Confieso que en primera instancia esta película me gustó bastante, a pesar de su lentitud. Aquí tenemos a una niña que parece un niño y va disfrazada de niño --y tal vez lo sea en realidad-- y a su padre, en una frenética huida hacia adelante en medio de un mundo hostil que se ha quedado sin mujeres. La interpretación de la niña --o lo que sea-- me pareció más que notable, los diálogos bastante inteligentes y hasta Casey Affleck, que no es santo de mi devoción, en su papel de padre protector me resultó creíble. También la banda sonora, asimismo compuesta por él, me pareció excelente.

De modo que, en mi modesta opinión, en el aspecto técnico la cosa funciona bastante bien. Hasta el punto de que casi pasé por alto el mensaje subliminal de toda la historia. Algo así como: "¡vean qué mundo tan terrorífico sería éste de no ser por las mujeres!". Se me ocurre que difícilmente peor que uno en manos de mujeres, y a las pruebas me remito. Y también que semejante descaro oportunista tal vez explique el fuerte empuje que parece estar recibiendo la carrera de Casey Affleck, convertido en esta ocasión en un auténtico hombre orquesta.

Después de ver esta maravilla ya no tengo ninguna duda: los hombres somos un atajo de maltratadores y violadores en potencia. Unos auténticos monstruos. Deberíamos ser castrados desde la cuna y, de no ser posible tal cosa, que nos metan en chirona a partir de los doce años para evitar males mayores.
Ahora un poco más en serio: no conozco los datos de Francia sobre custodia de los hijos en caso de divorcio, pero dudo que sean muy distintos de los nuestros. Es decir aproximadamente en un 67% de los casos se falla a favor de la madre, un 28% corresponde a custodia compartida y un 5% a favor del padre.
¿Hacen falta más pruebas de que vivimos en pleno heteropatriarcado?
De no ser por lo oportunista y facilón del mensaje, casi diría que esta cinta no está del todo mal como thriller. Tiene el habitual regusto cutre de ciertas películas francesas recientes, que de tanto querer aparentar modernidad terminan resultando rancias. No obstante, a pesar de ello, la interpretación es muy convincente y consigue que la tensión se mantenga casi hasta el final. El guión tiene algunas inconsistencias que no detallo para no ser pesado, pero nadie es perfecto.
Con todo esto no pretendo minimizar el problema de la violencia doméstica, que no de género. Lo que ocurre es que no puedo prescindir del contexto en que se sitúa esta historia. Y es ahí donde le asoma el rejo propagandístico, que no es otro que echar más leña al fuego en la actual campaña de demonización del hombre. Lo cual en los tiempos que corren, además de ser un trabajo un poco sucio que debería quedar para los telediarios, equivale a matar una mosca a cañonazos. En ese sentido, esta es una obra profundamente cobarde y deshonesta.

Esta película está calculada para conmover a un público desprevenido, pero lo que es a mí me la trajo al pairo. De hecho no sé ni por qué me molesto en comentarla, puesto que no es más que un sobado panfleto buenista. Sus ingredientes básicos son transmitir una visión edulcorada del inmigrante (perdón, quise decir migrante, en qué estaría yo pensando) y hacer sentir culpable al espectador europeo al uso. Más o menos la misma hipocresía de siempre. Estoy seguro de que ni al director ni a ninguno de los productores les va tocar padecer desde sus chalets con piscina las consecuencias de aquello que promueven.
Y tampoco es que se hayan quedado calvos construyendo esta historia. No creo incurrir en la zona spoiler si digo que con una chica africana de catorce años embarazada de un colega de patera bastante mayor, un monasterio en las montañas suizas, un prior amigo de lanzar frases lapidarias y unos paisajes nevados ya está montada la cosa. Prácticamente no hay más. Ah, bueno, sí, me olvidaba... Una incursión nocturna y sin previo aviso de la policía --¡qué poca educación!-- hace añicos su amor.
El resto son soporíferos planos del monasterio y de las montañas circundantes, que a algunos les han parecido bellísimos y a mí absolutamente pretenciosos.
Por cierto que ella es católica y él musulmán, pero se llevan de maravilla como no podía ser de otra manera, cada uno con sus rezos y muchísimo respeto. Ni tampoco pasa nada porque ella tenga catorce años y él casi treinta, tratándose de "migrantes" no es abuso de menores ni nada de eso, lo importante es que se quieran.
En fin, que prosigue el lavado de cerebro y el desarme moral de Europa. Esto no ha hecho más que empezar y, en ese sentido, esta obra es más bien modosita, cosa que se agradece. No como el trailer de una película española protagonizada por Luis Tossar que me tocó tragar antes del comienzo, abundando en los mismo tópicos manidos, pero ya sin ningún tipo de tapujos.
Lo más gracioso es que son los mismos poderes globales que han hecho de África un continente casi inhabitable --véase el asesinato de Gadaffi, por poner un ejemplo-- los que luego crean, difunden y financian este tipo de milongas. Y lo más triste del caso es que buena parte de la población no solo ha interiorizado que no tiene derecho a defender su modo de vida, sino que encima sigue tomando a los incendiarios por bomberos.
En realidad lo único destacable de esta película es que la acción --por decir algo-- transcurra en Suiza, un país que, hasta donde sé, hasta hace muy poco no tenía ningún complejo a la hora de proteger sus fronteras. Que se vayan preparando...
En cuanto a la interpretación, ni bien ni mal, pero no solo es culpa de los actores. Con semejante argumento ni siquiera el plasta de Bruno Ganz con todas sus tablas resulta convincente.

Esta serie consigue la difícil proeza de convertir la maravillosa trilogía de Gerald Durrell en una sucesión interminable de líos de cama y enredos de alcoba. De la magia de unos libros en los que a través de los ojos de un niño que siente pasión por la vida animal se recrea la estancia de su familia en Corfú, solo han sobrevivido los increíbles escenarios y paisajes de la isla.

En mi opinión lo único que se puede salvar de la quema son los actores, que hacen un trabajo excelente. Aún así, al final a duras penas consiguen mantener el tipo en vista de lo ridículo del guión. Otro tanto hay que decir de los diálogos, que al principio suenan chispeantes e ingeniosos y terminan resultando cargantes.

Por supuesto, en el menú no podía faltar algún que otro latiguillo buenista sobre homosexualidad o feminismo, que hasta donde recuerdo apenas ocupan lugar alguno en ninguna las novelas en que se "inspira" esta obra. Los leitmotivs de "La trilogía de Corfú" son la inocencia y la familia. De ambas cosas en esta serie solo queda una caricatura grotesca. La traca final es el "romance" entre Spiro y Louisa, tan a contrapelo que hasta a los actores protagonistas les asoma de vez en cuando una involuntaria mueca de disgusto...

¡De vergüenza!

La verdad es que no consigo entender a qué viene tanto ditirambo de la crítica. Para empezar, más allá de un par de detalles sueltos, no tiene ni puñetera gracia por muy bien predispuesto que uno venga. En segundo lugar, tanto "El ángel exterminador" como "La vida es un largo río tranquilo", por citar sólo un par, han dejado el listón muy alto en lo que a temática apocalíptica se refiere. En este sentido esta película no es mas que un 'quiero y no puedo ', que al director muy a las claras le viene grande. Esto es lo peor de todo: Song Kang-ho o como se llame, intentando dar la campanada, se mete en un jardín del que al final es totalmente incapaz de salir, poniendo a prueba la paciencia del sufrido espectador. Al menos yo me vi abocado a abandonar la sala al cabo de un par de interminables horas. Y conste que hice lo que pude para aguantar hasta el fin, pero todo tiene un límite.
Por lo demás, y hasta donde se me alcanza, técnicamente nada que objetar.