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Críticas de avanti
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Críticas 313
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
6
24 de enero de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1971 Vicente Escrivá, autor de una larga realización cinematográfica, que se prolongaría hasta 1999, estrenó "Aunque la hormona se vista de seda... ": una curiosa y controvertida película con gran éxito en su momento, donde se daban cita a partes iguales la represión, la semiculta liberación sexual que comenzaba a aflorar, los tópicos enraizados y la nefasta influencia emocional recibida desde las anteriores décadas. Fue , hasta ese momento la culminación de una larga carrera cinematográfica, como coguionista primero ( La mies es mucha (1948), El Tigre de Chamberí (1957) o Sor Ye-Yé (1969) entre una larga lista, además de como guionista y director (El hombre de la isla (1961), El Golfo (1969) o Aunque la hormona...

Como correspondía en la época, la margarita (unos de los símbolos propios de la liberación sexual) baña los títulos de crédito con la alegría propia reflejada en la música del siempre sorprendente Antón García Abril. La extensa representación coral de iconos de la moda del momento nos sitúa en las personalizadas escenas donde los diferentes actores de la obra van apareciendo: Manuel Summers es Fermín Zarra Urtueta el eje principal de la trama, reprimido, acongojado boticario que no logra casarse; Ana Belén es Paloma Gil de la Viña, joven auxiliar de farmacia que muestra afecto y respeto por los sentimientos y por la vida privada de su jefe ante las doñas cotillas Anselma y Virtudes.

Alfredo Landa es Bienvenido Garcés, representa al solucionador de todos los problemas emocionales de las inapetencias y de las inseguridades sexuales de Fermín, poniendo en práctica su hispánica visión de los hechos. Otros personajes corales tienen verdadero protagonismo en el desarrollo de los acontecimientos: el visionario, la señorita del "oficio", el psicoanalista representado por Luis Sánchez Polack 'Tip', el cuerpo de baile y hasta las palomitas del cine mediadoras entre los deseos del reprimido boticario y su bella dependienta.

La película reboza contención, produciéndose un cruce de caminos entre caracteres tradicionalistas (lo establecido) y liberación desatada ( lo reprimido). Vicente Escrivá firmó una cinta, absolutamente revisable, en la que proclamó a los cuatro vientos la necesidad de romper con los tópicos del momento a favor de la liberación sexual y emocional que tan fuertemente impactó en la década de los setenta reflejado en el guión que además de los ya citados Vicente Escrivá y Manuel Summers también escribiera Juan L. Lamet.
avanti
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6
20 de enero de 2017
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En 1994 el director australiano Fred Schepisi (El hombre de hielo (1984), La casa Rusia (1990) o Criaturas feroces (2003) entre otras), rodó 'El genio del amor' (I.Q.) una película basada en el guión de Andy Beckham (creador de la historia) y de Michael Leeson. Tim Robbins se encontraba en estado de gracia, en ese año había trabajado en películas de cierto renombre como 'El gran salto' de los hermanos Coen, o Pret-a-porter de Robert Altman, y Meg Ryan involucrada el mismo año en French Kiss junto a Kevin Kline, se unió al proyecto de Schepisi, una película donde el tercero en discordia, el genial Walter Matthau, aportó con su larga experiencia en la comedia, un toque de distinción y de calma contenida en la interpretación de Albert Einstein a lo que contribuyó los roles de los enamoradizos Ed Walter y Catherine Boyd (Tim y Meg).

Un segundo grupo de actores, no menos importantes contribuyeron al agradable resultado que ofrece esta comedia comprometida con la edulcorada trascendencia del amor, libre de enrevesados mensajes metafísicos: Stephen Fry es el sesudo y trivial psicólogo, a él les acompaña un grupo de tres agradables y algo envejecidos científicos ( Lou Jacobi, Gene Saks y Joseph Maher como Kurt Gödel, Boris Podolsky, y Nathan Liebknecht respectivamente), deseosos de poder implicarse en la trama que se estaba urdiendo.

La película nos muestra el camino del amor a primera vista con una presentación coral de los personajes, previo al desarrollo de los hechos, cada cual en su entorno afín donde se plantea la casualidad como elemento aglutinador de sucesos que los personajes vivirán a lo largo del largometraje en mitad de situaciones que invitan a la interesada confusión entre coches, casas, conferencias y algún cometa que "casualmente" está de paso.

Tanto las interpretaciones de los diferentes personajes como del uso de la ciencia para, "favorecer interesadamente" los acontecimientos que se desean, son tratados de forma desinhibida, interpretados por el elenco en general, de manera agradable, fácil de ver y asimilable. Vale destacar (como si del bien y del mal se tratase), la caracterización en sus respectivos personajes a los actores Walter Matthau y Joseph Maher, importantes ejes para la historia narrada en un enfrentamiento a prueba de psicólogos inseguros nada amorosos y de científicos interesados por la felicidad de los otros.
avanti
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7
18 de enero de 2017
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El polifacético George Roy Hill, autor de significativas películas para la historia del cine como Dos hombres y un destino (1969), El golpe (1973), o El carnaval de las águilas (1975) entre otras tantas, nos muestra en El irresistible Henry Orient (1964) a un actor en estado de gracia, Peter Sellers que acababa de rodar La Pantera Rosa (1963) y El nuevo caso del inspector Clousseau (1964). La frescura interpretativa que Sellers mostró en ambos largometrajes se evidencia en las diferentes situaciones en las que (sin necesidad de caracterizaciones múltiples) el actor nos arrastra irremisiblemente a presenciar a un pianista de pacotilla, encadenado y enamoradizo pseudopoeta impenitente de lo ajeno y poco dado para aplicar el razonamiento lógico si no es para beneficio propio.

Su narcisismo le preocupa más que la propia interpretación pianística. Ese estado de cosas le llevará a vivir diferentes situaciones imprevistas y comprometedoras en un abanico de vicisitudes en las que dos traviesas adolescentes Marian Gilbert y Valérie Boyd ( Merrie Spaeth y Tippy Walker respectivamente) tienen gran parte de responsabilidad en los acontecimientos que le llevarán al concertista a quitarse del medio cuando se siente descubierto participando de las infidelidades propias y ajenas.

Los guionistas Nunnally Johnson, y Nora Johnson (autora de la novela que dio origen al guión), describen a dos adolescentes que comienzan a emerger en el mundo de las jóvenes adultas, donde el amor platónico, la idealización del admirado inalcanzable y las diferentes situaciones de sorpresa y engaño por parte de los adultos Stella Dunnworthy (Paula Prentis), Isabel Boyd ( Angela Lansbury) y Frank Boyd ( Tom Bosley), aportan a las introvertidas jóvenes sentimientos encontrados que las hacen vulnerables y receptivas a las realidades emocionales y de identidad que deben superar a las puertas de la vida adulta.

Un amplio elenco de actores y de actrices completan una película repleta de agradecidos guiños a lo cotidiano, al descubrimiento de nuevas sensaciones y a la dependencia emocional con los otros, estos roles los interpretaron Phyllis Taxter en Avis Glibert, y Bibi Osterwald en Erica Booth, entre otros.
avanti
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6
16 de enero de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Manuel Iborra (1952) crea en 1999 una comedia de corte biográfico basada en la figura de Santi Arisa (habitual colaborador de sus bandas sonoras). Para llegar a ese objetivo habría de pasar algunas décadas en las que el autor nos muestra su diversa creación cinematográfica reflejada en obras como: Caín (1987), El baile del pato (1989), La mujer vacía (1994), o Pepe Guindo (1999). En la comedia que nos ocupa, Orquesta Club Virginia (1992), Iborra nos muestra los entresijos de un grupo de músicos trashumantes de sus propios destinos sociales y profesionales con una amplia generosidad de caracteres.

Las interpretaciones de los diferentes personajes son creíbles y repletas de agridulces y emocionales sensaciones en las que en todo momento se complementan profesionalidad y experiencia social a desigual nivel entre ellos: Toni (Jorge Sanz) se quiere comer el escenario y el mundo tocando los acordes de sus admirados modernos, enfrentándose al experimentado y dominante director Sr. Domenech (Antonio Resines), quien en una brillante interpretación entra en constante polémica con El Negro ( Santiago Ramos), músico de frágil asiento, aunque no tan necesitado de las bravuconadas verborreas de Curt (Enrique San Francisco), muy alejado del siempre pacífico y soñador El Maño (Juan Echanove) pretendido conocedor y apaciguador de su entorno, completado por el aventurero Solimán (Pau Riba) quien no duda en vivir sus aventuras sin el menor recato.

El guitarrista, el director y pianista,El trompetista, el saxofonista, el contrabajista, y el batería conforman La Orquesta Club Virginia junto a otras raleas propias de los oscuros mundos donde la interminable diversidad de los transitorios personajes que copan el elenco interpretativo (Verónica Forqué, Emma Suárez o Rocco Torrebruno entre otros, nos ofrecen un interesante resultado sobre los conflictos y las interioridades de un grupo de gente agradablemente reflejada en el guión que Manuel Iborra y Joaquín Oristrell escribieran en su día.
avanti
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8
13 de enero de 2017
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
José María Forqué, el estudiante de arquitectura que se aficionó por el teatro y se reafirmó como cineasta, creó una interesante serie instructiva y esclarecedora sobre la figura de Santiago Ramón y Cajal en 1982. Hasta que le llegó ese momento, Forqué recorrió un largo y creativo camino en el mundo de la cinematografía: en 1951 colabora con Pedro Lazaga en "María Morena", el mismo año en el que se estrena como director con "Niebla y Sol". En 1956 recibe el Oso de Plata de Festival Internacional de Berlín por su película "Amanecer en puerta oscura". En 1960 trabaja con Adolfo Marsillach en "Maribel y la extraña familia". Tres años después dirigiría "Atraco a las 3" , comedia destacada en el universo histórico del género y referente para muchos creadores. Su producción variada le llevaría a trabajar en décadas con un largo elenco de actores y actrices, una cantidad importante de los cuales imprimirían su trabajo artístico en la serie que nos ocupa.

El interés de Forqué por la figura de Ramón y Cajal es notable por cuanto trata al personaje con la calidez y la fraternidad propia del que se siente atraído por la gigantesca figura del modesto histólogo que un día fue Premio Nobel. Las ubicaciones, la utilería, los vestuarios y el entorno social de todos los momentos históricos que se narran a lo largo 9 capítulos son sencillamente naturales, creíbles y apropiados para cada uno de los momentos que se reflejan en la pantalla.

Un decadente Don Santiago Ramón y Cajal, interpretado por Adolfo Marsillach, rememora entre libros y apuntes su octogenaria vida: desde la tozudez de un exigente padre, Don Justo, interpretado por el camaleónico Fernando Fernán Gómez, a la dominada delicadeza interpretativa de Verónica Forqué en el papel de Silveria y de una jovencísima Emma Suarez en el papel de Fe (la hija mayor de Cajal), los diferentes personajes se bañan en una muy creíble interpretación colocando esta serie en el terreno de las revisables tanto por su interés interpretativo como por su alto contenido cultural.

Otras importantes aportaciones al buen resultado final de la serie fueron debidas a Encarna Paso en "Doña Antonia", Fernando Valverde en "Tito Valverde", Laura Cepeda en "Kitty", Damián Velasco en "Pedro Ramón y Cajal", Jorge Bosso en "Joaquín Arnau", Miguel Ángel en "Genaro Casas, Beatriz Elorrieta en Paula Ramón y Cajal", Manuel Zarzo en Federico Olóriz" o Pedro del Rio en "Francisco Gómez Tello entre un largo elenco de interpretes, además de la importante música de Antón García Abril y el guión de Hermógenes Sainz.

Con esta serie José María Forqué legó al buen gusto la forma de acercarnos a la cultura por medio de la inagotable fuente creativa del séptimo arte: el cine, su cine.
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