresor, al que sus acérrimos servidores llamaron, “El Prudente”... quizás porque, antes de morir, se aseguró de incinerar todo lo escrito (cartas, mensajes...) que pudiesen condenarlo luego. Las islas Filipinas, fueron tomadas por su servidor, Miguel López de Legazpi, entre 1565-1569, y fueron llamadas así para hacerle honor a su nombre. La ubicación de éstas islas, era estratégica porque facilitaba la navegación intercontinental y, Felipe, las tenía por ésto en altísima estima (además de por otras “minucias” que lo complacían muy personalmente), y de acuerdo con su talante, el trato dado a los nativos de aquellas más de mil pequeñas islas, fue cruel, esclavista y abusivo.

En 1898, tras una sangrienta guerra con los españoles que duró cerca de dos años, el nuevo imperio conocido como, Los Estados Unidos de Norteamérica, tomó poder de estas islas, pero, no pudieron someter totalmente a los patriotas filipinos, quienes iniciaron una guerra de guerrillas que, tras la derrota de Japón durante la II Guerra Mundial, en 1946 permitió, por fin, la ansiada independencia.

En este marco de lucha guerrillera contra los invasores nipones, tiene lugar la historia escrita por, Lamar Trotti, que, el director Fritz Lang, recibió por encargo sin que tuviera tiempo, ni permiso de modificar ni una sola de las gordas mentiras que aquí se cuentan… pues, ahora resulta que, los colonizadores (de coca-cola en mano,¡en una imagen culmen del ridículo!), fueron los ángeles que salvaron a los, por siglos, oprimidos filipinos.

Menos mal que se trata de una historia convencional, de escaso rigor técnico y algo clichesuda, despachada por, Lang, en una jartera terrible porque le tocó recrear una serie de técnicas de guerra bastante primitivas. Eran días grises para éste gran director vienés que venía de capa caída, desde 1946, y que ahora ingresaba a la 20th Century Fox, donde le dejarían muy claro que eran ellos los que mandaban. Pero, como él mismo dijo: “Hay cosas que tenemos que hacer, porque también los directores necesitamos comer”.

Queda decir que no todo resultó tan desastroso: Contemplar el adorable rostro de esa dama francesa llamada, Micheline Presle, más ese singular baile desplazándose entre dos bambúes que se cierran y abren, hacen que, éste intrascendente filme, tenga algo para recordar. Lang, quería titularlo, “I shall return” (Volveré), aludiendo a la frase inscrita en las cajetillas de cigarros, impuesta por el general, Douglas McCarthur… pero a alguien le dio pena exagerar tanto y, entonces, consiguió que le aprobaran otro título bordado con falsedad: “American Guerrilla in the Philippines”.

Título para Latinoamérica: LA PATRULLA INDÓMITA (¡Nada más exagerado, pues aquellos soldaditos sólo se la pasaban soñando con Australia!)
Luis Guillermo Cardona
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