Cumple nuestras expectativas a base de tópicos. Pocas expectativas eso sí, porque de no ser por la presencia de Kate Beckinsale y Luke Wilson, este film no sería más que carne de videoclub. Ambos forman una pareja que lleva consigo todos los clichés que podríamos esperar. Se trata de una pareja en crisis, a punto de divorciarse debido a la desgracia de perder a un hijo. Su relación, como es de suponer, no pasa por su mejor momento y no hacen más que tirarse los trastos el uno al otro.

Eso sí, cuando llegan los problemas, reencuentran el amor y se juran salir vivos para comenzar de cero.

De las premisas no hace falta hablar demasiado: carreteras secundarias, coche averiado, motel con tipos raros… aunque reconozcámoslo; nos encantan los tópicos.

En este sentido, nos encontramos con Ethan Embry intentando ser un mecánico con chispa para el humor, o con Frank Whaley haciendo del sicótico de turno. Tipos extraños donde los haya que uno no quisiera como vecinos. Al personaje de Whaley se le pueden sacar comparaciones con miles de locos sicóticos dentro del cine, pero es a eso a lo que se juega en el film. Y la verdad es que cumple su cometido, aunque se le echa en falta un poco de ese humor negro en sus comentarios para darle un poco más de vidilla al asunto.

La peli sigue la tónica actual de meter a un personaje extraño con ganas de matar, pero sin dar ninguna explicación de sus motivaciones (Como ejemplo ilustrador, nada menos que la simpática Cuando llama un extraño de Simon West). Parece que se lo quieren tomar tan en serio, o tienen tan pocas ideas, que se ha perdido el interés por la figura del malo de turno. Ya no vemos psicópatas como los de Scream dando su esperado discurso final explicando y defendiendo sus acciones.

Lo que nos encontramos en filmes como el de Nimród Antal es un tipo que se pasa el día corriendo y asustando a sus víctimas antes de matarlas y que no sabe enlazar más de tres frases seguidas. Todo hay que decirlo, para bien o para mal, el final sorprende; uno no se lo espera.

No hay que olvidarse tampoco del personaje bonachón que viene a ayudar sin saber la que se le viene encima. En este caso se trata de un pobre policía que seguramente estaría echando una cabezadita antes de recibir la llamada de auxilio.

A favor de la peli se ha de destacar la ambientación del motel y el juego de golpes en paredes y puertas al que se ve sometida la pareja protagonista antes de comenzar las persecuciones e intentos de huída. Así como la idea de la grabación de las cintas snuff y la sordidez de dejarlas a la vista en la habitación para que los huéspedes las vean (antes de saber que ellos serán los siguientes protagonistas).

Este film es otro ejemplo más de lo descuidado que anda el género, algo que pretenden solucionar con chicas guapas como Kate Beckinsale y sangre (porque aquí la sangre tampoco falta en los momentos finales).

La historia de un hombre acabado y resentido que pretende "curar" a una oveja descarriada que se pierde por un polvo. El nombre de Lazarus ya nos indica nada más empezar por donde irán los tiros, se trata de un relato de resurreción y redenciones personales. A grandes trazos el argumento resulta descabellado y original a partes iguales. El visionado del film deja a uno con una impresión matizada: no es tan descabellada pero tampoco tan original.

Sin embargo capta nuestro interés y nos lleva de la mano con una cierta fluidez que nos hace salir satisfechos por el resultado. Eso sí, peca de cierta previsibilidad.

Como ya ocurrió con Hustle & Flow, Craig Brewer utiliza la música a modo de hilo conductor, y lo hace de forma eficiente. En esta ocasión la nota musical la pone un más que notable Samuel L. Jackson, que junto a Christina Ricci son de lo mejor de la película. Justin Timberlake, por su parte, también aprueba y reafirma que es una apuesta de futuro.

A modo de conclusión, es una película interesante de ver, con un planteamiento diferente y un trabajo actoral y técnico que deja buen sabor de boca. La pega, recuerda demasiado a lo anterior del director.

Sin duda, la película del año. El film deja a un lado todos los tópicos del género y nos muestra una investigación policial, tal y como si estuviesemos leyendo un informe. La grandeza de esta película es que, a pesar de su larga duración, consigue mantenerte sentado en la butaca sin poder dejar de prestarle atención. Es destacable también que la ausencia de música en buena parte de las escenas no hace flojear las secuencias de tensión, más bien al contrario. Aunque tiene que ver poco con lo hecho por Fincher con anterioridad, tiene momentos impactantes y no defraudará a sus más fieles seguidores.

Por su parte, el cuidado de los personajes es magnífico; las actuaciones de los protagonistas Jake Gyllenhaal, Robert Downey Jr. y Mark Ruffalo, especialmente los dos primeros, son más que notables; algo a lo que Gyllenhall particularmente ya nos tiene bien acostumbrados.

Y para finalizar, a nivel técnico es sobresaliente, se nota la meticulosidad de David Fincher que, por momentos parece querer demostrar de lo que es capaz con ciertos planos y secuencias.

Lo dicho, la película del año.

Perturbadora. Perturbadoramente realista. La crudeza y simpleza con la que se muestran los hechos resulta sobrecogedora.

Podríamos hablar de las notables actuaciones, la dirección o el efectivo apartado técnico, pero con películas como esta, hay que hablar de otras cosas.

La película huye de los adornos y nos muestra la situación desnuda, carente de sentimentalismos para mostrarnos la agonía y desesperación de una esposa por encontrar a su marido. El film narra una situación como si se tratara de un documental, lo que se convierte en un gran acierto al abordar un tema tan complejo como es el del terrorismo y la labor periodística.

Sin embargo, esta película no trata sobre eso, en el fondo habla de amor y esperanza. Con un primer vistazo puede parecer una simple denuncia o un toque de atención, pero mirando más profundamente, nos damos cuenta de esos matices que hacen de este film una pequeña joya a la que el tiempo elevará a donde se merece.

A pesar de un guión un tanto confuso, la película sale a flote con cierta facilidad gracias a unas buenas interpretaciones (ya tradicionales en la saga) y un apartado visual increible. Cabe destacar el papel de Keira Knightley que se convierte, merecidamente, en la gran estrella del film aunque nuestro amigo Jack Sparrow no decepciona en absoluto.

Está por encima de la anterior, a pesar de algunas confusiones que pueda provocar esta enrevesada historia, sabe llegar a un final convincente siempre acompañado de una más que aceptable banda sonora y unos efectos que deslumbrarán a cualquiera.