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Críticas de Por Una Solapa
28 de julio de 2012
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo que faltaba. El cine de autoayuda. Si hay algo más vil que convertir en un best-seller un retazo de tu vida con la excusa de querer "compartirlo" y que el mundo aprenda algo de él, es que también sea llevado al cine. De esta manera la gente que no lee novelas también accede a tu epifanía celestial. No tengo nada contra el cine comercial, lo que es vomitivo es que gente que quiera pagarle de una vez por todas los implantes mamarios a sus esposas (o directamente cambiarlas por otras más jóvenes y esbeltas) exporten valores humanistas o espirituales.
Para asegurarse de que esta basura sea vista por millones contaron con la presencia de Julia Roberts, una actriz que siempre hace estallar the box office a pesar de que su repertorio expresivo se reduzca a: sonreir, sonreir más, sonreir mostrando los dientes, sonreir inclinando un poco la cabeza y quizás llorar. Creo que la única vez que me cayó bien fue cuando hizo de Campanita, pero no quiero exagerar. En la versión latina del póster vemos a la "bella" Julia junto a Javier Bardem, que sólo ocupa un cuarto del metraje pero, ¡joder!, es un actor todoterreno que puede hacer de latin lover, escritor gay, tetrapléjico, psicópata y psicópata latin lover. Pongámoslo.
Para asegurarse de que esta basura sea vista por millones contaron con la presencia de Julia Roberts, una actriz que siempre hace estallar the box office a pesar de que su repertorio expresivo se reduzca a: sonreir, sonreir más, sonreir mostrando los dientes, sonreir inclinando un poco la cabeza y quizás llorar. Creo que la única vez que me cayó bien fue cuando hizo de Campanita, pero no quiero exagerar. En la versión latina del póster vemos a la "bella" Julia junto a Javier Bardem, que sólo ocupa un cuarto del metraje pero, ¡joder!, es un actor todoterreno que puede hacer de latin lover, escritor gay, tetrapléjico, psicópata y psicópata latin lover. Pongámoslo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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19 de enero de 2013
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Por qué los fans de Burton dejan de lado a Ed Wood, su obra maestra? ¿Por qué ostentan orgullosos pins de Jack Skellington y no del Pingüino, el personaje más burtonesco de todos? ¿Por qué no vi -ni tengo ganas de ver- Alicia en el País de las Maravillas si hasta hace pocos años Burton era mi héroe?
Porque, como dice Leonardo D'Espósito en la revista Ñ, Tim Burton es tanto una marca como una persona. No es casual que el mejor gag de Dark Shadows tenga a uno de los logotipos más famosos del mundo como protagonista (y no sé si la idea fue de los guionistas o del mismo B) ¿Será una burla a su propia celebridad? Espero que sí.
Los grandes momentos de Sombras Tenebrosas son aquelllos en los que el director parece redefinir lo "burtoniano": los créditos musicalizados con The Moody Blues en lugar de Elfman, el recurrente chiste de Alice Cooper, la fellatio al vampiro dark, la alusión a la masturbación femenina...
Vamos a ver qué pasa con el perro resucitado.
Porque, como dice Leonardo D'Espósito en la revista Ñ, Tim Burton es tanto una marca como una persona. No es casual que el mejor gag de Dark Shadows tenga a uno de los logotipos más famosos del mundo como protagonista (y no sé si la idea fue de los guionistas o del mismo B) ¿Será una burla a su propia celebridad? Espero que sí.
Los grandes momentos de Sombras Tenebrosas son aquelllos en los que el director parece redefinir lo "burtoniano": los créditos musicalizados con The Moody Blues en lugar de Elfman, el recurrente chiste de Alice Cooper, la fellatio al vampiro dark, la alusión a la masturbación femenina...
Vamos a ver qué pasa con el perro resucitado.
¡Patos!
28 de julio de 2012
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este año tuve dos sorpresas con Cronenberg: una mala y una buena. Un método peligroso fue la mala, la otra fue esta maravilla que durante mucho tiempo no se conseguía en videoclubes y que vi a un precio irrisorio.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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21 de noviembre de 2012
5 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
No me gustan los deportes. Ninguno. Me aburre verlos, jugarlos y escuchar cualquier conversación o debate que los tenga como centro. Cuando estoy con un grupo de personas y empiezan a hablar de fútbol, siento que me están pidiendo que me retire, que me vaya a alguna otra parte. Los deportes forman parte del vasto catálogo de cosas que me importan un rábano: mi curiosidad es muy limitada; los temas que realmente despiertan mi interés son tres o cuatro.
Cuando un narrador (un cineasta, un escritor, un interlocutor) logra que algunas cosas del mencionado catálogo me llamen la atención hasta el punto de que me parezca (por tres horas, dos horas o unos minutos) la cosa más copada del Universo, se gana toda mi admiración y respeto. Lo hace Martín Kohan con el boxeo en Bahía Blanca, lo hace Scorsese con el mundo de las apuestas en Casino y lo hace Spielberg casi todo el tiempo con la ufología, la arqueología, la genética o lo que se le antoje.
Top Gun es un blanco fácil, se la puede atacar por varios flancos y en cualquiera de ellos reducirla por completo. Se me ocurren por lo menos 23 razones para decir que no sólo es una mala película, sino que también no merece estar en el corazón de los ochentosos más nostálgicos. Pero su punto más vulnerable, aquél en el que puedo disparar a esta Estrella de la Muerte y hacerla volar en mil pedazos en cuestión de segundos es que mi desinterés por la aviación, la vida de los aviadores y la jerga técnica que usan permaneció intacto durante los 110 minutos del filme de 1986 con Tom Cruise. Con el agravante de que, es justo aclararlo, tenía todas las ganas del mundo de que me gustara.
Cuando un narrador (un cineasta, un escritor, un interlocutor) logra que algunas cosas del mencionado catálogo me llamen la atención hasta el punto de que me parezca (por tres horas, dos horas o unos minutos) la cosa más copada del Universo, se gana toda mi admiración y respeto. Lo hace Martín Kohan con el boxeo en Bahía Blanca, lo hace Scorsese con el mundo de las apuestas en Casino y lo hace Spielberg casi todo el tiempo con la ufología, la arqueología, la genética o lo que se le antoje.
Top Gun es un blanco fácil, se la puede atacar por varios flancos y en cualquiera de ellos reducirla por completo. Se me ocurren por lo menos 23 razones para decir que no sólo es una mala película, sino que también no merece estar en el corazón de los ochentosos más nostálgicos. Pero su punto más vulnerable, aquél en el que puedo disparar a esta Estrella de la Muerte y hacerla volar en mil pedazos en cuestión de segundos es que mi desinterés por la aviación, la vida de los aviadores y la jerga técnica que usan permaneció intacto durante los 110 minutos del filme de 1986 con Tom Cruise. Con el agravante de que, es justo aclararlo, tenía todas las ganas del mundo de que me gustara.
27 de enero de 2013
4 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que Femme Fatale tenga en FilmAffinity el apocado puntaje de 5,4 (mientras que Amélie ostenta un nada despreciable 7,9), que en IMDb repita de grado con un 6,2 (mientras que Bastardos sin Gloria se gradúe con un 8,3) y que Jorge Drexler -luego de medirle el aceite a Leonor Watling- le pase el plumero a su Oscar (mientras que a De Palma nunca lo nominaron a uno) son motivos más que suficientes para que los dioses lovecraftianos de Carpenter y de Goddard salgan de su pesado letargo y hagan lo que tengan que hacer. Pero quién dijo que todo está perdido, debajo del poncho traigo la Buena Nueva que los va a salvar de un chapuzón en el Sena si es que alguno por ahí -entre tanto vidrio molido- no conoce este diamante del 2002. El escritor y director Brian De Palma nos embriaga -ma' qué nos embriaga, nos falopea- con cine concentrado e intravenoso y hace que nos olvidemos del mundo, del aumento de las expensas y de lo mal que nos cae Antonio Banderas (algo que Almodóvar no logra siempre). Es un banquete pantagruélico ver una vez más a la cámara de Brian deslizarse en espacios grandes y cerrados (mansiones, shoppings, estaciones de trenes y en este caso un hotel), a la desatada Laure que compone Rebecca Romijn (que al igual que Carlito Brigante hace maravillas en la mesa de pool) , un metraje minado de detalles que obligan a revisarla -y con gusto- más de quince veces y un desenlace que sólo puede molestar a la gente con el corazón podrido. Sólo la secuencia en Cannes hace que el haber obtenido el DVD por irrisorios veintinueve pesos con noventa centavos parezca un asalto a mano armada al Video Cine Arte Colón con pantimedia como máscara y toma de rehenes por nueve horas incluidas.
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