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España España · Asturias
Críticas de Xano
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Críticas 58
Críticas ordenadas por utilidad
9
23 de mayo de 2011
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Probablemente la mejor película de Álex de la Iglesia (con permiso de “El Día de la Bestia”), y una de las comedias negras más redondas y logradas del cine español, “La Comunidad” recupera el espíritu de Azcona y Berlanga para diseccionar bajo el microscopio de la crítica social ácida las miserias y mezquindades que anidan bajo la impostura, la falsedad y los intereses egoístas de esos buitres carroñeros con los que convivimos (no queda otra, desgraciadamente) y que, más tarde o más temprano, siempre terminan emponzoñándolo todo. Inmisericorde en su retrato, mucho más veraz y certero de lo que algunos creen, de la Iglesia despedaza a machetazos la avaricia y la hipocresía de una comunidad de vecinos siniestros, maquiavélicos y desquiciados dispuestos a todo para conseguir esa maleta a cuadros estampados que contiene, o eso creen ellos, el pasaporte a la felicidad eterna. Frente a semejante manada de lobos con piel de cordero, Carmen Maura, en su enésima composición para la Historia del cine español, trata de huir como un potro desbocado de una zanja a la que no sabe muy bien cómo ha llegado a precipitarse, confundiéndose una y otra vez con los mismos depredadores que intentan darle caza por los pisos, escaleras, pasillos y tejados de ese edificio señorial reconvertido, por obra y gracia de un guión brillante y una puesta en escena espectacular, en una especie de prisión de Alcatraz madrileña. Si aún no es un clásico de nuestro cine poco le falta. Gran película.

Lo mejor: todo encaja perfectamente. Es una obra cuidada al máximo en todos sus detalles y eso se nota. Además tiene un ritmo envidiable.

Lo peor: que no esté lo suficientemente reconocida.
Xano
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9
11 de julio de 2010
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La oscuridad y profunda tristeza que de un tiempo a esta parte parece envolver el cine de Pedro Almodóvar, cada vez más alejado del humor irreverente que lo caracterizaba en los años 80, alcanzó con "La Mala Educación" (probablemente su película más vapuleada e incomprendida por crítica y público hasta la fecha) uno de sus puntos más álgidos. Tomando como punto de partida los flagrantes casos de pederastia que el nacionalcatolicismo cobijó en su seno durante los años de la dictadura franquista, pero sin convertirlos en el tema central de una historia que discurre por otros derroteros tanto o más interesantes, Almodóvar entreteje a través de una compleja estructura narrativa una trama bastante más densa de lo que puede llegar a aparentar en un principio con guiños (a veces no demasiado explícitos) al cine negro clásico de Hollywood, homenajes a Wilder, Hitchcock, Zola o Renoir incluidos. Ambientada, como muchas de sus otras películas, en el mundo del cine y utilizando el arte cinematográfico incluido en el filme a la manera de las muñecas rusas como vehículo para expresar sin rodeos todas las reflexiones que se le pasan por la cabeza, el director manchego da cuerpo, voz y alma, aunque sea negra, a la galería de personajes más retorcidos y patéticos de su filmografía, auténticos polvorines andantes que tiñen de oscuridad una historia fría y enrevesada de engaños, venganzas, odios, chantajes, crímenes y obsesiones sexuales. Reflexión sobre el cine como espejo de la realidad, sobre la perversidad, la manipulación y la muerte, "La Mala Educación" es una de las miradas más desgarradas y melancólicas que Almodóvar ha vertido alguna vez sobre ese mundo tan particular, extraño y (para algunos) incomprensible en el que él acostumbra a moverse como pez en el agua.

Lo mejor: su impecable estructura narrativa; sus intérpretes, con mención especial para Gael García Bernal, Lluís Homar y Francisco Boira; su banda sonora, con un Alberto Iglesias en plena forma; su historia, una de las más fascinantes que ha ideado Almodóvar en toda su carrera.

Lo peor: alguna que otra escena que no termina de cuajar demasiado; la triste constatación de que algunos espectadores no son capaces de ver más allá de la carga homoerótica de la película. Bueno, ellos se lo pierden.
Xano
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6
4 de octubre de 2009
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dispuesto a dar una nueva vuelta de tuerca en lo que a aversión, incomodidad y repugnancia visual se refiere, Lars Von Trier, el autoerigido en el último Festival de Cannes como mejor director del mundo, que ya quisiera, dirige con pulso firme ésta especie de pesadilla claustrofóbica y asfixiante que intenta contar, a caballo entre la fantasía barroca, el thriller y el melodrama, el proceso de desintegración total de una pareja golpeada por la desgracia. Ofreciendo sólo unos minutos de respiro al pobre espectador (y gracias), que ya desde el principio de la película se ve envuelto en esa atmósfera insana y opresiva que el paso del tiempo revela como su virtud más destacable (si no la única), Trier, en ese afán morboso por conseguir el más difícil todavía o de comprobar hasta dónde llega la paciencia del espectador más entregado, no escamotea imágenes deliberadamente impactantes y desagradables para revolvernos en nuestras butacas, ni tiene ningún reparo en descender hasta lo más bajo junto a sus desquiciados personajes. Película bien escrita, bien dirigida y magníficamente interpretada, Anticristo termina revelándose como la fantasía ególatra de un cineasta con muchas cosas que contar, pero con demasiadas ganas de demostrarse a sí mismo y al mundo entero hasta dónde es capaz de llegar con sus arriesgadísimas propuestas. El problema es que los espectadores no siempre estamos dispuestos a ir al cine para que un director quizá demasiado pagado de sí mismo se empeñe en echarnos un pulso escena tras escena.
Xano
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6
4 de octubre de 2009
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El mayor fracaso crítico, comercial, artístico y personal de Julio Medem, a tenor de la depresión que el director vasco sufrió por el despiadado linchamiento (es que en España somos así) de la que él creía la obra más íntima e introspectiva de su filmografía, se revela con el paso del tiempo, y contra todo pronóstico, como una película bastante menos intragable, vacía y pretenciosa de lo que parecía ser en un principio, si bien es cierto que hacen falta grandes dosis de paciencia y muy pocos prejuicios para digerir de buen grado éste cuento neofeminista con toques de espiritualidad new age, hippismo y filosofía oriental.
La historia de Ana, el último eslabón de una serie de mujeres que han muerto asesinadas violentamente a manos del machismo, es la historia del espíritu reencarnado de la feminidad creadora que a través de los siglos, de las épocas y de las fronteras, se ha visto aplastado por el agresivo patriarcado dominante en prácticamente todas las culturas de la tierra. La dicotomía es simple (para Medem): la feminidad es creadora, se reencarna, muere pero vuelve a nacer, cae pero se vuelve a levantar y genera vida; por el contrario, la masculinidad es agresiva, dominante y destructora, simboliza la guerra, la violencia y la muerte. Ambos conceptos se enfrentan y entrelazan a lo largo de la historia, haciendo que ésta avance. Ana es una metáfora, un símbolo, no un personaje, y el mundo en el que vive, sus peripecias, sus aventuras, una mera abstracción que sirven para transmitir una idea muy concreta. Creo que la única manera de disfrutar de Caótica Ana es entenderla como un cuento de corte espiritual y no pararse a hacer lecturas pretendidamente serias o realistas de una historia que no deja de ser pura metafísica new age. Al menos así lo veo yo. Ahora que cada cual haga la lectura que más le convenza. Interesante película, a pesar de todo.
Xano
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7
4 de octubre de 2009
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando el público de medio mundo, ávido de emociones fuertes, parecía exigir una nueva película de terror en la emergente (por aquel entonces) filmografía de Shyamalan, si es que el Sexto Sentido, su anterior éxito internacional, podía catalogarse como tal (que lo dudo), el director de origen hindú, siempre tan a contracorriente, decidió no hacer lo que se esperaba de él y presentó El Protegido, una película bastante curiosa que en nada se parecía a su predecesora, dividiendo a los espectadores en tres bandos irreconciliables: los que jamás le perdonaron que abandonase tan pronto el cine de terror, como si alguna vez hubiese hecho alguna película de ese género, los que no soportan sus ínfulas de cineasta con voz y estilo propios, y los que vieron en él una especie de mesías enviado por los dioses del olimpo para rescatar el cine comercial estadounidense de la acostumbrada mediocridad que asolaba sus títulos mediante la realización de películas originales, arriesgadas y de indudable calidad, tanto técnica como artística. No sé quién tiene más razón y la verdad es que tampoco me importa mucho. Pero lo que sí sé es que la irrupción de El Protegido en las pantallas de cine, más que consagrar a su director como uno de los mayores talentos de Hollywood empezó a fraguar su retahíla de encontronazos posteriores con la crítica y el público y sentó como un jarro de agua fría a los que se esperaban más de lo mismo relegando su defensa a espectadores que, entre las voces altisonantes de unos cuantos, trataron de hacer ver que la nueva película de Shyamalan no era ninguna basura decepcionante, sino una más que estimable y original vuelta de tuerca al mundo de los cómics y los superhéroes que con el paso de los años ha ido ganado adeptos y ha pasado a convertirse en una película de culto, para muchos lo mejor que ha hecho éste director. Yo no suscribo enteramente ésta última opinión, creo que Shyamalan ha hecho mejores películas en años posteriores, pero sí que consiguió llevar a buen puerto una historia arriesgada y diferente, bien rodada y con los grados justos de emoción e intriga, a pesar de que aún entonces ya se mostraba incapaz de quitarse de encima alguno de los molestos tics que tanto perjudican su cine.

Lo mejor: su arranque y el personaje de Samuel L. Jackson.
Lo peor: su frialdad y la (a veces) aparatosa artificiosidad de algunas escenas.
Xano
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