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Críticas de Luis Guillermo Cardona
Críticas 3,333
Críticas ordenadas por utilidad
7
21 de noviembre de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cada despertar, el ser humano tiene siempre en perspectiva y a su disposición, tres poderosos caminos por los que puede orientar su vida. Estos caminos se llaman Ser, Hacer y Tener.

El Ser, lo encaminará hacia una búsqueda interior (conocimiento de sí mismo) que hará posible entender las razones básicas de la existencia y concentrará sus mayores esfuerzos en procura de la trascendencia con la meta de la Unicidad. El Hacer -con el Ser-, lo pondrá al servicio de la transformación individual y colectiva, en procura de aportar a la solución de los conflictos sociales... y cada acción diaria será un fluir inagotable de las grandes herramientas que la vida le ha dado por esencia.

En cambio, cuando el hombre asume el Hacer, sin haber fortalecido el Ser, caminará a la deriva, improvisará constantemente, y hará (y se hará) frecuentes daños, por su ligereza y por desconocimiento del lazo invisible que lo une a los demás; y cuando el hombre se dedica a Tener, y todo lo que hace es nada más que por tener y más tener (faltando incluso a los principios éticos), es clara demostración de que ha ignorado el Ser, y entonces, mientras más tenga más vacío se sentirá, porque el tener es externo y no puede llenar el interior ni complacer al espíritu.

Eddie Anderson -para su padre siempre, Evangelus Arness, por su origen griego-, es un publicista que tuvo su momento de "gran éxito" en el Hacer y el Tener, hasta que un día se dio cuenta de que se olvidó del Ser y que lo logrado, hasta entonces, no era otra cosa que un pesado fardo, puesto que vendió mentiras, promovió productos nocivos y se engañó a sí mismo por complacer a los demás, en especial a los inconscientes y a los sinvergüenzas.

Se me antoja esta historia como una suerte de visión de futuro de, “Esplendor en la hierba”, en el supuesto caso de que, el señor Stamper, hubiera seguido vivo y, Bud, se hubiera casado con la linda, pero doblegada Deannie, dispuesta a tolerarle y a complacerle de manera muy semejante a como haría una esclava. Entre tanto, Bud, esmerándose por escalar una posición social complaciendo a su padre y renunciando a todo lo esencial de la vida, envilecido con el absurdo afán de poseer.

Basado en su propia novela -pues, escribir fue su última gran afición-, el director Elia Kazan, realiza un filme innovador y colmado de interesantísimos apuntes psicológicos, donde escudriñar en el Ser es el objetivo primigenio de su historia. Con un buen número de apuntes autobiográficos, el personaje de Eddie, es una suerte de alter-ego que sirve a Kazan para demostrar cómo podemos ponernos en riesgo de malbaratar la vida por emprender los caminos esenciales a la inversa.

De nuevo, estupendas actuaciones de, Kirk Douglas, Faye Dunaway y Deborah Kerr, conformando un triángulo amoroso que incluirá paranoia, obsesión e intento de suicidio, como parte de una trama que, de haber sido un poco más corta y menos colmada de abstracciones, de seguro hubiera calado mucho más entre el grueso del público y hasta en los Críticos de Cine.

Título para Latinoamérica: <<EL ARREGLO>>
Luis Guillermo Cardona
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10
20 de noviembre de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es tan nociva una libertad convertida en libertinaje (como la que se está dando entre tantísimos jóvenes de hoy), como una vida subyugada y sometida a los dictados de los padres, semejante a la que vivieron incontadas personas en décadas anteriores. Lo dañino está siempre en los extremos, pues solo en el punto medio es donde hay lugar para el equilibrio y la sensatez. Debe haber libertad, pero ésta debe estar acompañada de buen ejemplo, de compañía, de diálogo asertivo, de normas concertadas y de mucho afecto, pues de esta manera es como los chicos podrán entender cual es el límite.

Lo deplorable, es cuando los padres –sin ofrecer nada distinto a apoyo material- quieren imponerse sin respetar el derecho de sus hijos a decidir sobre su propia vida. Lamentable que quieran con sus chicos compensar sus frustraciones; y necio de toda necedad, que lleguen a creer que ellos lo saben todo y que, solo obedeciendo sumisamente, sus hijos podrán ser felices. Esto se llama ‘ceguera a la enésima potencia’, y en pleno siglo XXI, bien sabemos que todavía quedan algunos progenitores de este deplorable estilo.

Muy sobriamente realizada por Elia Kazan, quien da cuenta de nuevo de una excelente dirección de actores con esa definitiva puesta en práctica del método realista y progresista del Actor’s Studio, “ESPLENDOR EN LA HIERBA” se convierte en un preclaro ejemplo del cine que recrea una problemática en cuyo cambio sin duda influyó, y como obra maestra, bien que se merece el sello de la perennidad.

William Inge, justo merecedor del premio Oscar por su excelente guión, centra su historia en tres de los casos que más estrechaban el cerco a la juventud: El primero, Bud, lo representa el debutante Warren Beatty, y es él ‘el hijo obediente’ que por falta de carácter, sigue las reglas de su padre de manera irrestricta, y esto lo llevará a decisiones de las que quizás se duela el resto de su vida. Natalie Wood (nominada al Oscar) es Deannie ‘la chica decente’ y esto la obliga a reprimir sus ímpetus y deseos sexuales, con lo que adquirirá una neurosis que terminará llevándola a una clínica de reposo. Y Ginny (Barbara Loden), la hermana de Bud, es ‘la chica rebelde’, ávida de afecto y dispuesta a hacer su vida en contra de las imposiciones paternas… y esto le significará el aislamiento y el maltrato social de manera inmisericorde.

Hay conceptos que merecen una seria reflexión en esta película: “Nosotras no disfrutamos de esas cosas –dice la madre de Deannie refiriéndose al sexo-, sólo les dejamos hacer para poder tener hijos”. Una idea ya caduca porque los órganos de la mujer están naturalmente dotados para sentir un delicioso orgasmo y los hijos son una elección que debe tomarse asegurando el placer de, ambos, miembros de la pareja. Solo así serán bienvenidos. Y cuando un padre dice: “Todas mis esperanzas están puestas en ti”, está forzando a su hijo a abandonar su propio camino, para que intente vivir el que no le correponde. Y así no debe ser.

“ESPLENDOR EN LA HIERBA” fue la mejor actuación que la angelical Natalie Wood realizó en su vida. Ella tambien lo creía así, y tengo la sensación de que, aquel 29 de noviembre de 1981, cuando murió al caer del yate en el que viajaba junto a su marido, la última imagen que pasó por su mente, fue aquella en la que se lanza al agua muy cerca de la cascada, en el filme de Kazan. Quizás pensó en realizar lo que en la ficción no pudo. Por eso, el certificado final de su deceso reza: “Ahogamiento por factores no determinados”.
Luis Guillermo Cardona
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8
19 de octubre de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo digo con conocimiento de causa… y oficio: Una de las mejores inversiones en tiempo y dinero que uno puede hacer en su vida, es asistir con un terapeuta holístico a hacerse una anamnesis. El terapeuta, en cada sesión integral (revisionando espíritu-mente-cuerpo), te facilitará un paseo de recordación de las diferentes etapas y experiencias de tu vida, y ayudándote a reinterpretarlas, te permitirá ver y comprender cosas que, hasta entonces, solo eran para ti causales de frustración, sentimientos de culpa o resentimientos. Al final, se queda livianito y comprendiendo mucho más de lo que se pudo comprender en todos los años que se hayan vivido.

Una anamnesis es lo que hubiera necesitado, el señor Schmidt, y así no hubiera tenido que esperar, hasta luego de jubilarse, para llegar a comprender que su vida ha sido un completo desperdicio. Trabajó largos años en una compañía de seguros, estuvo casado más de cuatro décadas, y tuvo una linda hija… pero la vida está a punto de enseñarle su inmenso vacío: que ni allí lo extrañan, que siempre ha vivido insatisfecho con su esposa, y que su hija lo ve, casi, como un completo extraño.

Es hora entonces de revisitar algunas cosas y hechos del pasado, y así, Warren Schmidt (pudo ser Smith de los que abundan en los United States, pero era mejor no herir susceptibilidades), viaja hacia un autodescubrimiento que le traerá algunas ácidas sorpresas.

<<A PROPÓSITO DE SCHMIDT>>, fue un guion escrito algunos años atrás por el director, Alexander Payne, el cual fue rechazado en el momento de enseñarlo a los productores. Quedó, entonces, guardado en algún cajón... hasta que, conocida la novela de Louis Begley, el director tomó de allí algunas ideas que -según nos confesaba en reciente visita a Medellín-, no suman más del 10%, siendo, el otro 90, su viejo guion y otras ideas incluidas por su colaborador, Jim Taylor.

El resultado es un filme bastante satisfactorio, intimista, corrosivo, con algunos toques bastante divertidos… y hasta con un atrevimiento de la veterana y apreciable actriz, Kathy Bates, de la que nunca imaginé llegaría a este punto.

Podría ocurrir que, <<A PROPÓSITO DE SCHMIDT>>, te motive a mirar un poco más hacia dentro.

Título para Latinoamérica: <<LAS CONFESIONES DEL SR. SCHMIDT>>
Luis Guillermo Cardona
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6
18 de octubre de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En, "Carnets de un escritor" (1944), W. Somerset Maugham, escribía: “El valor del arte reside, no en la belleza, sino en su acción directa. Si el arte no es más que un placer no tiene gran trascendencia. Es como las esculturas de los capiteles de las columnas que soportan un majestuoso arco: Deleitan la vista con su gracia y su diseño, pero, no producen ningún efecto funcional. Si no nos anima a la acción directa, el arte no es más que el opio de la inteligencia”.

Sabias palabras a las que, Maugham, respetó y validó en sus más grandes novelas: “El filo de la navaja”, “La luna y seis peniques”, “Servidumbre humana”, “El velo pintado”… Su literatura nos remueve desde muy adentro, sacude criterios que dábamos por muy ciertos, y descorre esas vendas que nos llevan a ver tan superficialmente la existencia; y este proceso nos induce al cambio, porque, cuando la existencia se ve de otra manera es inevitable que actuemos en una forma distinta… y así, el arte logra su cometido y el mundo evoluciona para bien de todos.

Escrita en 1925, “El Velo Pintado”, ya había sido llevada al cine, en 1934, con Greta Garbo y Herbert Marshall, bajo la acertada dirección de Richard Boleslawski, dando lugar a un filme profundamente romántico con unos personajes muy bellamente construidos; y como suele ocurrir con las inmortales novelas del escritor franco-inglés, cada tanto hay un director (o productor) que se impacta con alguna de ellas y siente que quiere hacerla a su manera (más fiel o menos fiel) para conocimiento, y consentimiento, de las nuevas generaciones.

John Curran (“Praise”, “We don´t live here anymore”), se animó también con, <<EL VELO PINTADO>>, y el resultado es una versión muy cuidada en sus aspectos formales (ambientación, fotografía, vestuario, música…), pero que no logra transmitir la interioridad y la emocionalidad que sí consigue el polaco-americano, Boleslawski, y que, por supuesto, abunda en la obra de W. Somerset Maugham.

Sus protagonistas, Edward Norton y Naomi Watts -sin duda dos buenos actores-, tampoco los siento acertados en sus respectivos roles, pues, siendo objetivos, Norton no tiene un pelo de galán y, Naomi, tiene un profundo aspecto de niña buena donde no cabe esa fuerte pasión infiel que identifica los primeros tiempos de su personaje. Ni siquiera, Schrieber, me resulta convincente, pues tiene más aspecto de cura que de seductor.

De otro lado, la larga extensión del filme da lugar, en este caso, a varios puntos muertos y el drama baja y sube haciendo difícil que nos compenetremos de manera definitiva. Curran, sostiene la trama con sus aciertos visuales; estuvo muy bien la metafórica escena en el teatro con la cantante china; los diálogos resaltan en diversas ocasiones; y con un esforzado desarrollo de la que es, sin duda, una muy bella historia, logra dejar en claro que es el íntimo conocimiento el que puede, definitivamente, conducir al verdadero amor.

Hay diversos finales en cada una de las películas. Deberías verlas ambas… y vale la pena leer el libro para saber cuál de estos caminos prefirió el autor.
Luis Guillermo Cardona
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7
12 de octubre de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bautizada como, Marie Martha Mathilde Triepcke, en 1888, esta pintora danesa había entablado amistad con el pintor más reconocido internacionalmente entre los noruegos de su época. Peder Severin Krøyer, quedó encantado con la belleza de Marie… y cuando volvió a encontrarla, en París, ese mismo año, tuvieron un apasionado romance y se casaron, al año siguiente, en Alemania. Ambos estuvieron asociados al grupo de pintores de Skagen, una costa en el extremo norte de Jutlandia, Dinamarca, que les atraía particularmente por su belleza paisajística y su luz muy especial... y desde que contrajeron matrimonio, muchos de los cuadros que pintó P. S. Krøyer, incluían a su esposa, Marie, como modelo.

Ella le llamaba, Søren (¿en alusión a Kierkegaard?), tuvieron una linda hija llamada Vibeke… y lo que fuera un amor profundo, se convierte en un drama intenso cuando la sífilis comienza a afectar el equilibrio mental del renombrado pintor y la ceguera se agrava cada día más. Después de soportar, por años, escasos días de calma entre una y otra recaída en que se sentía violentada y amenazada por su esposo, llega el momento en que, Marie, conoce al compositor sueco, Hugo Alfvén… y se inicia, así, un tormentoso triángulo amoroso que el director, Bille August, recrea con notable fuerza dramática y con una gran belleza visual.

Sin repercusión alguna, la historia de P. S. Krøyer ya había sido adaptada, en 1987, por el sueco, Kjell Grede, en un filme titulado, “Hip, Hip, Hurrah!”, y extrañamente, el filme de Bille August, también ha quedado un tanto relegado pese a sus connotadas virtudes, pues, además de tener una plausible puesta en escena, ofrece una historia dramática mesurada, pero, muy significativa.

<<MARIE KROYER>>, comienza con la pareja ya casada: Søren instruyendo a Marie en el manejo de la luz para sus óleos, y en un ambiente donde pareciera respirarse mucha paz y abundante cultura, en la grata compañía de su hija Vibs, como ellos la llaman… Pero, luego vemos que el pintor ya no consigue cumplir con sus deberes maritales y una sensación de frustración comienza a pesar en el ambiente. En su última exposición, aparece entonces la figura de Hugo Alfvén… y no tardará en empezar para Marie una vida de altibajos, donde sentirá palpitar el amor, pero también la amargura de inesperadas decepciones.

Con un guion firmado por Peter Asmussen, quien adaptó la novela, “Balladen om Marie: En Biografi om Marie Krøyer”, escrita por Anastassia Arnold, el drama se desenvuelve con notable mesura, sin caer, ni un solo momento, en las trampas del sensacionalismo; la fotografía, la música y la iluminación, se ajustan de manera precisa con el estado emocional que pesa en los protagonistas; y el director danés consigue hacernos sentir el clima que reflejan las obras del artista. En la parte actoral, Birgitte Hjort Sørensen y Søren Sætter-Lassen, dan convincente vida a aquella pareja de artistas que pasa por su pequeño infierno… y al final, uno siente que ha presenciado un drama capaz de moverle unas cuantas fibras.
Luis Guillermo Cardona
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