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España España · Barcelona
Críticas de Risard
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Críticas 50
Críticas ordenadas por utilidad
1
29 de junio de 2020
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dicen que es la mejor película gay del año. En primer lugar la etiqueta gay sobra, ¿venimos a contar historias o modas? Este cutre-film parece pretender inflar el catálogo LGTBI de las plataformas para que todos veamos lo tolerantes, modernos y guais que está siendo el cine, cuando no es más que puro márqueting de contenido vacuo. Es, y con todo el atrevimiento lo digo, la peor película "gay" que un servidor haya visto. Mal gestionado el tempo narrativo, mal interpretada, obviamente, mal montada y dirigida, y para rematar un guion endeble. No se sostiene por ningún lado, ni su protagonista transmite nada creíble (ya que al secundario deberían recomendarle dejar de intentar actuar, o al menos estudiar, y más si ya lo hizo)

No merece dedicarle muchas más palabras, simplemente, dejaros un par de títulos para que disfrutéis de cine de calidad:

Tierra de Dios (Francis Lee)
Week-End (Andrew Haigh)
Contracorriente (Javier Fuentes-León)

Para más críticas y recomendaciones en instagram; @risard_egoteabsorbo
Risard
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4
17 de noviembre de 2019
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La facilona intencionalidad del hermano más productivo de los Farrelly, nos deja con una historia fácil de encajar en cualquier sesión de tarde televisiva para mentes poco exigentes o temporalmente resacosas. Edulcorada para tener buen sabor de boca pero que deja una sensación un poco indigesta, y os diré porqué.

La visión de su señor director nos revoca una época cruda para muchos sectores pero decide contarla desde la visión más políticamente correcta para así poder arrasar en galardones tan moñas como el preciado y sobrevalorado Oscar. Es una historia que se presume de sentimentalismo barato, de facilona verborrea propagandística de una ideología que por muy correcta que nos parezca, está adornada con dulces que le restan la realidad que es, disfrazándola de árbol navideño, dejando en ridículo su propia (buena) intencionalidad.

Protagonizada por un Viggo Mortensen que se nos impone como el gran actor que es, acompañado por un Mahershala Ali que pese a ser un buen actor, puede que haya sido un poco sobrevalorado en su premiado personaje, (parece ser que la Academia le gusta hacer repetir injustificadamente como ya hicieron con Christoph Waltz en 'Django desencadenado' cuando el premiado debió ser su compañero DiCaprio, para así demostrar lo tolerantes que son con los intérpretes negros, como aquel regodeo de Washington y Berry en los premios del 2001). Más allá de premios exageradamente reconocidos, el trabajo y la complicidad de ambos intérpretes es excelente, es la marca que lo diferencia de un telefilm.

Su resultado es tan liviano que uno se queda igual habiéndola visto, que sin haberlo hecho, nos querían colar un 'Paseando a Miss Daisy 2.0' y nos la hemos tragado, pero por suerte algunos lo vemos venir y no nos la cuelan como la alabada obra que no es. Cuando uno ve que las buenas intenciones sólo crean ñoñerías inofensivas, planas y blandas, termina por aburrirse del buenismo y de lo correcto, para irse a buscar a Haneke, Lynch, Noé o Aronofsky, y que nos sacudan el cerebro de vez en cuando. No es mala, pero tampoco es buena, y es lo peor que le puede pasar a una obra, quedarse en el dintel, porque ahí es donde todo se olvida. Yo estoy a punto de olvidarla, en tres, dos, uno...


Para más críticas en instagram; @risard_egoteabsorbo
Risard
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7
12 de octubre de 2019
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando en 1992 Ridley Scott firmó una de sus mayores obras para recordar, fue una fuga de beneplácito por parte de la crítica que la vapuleó a mansalva, pero ante mis ojos sólo puedo decir que me hallo ante una de sus mejores películas. Puede presumir de una excelente banda sonora a mano de Vangelis, fotografía de Adrian Biddle y un gran montaje pese a la queja excesiva de su larga duración, y es que es de las pocas películas que podemos ver, claro como el agua, la firma del gran Scott.

También conocida como 'La masacre del paraíso' (añadido relamidamente por un servidor) esta película pretende convocar un acto de humildad y justicia ante la ignominia de un pueblo casi extinto a causa de la excesiva ambición religiosa harto conocida por su violencia más gore, sólo hay que recordar lo que nos cuenta su santo libro de cómo vejaron a su salvador, para disfrute de los más enfermizos. Scott nos ofrece a un Depardieu en estado de gracia como Colón, un Fernando Rey correcto como siempre, una Ángela Molina con un inglés que ya quisiera hoy la sobrevalorada Pe, a Sigourney Weaver, que pese a tenerla en admiración, no me termina de encajar como Isabel la Católica, y un excelentísimo Michael Wincott en el papel de Adrián de Mújica como uno de los malos más escalofriantes del cine. Con todo este maravilloso reparto, su director nos pincela una de sus mejores obras para reivindicar y extraer del injusto olvido, pues parece que en la sociedad actual vivimos para decorar, perfumar y olvidar las injusticias cometidas por nuestros antepasados. Todo y con eso vivimos en la época del regocijo y el abanderamiento, ignorando apropósito, algunos, de lo manchada de sangre que está la historia de toda bandera, pues para conquistar, hay que matar. A eso hacemos honor al reino animal, que marca y batalla territorio, pero luego el humano presume de ser superior a ellos, todavía me pregunto en qué.

El film comienza reflejándonos la época de la inquisición, que parece que no pasa de moda, pues ahora se han invertido las tornas, para situarnos en el ambiente sociocultural que nos hará comprender la muerte en nombre de la fe cristiana, la misma que presume de un sangrante mesías. De lo que podemos presumir en cuanto al film es del abanderamiento de su grandiosidad, su épica, y su narrativa nada envidiable a los grandes films épicos de antaño. Scott tiene todo el derecho a autodenominarse como magnífico en su dirección y resultado final del film.

Como ya citó en su día el gran Eduardo Galeano "Vinieron. Ellos tenían la Biblia y nosotros teníamos la tierra, y nos dijeron: 'Cierren los ojos y recen'. Y cuando abrimos los ojos, ellos tenían la tierra y nosotros teníamos la Biblia" y así es cómo el veneno de la religión masacró un mundo lleno de conocimiento espiritual y científico, en pos de imponer dogmas, manipular la ciencia y dogmatizarla para centrarse en rituales masónicos, que pese al miedo a aceptar la realidad, es hoy el agujero que absorbe la sabiduría que el humano podría adquirir, pero que no puede debido a su adoctrinamiento causando disonancia cognitiva. Tal es esa disonancia que todavía se aplauden banderas y festivos que son la vergüenza de una nación y de un pueblo, que todavía no se ha dignado a disculparse, y aunque no seamos responsables de los actos de nuestros ancestros, sí lo somos de corregirlos y resolverlos, pues si no, son mochilas y cargas que arrastraremos hasta el fin de nuestros días como nación.

En resumen, el resultado es una película histórica que te dejará histérica ante tanta injusticia e ignorancia por parte de los supuestos civilizados, y es que ya se dice que desconfiemos más del trajeado que de andrajoso. El trajeado tiene poder para robar más, y seguramente predomine la psicopatía (ausencia de empatía) para lograr sus objetivos por encima de cualquier ser. Ignorada por la Academia, malversada por los críticos y denostada por el público, esta película es merecedora de ser abanderada y reivindicada mucho más que el día 12 de octubre como día de Hispanidad. Gracias señor Scott, por haber contado lo que a mí país le da vergüenza reconocer.


Para más críticas en instagram; @risard_egoteabsorbo
Risard
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5
30 de septiembre de 2019
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Tarantino o Tarantino con permiso de Hollywood? ¿Es este el homenaje que tanto ansiaba hacer a sus géneros favoritos mezclándolos? Sin duda picotea de todo lo que puede sin dejar muy claro al espectador a qué ha venido. Como el mejor dialoguista del cine de nuestra época, aquí se desmarca de su inteligente carrera, ya decaída en calidad de sus últimos films, para sorprendernos, a algunos, más bien para desorientarnos. Aquel director de los 90 que sorprendió con una de las mejores óperas primas del cine 'Reservoir dogs', o la inclasificable 'Pulp fiction', ahora se acomoda en su butaca como su protagonista Rick Dalton en su flotador para pinchar buena música y abstenerse de la realidad y sumergirse en la suya sin escuchar nada de su alrededor.

La lucha dualista entre éxito y fracaso recibe matices de diferentes colores, pasa por una gama en la que según la estadística emocional de nuestro protagonista se encuentre, ayudado de una cría de lo más inteligente a la par que repelente. Una estrella caprichosa que lloriquea como niño que no tiene su golosina, el estrellato permanente y ascendente. Suerte que tiene el hombro de un gran amigo, personaje que a un servidor le parece lo más interesante del film, que lo ayudará a flotar como el mejor representante, que a su vez, susodicho personaje interpreta un correcto Al Pacino. Buscando por dónde querer llevar al espectador, parece que se haya perdido en el laberinto de historias irrisorias y homenajeadas que tanto ama, pero que pasan sin pena ni gloria para un espectador incluso sin expectativas. Es una excesiva prolongación de metraje que marea al espectador sin aclarar las intenciones claras de su autor, con pretensiones a ofrecer un final entre sorprendente y humorístico que se queda a medio gas, por mucha llama que le haya querido prender. Si bien se hace ameno por el carismático personaje de Cliff Booth, no logra hacerme llegar al éxtasis que uno vivió con films como Pulp fiction, Kill Bill, incluso Death proof. Aquí Tarantino se masturba con sus fetiches de pies y su cine de spaghetti western, tan explotado en sus dos últimos films que no han pasado con la gracia de sus antecesoras, pero él no parece haber aprendido la lección, continúa insistiendo en lo interesante de unos géneros, como el Z o las series de kung fu, y en lugar de agitar el cóctel como hizo en Kill Bill, aquí sólo lo mezcla. Pretende transmitir al espectador su amor por semejantes engendros del cine que sólo los acérrimos al género o amantes incondicionales tarantinianos admirarán, obcecándose en que lo idolatremos cuando lo único que queremos es que acabe la película, o que vuelva a apasionarnos, como lo hacía antes. Por mucho que alguien me produzca admiración, no soy capaz de sentir amor ciego y perder mi criterio aceptando cualquier cosa. Tarantino se ha convertido en ese amante que con la madurez comienza a tener gatillazos, esperemos que su décima (y supuestamente última película) no sea directamente la disfunción eréctil.

Sus tres pilares, los utiliza bien, pero este barreño hace aguas de por todo y no consigue mantenerme idolatrando la pantalla como él esperaría y como a mí me gustaría. La belleza de Margot Robbie (sin desmerecer su enorme calidad como actriz, demostrada en 'Yo, Tonya') el impresionante aspecto de Brad Pitt, siendo el personaje más interesante del film, y un magnífico como siempre Leonardo DiCaprio, son lo único que en esta desbaratada historia me ha valido la pena. Más allá de sus tres protagonistas, cae en la inconexa narratividad e irrisoriedad de sus planteamientos, llegando al extremo de jugar con la realidad hasta tergiversarla y dejándonos con la miel en los labios a los que esperábamos algo mejor de lo que ha resultado.

Para más críticas en instagram; @risard_egoteabsorbo
Risard
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7
4 de diciembre de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Clive Barker firmo lo que hoy día podemos considerar uno de los grandes clásicos de terror, su influencia del mejor Carpenter acompañada de su metafórica novela, quien guionizó y dirigió él mismo, es, con rotundidad, una de las obras de terror más interesante de estudiar hoy día.

El recaudador del infierno es como el mensajero de un Dios cruel y vengativo que decide castigar a su protagonista por ser un gran buscador de nuevas experiencias sensoriales a través del erotismo. Barker se influencia de estéticas como la punk, nazi, y gay para narrarnos los horrores víricos de la época. Es probable que su director evite la lectura unívoca, pues los cenobitas, son demonios, a la vez denominados ángeles. Si el miedo al SIDA en los 80 era prácticamente como el mismo apocalipsis, Barker nos traslada al extremo ese horror del disfrute sexual por miedo a un castigo. Si investigamos sobre el origen de la epidemia, seguimos sin saber su origen real. Lo mismo ocurre con el origen de la creación. La fantasía en casos como estos es menester para poder entender, aunque sea ficticio, parte de nuestra esencia y nuestro mal.

Las puertas del infierno se abren cuando no somos coherentes entre lo que pensamos, sentimos y hacemos, y es así como la maldición del sufrimiento y las enfermedades ganan fuerza para desarrollarse, en esos pequeños huecos vacíos que abandonamos ante la incertidumbre, la duda o el miedo. La inseguridad de ser quien queremos ser, nos lleva a traer a nuestro presente el mismo infierno. Los cenobitas son como esas enfermedades que esperan que abandones esa puerta al miedo para poder entrar en tu vida dando un portazo y poseyendo tu realidad para convertirla en el reino del infierno lleno de horror, como a nuestros protagonistas.

El sexo es, por ende, la puerta más grande por la que pueden entrar los demonios (enfermedades) debido al castigo religioso que esta práctica ha recibido a lo largo de nuestra historia, y que curiosamente es lo que nos da la vida, lo que deberíamos celebrar y alabar, pero nos han educado en temer. El placer es vida, es cura, pero ya se han encargado bien de estigmatizarlo para que se convierta en su propio antagonista.


Para más críticas en instagram; @risard_egoteabsorbo
Risard
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