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España España · Madrid
Críticas de Deckard
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Críticas 27
Críticas ordenadas por utilidad
3
12 de abril de 2020
7 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
El uso de las macarradas de gueto afroamericano, de violencia, de armas, de chulería policiaca y de exaltación de las mafias mexicanas tiene en esta película un buen exponente. Es mala con ganas, lo siento, los actores son buenos, todavía le concedo eso a Lawrence y a Smith, pero ¿qué le pasa al cine americano? Se está pudriendo en la vulgaridad y la violencia. Esta película está a mucha distancia de la calidad de películas como Sicario de Villeneuf, Miami Vice de Mann, u otras con un guión, aunque pecaran también de exceso de violencia y superpolis guay.
Deckard
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7
9 de agosto de 2022
5 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Algunas traducciones al español de títulos originales ingleses han mejorado nuestra comprensión sobre el tema abordado como, por ejemplo, “Con la muerte en los talones” (mucho mejor que ‘North by Northwest’). Pero traducir ‘The Gray Man’ por “El agente invisible’, ni da pistas, ni expresa la metáfora encerrada detrás de ser “un hombre gris”, en la sombra, que debió haber sido el título en español y que explica las esculturas plateadas en la larga entrada de la película. Además, puede confundirse con “El hombre invisible”, de 2020, protagonizada por Elisabeth Moss.

Netflix no gana para sustos. Aquí echó la casa por la ventana, con un presupuesto de 200 millones de dólares (no excesivo para una superproducción) y un rodaje en cinco meses que terminó en julio de 2021. En el segundo semestre de 2021, Netflix anunció que había perdido casi un millón de abonados en su plataforma. Aunque la película se estrenó en julio de 2022, no ha servido para relanzar a Netflix, a quien le va creciendo la competencia, lo que no es malo en absoluto.

Las causas de la falta de éxito de la película no están claras, pero podemos apuntar a posibles razones (más allá de las expuestas por otros colegas en filmaffinity, a veces quizá exageradamente negativas). Con un plantel de actores de gran talla, como Ryan Gosling (Court Gentry, el agente invisible Seis), Ana de Armas (Dani Miranda), Chris Evans (Lloyd Hansen, el malo) o Billy Bob Thornton (Donald Fitzroy), resulta extraña la tibia acogida, aunque no se planteó como película para salas de cine, sino esencialmente para plataformas de internet.

El guion es algo flojo (sobran guionistas), pues en cierta medida es un refrito de escenas y conceptos que nos recuerdan u ‘homenajean’ otras de Jason Bourne (el cuestionamiento del objetivo), o de James Bond 007 (también con elegancia y flema, pero sin carácter dramático). Ana de Armas es explotada recordando aquellas escenas de 007 ‘Sin tiempo para morir’, aunque está desaprovechada, sobre todo porque un poco de atracción mutua entre Seis y Miranda no habría venido mal, incluso añadiendo algo de erotismo fugaz.

El agente invisible es un asesino a sueldo con encargos de la CIA para trabajos extraoficiales, un ‘hombre gris’ sin conexión contractual con la organización para realizar trabajos sucios, matar a los malos rápido y sin preguntar, reclutado de entre asesinos convictos con adecuado perfil.

La trama básica se reduce a que a Seis no le encargan un habitual trabajo de asesino, sino el de niñera-protector de la sobrina de su reclutador-jefe y contacto de la CIA (Donald Fitzroy), pues él estará en una misión y se ha filtrado la existencia de su sobrina Claire (Julia Butters), una niña adolescente a quien Fitzroy acogió tras la muerte de sus padres y que sufre una dolencia de corazón que le obliga a llevar un marcapasos. La filtración del apadrinamiento de la sobrina hace vulnerable a Fitzroy, convirtiendo a Claire en un objetivo que requiere máxima protección. En casa de Fitzroy, Seis intenta ceñirse a su trabajo de seguridad mientras Claire le hace preguntas, “Seis es un nombre raro, ¿por qué te llamas así?”. Seis responde con ironía “007 ya estaba cogido”.

La clave de la película está en la protección de Claire, quien observa un tatuaje carcelario en el antebrazo de Seis. Éste responde, sin nombrarlo, refiriendo el mito de Sísifo, (condenado eternamente por Zeus a subir una roca hasta la cima de la montaña, para caer rodando de nuevo y tener que volver a subirla -en El Prado está representado en el famoso cuadro de Tiziano de 1548-. Sísifo había desvelado el rapto de la ninfa Egina por Zeus). “¿Y llegó a subir la roca a la cima?”, pregunta la niña. Seis responde: “Ya te contaré”.

En el trabajo de actores, hay que destacar a los secundarios, a todos, incluidos Regé-Jean Page (como jefe en la CIA), la niña Julia Butters, Alfre Woodard (Maurice Cahill) o el actor tamil Danush. En los roles principales, Chris Evans roba el carisma a los demás, su personaje es muy atrayente y se nota que lo disfruta. Gosling no está aquí en La-la-land, sino en una rueda de ciudades que marea bastante y donde la impasibilidad del personaje se confunde a veces con inexpresividad, no con contención.

Hay que destacar del film su acción, con espeluznantes escenas en Praga, así como en el avión de carga con salto en pleno vuelo, marcas de los hermanos Russo. Quizá haya un exceso de explosiones y situaciones mejoradas por el CGI que desbordan cualquier realidad imaginaria. Pero están bien, con nivel. En las acciones tranquilas, Gosling bien, Ana de Armas muy bien y Evans un malo extraordinario. La película es buena, sin alcanzar los trabajos de Bourne o de Bond, pero muy digna en ese campo, por ello no se explica muy bien su aparente fracaso.

El proyecto se planteó como una franquicia. Seis-Sísifo lleva finalmente la roca a la cima de la montaña, ahora queda por saber si Netflix la dejará rodar de nuevo montaña abajo para la secuela.
Deckard
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5
17 de abril de 2022
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay animales fantásticos, directores fantásticos y directores mediocres y malos (a David Yates yo lo metería en el último grupo). La tercera entrega del libro de J. K. Rowling de 2001 ‘Animales fantásticos y dónde encontrarlos’ llega con el título ‘Los secretos de Dumbledore’ y es como las dos anteriores, floja, ni buena ni mala, sino todo lo contrario, con buenos momentos y mal desarrollo, sin ritmo.

Es difícil explicar cómo una superproducción de la Warner Bros. como ésta, contando nada menos que con su creadora J.K. de guionista y acompañada de nuevo del habitual Steve Kloves, con medios para efectos especiales CGI realmente fantásticos, un compositor de música como James Newton Howard, y actores de primera línea, puede quedarse en un producto tan mediocre. La razón, en mi opinión, no es otra que la del director, Yates, que no sabe cómo componer estas historias y las hace vulgares, lentas, tristes, sosas y mágicamente aburridas.

Estaba previsto tener de nuevo a Johnny Depp en el papel del mago oscuro Gellert Grindelwald, pero las vicisitudes de su divorcio con Amber Heard (actualmente en juicio), acabaron con su renuncia “oficial” de esta tercera entrega. El rodaje comenzó en septiembre de 2020, en medio de la pandemia, y con el danés Mads Mikkelsen interpretando a Grindelwald, dándole un tono más suave, menos dramático, pero con una interpretación de contención muy buena. No obstante, Depp es Depp.

Jude Law como el profesor Dumbledore resulta insípido, bastante inexpresivo, y Eddie Redmayne como el magizoólogo Newt Scamander, vuelve a estar muy bien, en esa reinterpretación blanda de un tímido, aunque capaz de todo. El tronco del guion es bueno, complejo, aunque algunos diálogos puestos en la boca del ‘muggle’ pastelero (Dan Fogler) suenan bastante estúpidos. En esta entrega solo hay un cameo final de Katherine Waterston (el amor de Scamander), muy delgada y desmejorada. Jessica Williams entra como profesora defensora y lo borda.

La película hace un símil entre el ascenso del nazismo de principios de los treinta del siglo pasado y las elecciones a presidente/presidenta del mundo mágico. Pero no vayan a creer que esto solo se resuelve entre Londres y Berlín, qué va, se decide… en Bután. Hay también bellas panorámicas de paisajes rodados en China.

J. K. Rowling es una excelente escritora, no solo por sus novelas de Harry Potter y el mundo mágico, sino que ahí están otras bajo el seudónimo de Robert Galbraith. Puede que ser productora y guionista le haga perder cierta perspectiva, pero con otro director presumo que toda la serie, incluida esta película, habría sido muy mejorable. El guion reintroduce a un Bambi mítico con poderes de democracia inteligente, aquélla que ve más allá del pueblo mismo lo que será mejor para el pueblo, algo así como una autocracia mágicamente buena, una contradicción en sí misma. Lo mejor, el homenaje a John McTiernan y el “El secreto de Thomas Crown”, inspirándose en aquella magnífica escena de múltiples personajes con bombín ‘Magritte’ portando maletines y recorriendo el ‘Met’ mientras suena ‘Sinnerman’ de Nina Simone (magnífica).

Aunque lo peor del guion es comprobar cómo J. K. Rowling y el equipo WB han sucumbido a la presión de los tiempos “woke” pues, adivinen cuál es la orientación sexual de los principales protagonistas (Dumbledore y Grindelwald), cuyo amor se retrotrae y explicita al principio de la película. Rowling y WB de esta forma ceden al chantaje de la comunidad LGTB quizá por las declaraciones de J.K. sobre el transgénero. Qué tristes tiempos estos donde las minorías delinean nuestra moral irreal y donde los autócratas siguen dictando igualmente el devenir de nuestro futuro en base a nuestro conformismo.
Deckard
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8
9 de marzo de 2023
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Martin McDonagh ha puesto la dirección, parte de la producción y el guion de “Almas en pena de Inishering”, obteniendo nominaciones a los Oscar por ellas (incluyendo mejor película), además de las de actor principal, (dos) actores de reparto, actriz de reparto, montaje y banda sonora Nueve. Se echa incluso de menos una nominación a la mejor fotografía.

McDonagh es británico de padres irlandeses, tiene también nacionalidad irlandesa, y seguramente visitó cuando era niño la isla de Inishmore, en la costa oeste irlandesa, cerca de Galway, cuyos acantilados se muestran en el film, aunque fue rodado principalmente en la isla de Achill. La fotografía capta las rocas y grises acantilados, el azul del mar y los variados tonos de las verdes praderas (recuerda ese cuadro de El Greco de ‘vista de Toledo’).

El guion, aparentemente sencillo, aunque sólido y rompiente como un acantilado, describe el distanciamiento abrupto entre dos amigos de siempre de la población rural de la isla (Inisherin), uno Padraic (Colin Farrell) y el otro, Colm (Brendan Gleeson), quien decide terminar un día con la amistad. La historia transcurre entre los meses de marzo y abril de 1923, con una Irlanda recién independizada de Gran Bretaña (1922), mientras se libraba la guerra por la independencia de Irlanda del Norte que, con el apoyo militar de los británicos, lo logró, como todos sabemos. Este hecho se refleja en la película cuando Colm llega a decir “parece que la guerra llega a su fin” (terminó en mayo de 1923), aunque era imposible oír disparos y cañonazos a tanta distancia.

El personaje principal es Padraic, un granjero tranquilo, que vive en la casa (familiar) con su hermana Siobhan (Kerry Condon) a quien parece escapársele la edad de casarse, es culta y busca irse del pequeño mundo sin hacer daño a su hermano. Colm es algo mayor que Padraic, vive en una sencilla y hermosa casa en lo alto de la playa, y le gusta componer música tradicional con su violín aunque no recuerde bien cuál fue el siglo de Mozart. Otro amigo con quien Padraic charla, aparentemente algo retrasado (pero no tanto), es el joven problemático y algo cohibido Dominic (Barry Keoghan) quien se siente atraído por Siobhan (mayor que él) y cuyo padre es el bruto policía del lugar.

Como no puede ser de otra manera en Irlanda y más en una isla, los dos -antes- íntimos amigos (Padraic y Colm) solían quedar en el pub, centro social único para hombres, y también mujeres, donde ambos se veían siempre a partir de las 2:00 pm cada día para tomarse pintas de cerveza (negra), y en ocasiones también güisqui (whisky). Ante la pertinaz determinación de Colm de no hablar más con Padraic, éste primero pensará que es una broma, pero luego irá comprendiendo la profundidad y determinación de la decisión de Colm, decidido a olvidarle y componer una canción.

El guion va describiendo las relaciones entre los personajes y el resto del pueblo, incluida una vieja mujer con un largo palo como una guadaña, mientras la música y la fotografía nos trasladan a ese entorno pastoral, donde los animales son tratados con tanto cariño que incluso Padraic los deja estar en casa, con la queja de su hermana Siobhan. Padraic va entendiendo haber perdido a su amigo Colm, aunque siga sin saber por qué y, en su intento por recuperarlo, los graciosos diálogos de comedia van dando paso paulatinamente al drama en ciernes.

No tenía puestas muchas esperanzas en ver a un Farrell recuperado de adiciones, pero el guion me fue atrapando, simpático y tópico al principio, luego teatralizando cada vez más la tozudez y la indomable (o contumaz) razón irlandesas, donde el tiempo y la realidad ponen a todos en su lugar. McDonagh es conocido por su violencia en trabajos (teatrales) previos, pero aquí ha escrito una historia con cierta sutileza, no exenta de algunas exageraciones, pero que resulta bella, agradable, comprensible, en ocasiones violenta, pero siempre con una cierta justificación para almas en pena. Y es que no debemos confundir lo que es amistad o cariño, con una relación de dependencia enfermiza. (Recuerden aquella canción de Sting en su primer álbum en solitario: “If You Love Somebody Set Them Free”).

Los actores y actrices, todos, hacen interpretaciones memorables, ahí están las nominaciones, destacando la irlandesa Kerry Condon en el papel de la hermana Siobhan. Colin Farrell está francamente bien, en un papel que se ajusta bastante a sus capacidades y Brendan Gleeson, en el indolente Colm, hace dudar de quién es el actor y quién el personaje.

Una gran película a la que hay que ponerle un solo pero: no es posible que en la costa irlandesa en los meses de primavera no se vea llover ni una sola vez. Todo un monumento al turismo irlandés, Sr. McDonagh.
Deckard
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6
5 de junio de 2021
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El título de la película “Aquellos que desean mi muerte” parece irónico, pues no está dirigido a la protagonista Hannah (Angelina Jolie), sino a un pobre niño (Finn Little, muy bien) al que persiguen por paisajes de la supuesta Montana (aunque se rodaron en Nuevo México) dos malos muy malos, sicarios al servicio de quien sea (en este caso de una trama corrupta), después de ser testigo de la muerte de su padre (el verdadero héroe del filme).
La película se deja ver, con buenos actores secundarios, de los que destacaría las interpretaciones de Jon Bernthal (¿se rompió la nariz en el boxeo o jugando al béisbol?) y de Nicholas Hoult (uno de los malos muy malos). La dirección es correcta, aunque donde Taylor Sheridan juega fuerte es haciendo guiones como los de Comanchería y Sicario).

Pero algo no encaja en la película y no es que se rodase en tiempos de pandemia, aunque algo se nota. ¿Lo adivinan? En mi espectadora opinión, es evidente que el papel de bombera ruda, paracaidista aficionada al riesgo, no va con el físico de Angelina (una mujer desgarbada, a la que ya le tuvieron que poner enormes rellenos para encarnar a Lara Croft), aunque sí le cuadra perfectamente el papel de mujer atormentada por la culpa de su pasado. Su actuación es irregular, carente de brillo, y da la sensación en bastantes momentos de que tiene la cabeza en otra cosa, y seguro que es así.

No sabemos dónde se quedó interrumpida tu inocencia oscarizada y aquella belleza radiante, pero mucho nos tememos que alguna de las balas del Sr. Smith te hirió de gravedad y sigues convaleciente (cuidado, mira lo que le pasó a la J. Aniston). Deberías centrarte en tu carrera, Angelina, que te lo has ganado, para que no te olvidemos, porque desde tu divorcio de Brad, tu ex ha conseguido otro Oscar (y esta vez de interpretación, lo que debe doler) y sigue en muy buena forma, como un Aquiles, mientras a ti te vemos por ahí en acciones humanitarias y con muchos hijos, paridos y adoptados, pero sobre todo recorriendo las salas de tribunales y muy despistada en los rodajes, aunque sean tan inflamables como éste.

Nadie desea tu muerte (salvo tú misma en la película); al contrario, deseamos que sigas interpretando como la semidiosa que también eres.
Deckard
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