Mostrando evidentes paralelismos con cintas como Apocalypse Now y 2001, Ad Astra se presenta como una road (space) movie o epopeya heroica en el espacio desplegando una ingente cantidad de recursos técnicos y cinematográficos. El trabajo de Brad Pitt, esta vez como Roy MacBride, es excepcional como siempre a pesar de mis dudas iniciales por saber cómo se desenvolvería en un filme de estas características. La película contiene buenas dosis de aventura espacial, ciencia(-)ficción, drama, psicología y documental, con unas imágenes cuya belleza cautivarían hasta al ser humano más duro de pelar. Su búsqueda de existencialismo, sin embargo, no llega ni por asomo a 2001, diluyéndose en vacuas y refritas conversaciones o discursos en off del protagonista que rozan peligrosamente el aburrimiento. Y es que esta película, de más de 120 minutos de duración , se nos antoja lenta de desarrollo, con un ritmo que bien podría haber acelerado mínimamente su director James Gray. Estéticamente impecable y con unos efectos y montaje casi perfectos, Ad Astra falla al final, desperdicia una enorme oportunidad de ir más allá y se apresura en su conclusión. A pesar de todo, merece la pena cada euro de la entrada de cine que pagamos (esta película pierde todo si la ves en una tablet o portátil) aunque sólo sea para asomarnos a un futuro no muy lejano en el que el ser humano pueda pasearse habitualmente por el Sistema Solar y quizás más allá.

Y es que "La desolación de Smaug" se basa en un frenesí de acción grandilocuente, un derroche de efectos digitales y una orgía de invenciones tanto conceptuales como cinematográficas para llenar las dos horas y media de metraje de esta segunda parte de la trilogía más artificial del mundo. Como fan de Tolkien, es cierto que disfruto con las historias de la Tierra Media y que alabo las buenas intenciones de Jackson al ir más allá de lo que representa El Hobbit, un simple cuento de niños que Jackson ha aderezado con invenciones propias y algo de aquí y allá rebuscado por El Silmarillion. Y es precisamente el Silmarillion lo que tendría que haber adaptado Jackson, pues este libro sí que da para tres o cuatro películas y supondría un enorme esfuerzo de adaptación por su parte y por y su equipo de guionistas.

El Hobbit, sin embargo, está concebido por su director (y creador) como póliza de jubilación por un lado y como onanismo cinematográfico por otro. Porque según Jackson, todo vale. Inclusión de personajes, espacios y sucesos que no deberían estar ahí, pero están. Elección aleatoria de personajes calcados de ESDLA interpretados por actores que en ocasiones no dan la talla. Extensión de las escenas de acción como un chicle boomer, abuso de los efectos visuales, diálogos que no van a ninguna parte, utilización irracional de la música, saturación de personajes en cada escena que produce una "desaparición" actoral de los mismos, etc.

Y a pesar de todos sus defectos, posee grandes virtudes, sobretodo si el espectador no es fan de Tolkien. Una acción casi constante, una diversidad de escenarios que combina efectismo visual y fotografía auténtica, un seguimiento casi perfecto del viaje del grupo de enanos, muy lineal y bien explicado, combinación de elementos trágicos y oscuros con otros cómicos (a veces casi ridículos) y, sobretodo, un Smaug que es casi lo mejor de la película. (sigue en Spoiler)

Ahora que acabo de digerir la película vista hace unas horas me considero en condiciones de realizar una crítica objetiva, que quizás tampoco lo sea mucho al ser fan de la saga desde la adolescencia. Comenzaré por el ambiente del cine y de la sala. Haberlo, lo había, pero ya no era lo mismo. Había algo de tristeza en el ambiente, a pesar de la presencia de la delegación local de la 501st. Quizás tristeza porque finaliza la saga, o quizás miedo o pavor de averiguar precisamente cómo concluía.

Una vez dentro, comprobé que los jóvenes espectadores de 20 añitos se alternaban con gente de 40 y 50, encontrándome yo entre los tempranos cuarentones. En la mirada de unos y de otros faltaba la chispa y reinaba el escepticismo. En fin, al grano. Un comienzo fulgurante, como casi siempre en Star Wars, realmente me sentía clavado al asiento y quería más. Pero conforme avanzaba la película me iba dando cuenta de lo que pretendía J J Abrams. Arreglar los desvaríos previos de las dos anteriores entregas y pasar la tijera sin contemplaciones, porque se puede decir que en "El Ascenso de Skywalker" ya no sobra nada. . Falta épica y otras cosas, sí, que sólo revelaré en el spoiler, pero da la impresión de que tanto director y guionista se han afanado en atar cabos sueltos, en eliminar situaciones y personajes o en reducirlos a una mera presencia de dos líneas de guión.


Para tal empeño se ha recurrido, unas veces, a las conexiones con la trilogía clásica y otras al Universo Expandido de Star Wars. Sin embargo, para explicar otras situaciones o lagunas argumentales se ha recurrido al desvarío, a la pura invención, o incluso al despropósito, lo que nos lleva a momentos del filme en que todo es tan barroco y tan desmesurado que hasta la técnica cinematográfica actual no consigue reflejar en la gran pantalla tal cantidad de píxeles producidos por el ordenador. Hay momentos en que asistimos a una obscena sucesión de efectos grandilocuentes que convierten la película en un vídeo juego, y otros en que el público se queda murmurando un... WTF??


En esta película todo parece tener su solución o su clave (precipitada o absurda), toda causa su efecto, toda acción su consecuencia. Lo único que me ha convencido esta vez ha sido la mesura de los personajes (y de los actores que los encarnan). Adam Driver está, en mi opinión, sobresaliente, mientras que Jon Boyega, Daisy Ridley y Oscar Isaac , por así decirlo, han madurado y sus actuaciones son bastante buenas y convincentes. De los demás quiero decir que quedan desdibujados, muchos de ellos a propósito .porque tanto director como guionista no sabían qué hacer con sus personajes y han quedado "ninguneados"

Otro aspecto que me ha convencido es la atmósfera oscura de la película. Salvo un par de localizaciones, el resto de espacios provocaba misterio, angustia, incertidumbre.
En resumen, un final aceptable, que no brillante, para una tercera trilogía, que no para una saga.
Más en spoiler, sobre todo aspectos negativos

Asombrosa cinta de ciencia no-ficción, en la que prácticamente todo lo que sucede en el vacío estelar ha sido documentado al milímetro. Alarde de poesía visual, efectos especiales y fotografía, los apenas 90 minutos de duración se nos hacen cortos mientras acompañamos, tanto en tercera como en primera persona, a los protagonistas del filme en su titánica lucha por sobrevivir en un medio hostil sin atmósfera, sin sonido y sin contacto con la Tierra.

En determinados momentos del filme, su factura, trascendencia y mutismo nos retrotraía a 2001 de Kubrik. En otros, sin embargo, la búsqueda de la lágrima fácil y de la identificación con el espectador conllevaba algún que otro bostezo o sensación ajena de ridículo.

Película concebida casi exclusivamente para ser disfrutada en 3D, abusa en ocasiones de esta técnica, algo que perdonamos cuando se nos regalan las mejores escenas de acción y tensión del filme bajo este formato.

Un último "pero" podría atribuirse a la génesis del argumento, es decir, nos suena irreal la manera en la que se fragua la historia al inicio. Sin embargo, el tratamiento de la problemática de la "basura espacial" es excelente y parece avisarnos proféticamente de lo que algún día no muy lejano podría suceder.

Quien quiera ver un simple thriller, que no vea esta película
Quien quiera ver la versión chulita, graciosa y/o cachas de Mario Casas, que no vea esta película
Quien se espere un todo bien encaminado y resuelto, que no vea esta película.

Se decepcionará.

Por el contrario, quien sea amante del cine como lo que es, un arte reflejado en la gran pantalla, una experimentación con la imagen y el sonido, un juego con los personajes (y con los actores que les dan vida), un intento por mantener constantemente la atención del espectador, ésta es su película.

Mario Casas está ahí, omnipresente, constante, dando vida a un personaje firme pero nada duro. Desde los magníficos planos-secuencia (con travellings incluídos) que salpican la película y que conscientemente desdibujan o difuminan a su vez el mundo exterior, prácticamente todo el filme está narrado en una primera persona "externa" por así decirlo. Podríamos decir que estamos ahí, como una segunda persona, acompañando de cerca al personaje gracias al buen hacer (esta vez sí) de David Victori. El hecho de permanecer tan cerca del personaje nos mete de lleno en la acción, la cual es trepidante, sí, imprevista. Nos mantenemos pegados a la butaca en este viaje urbano nocturno desde los buenos barrios a los bajos fondos (y viceversa) de la ciudad de Barcelona. Lástima sin embargo que no se nos muestre más de la ciudad y que la atmósfera del filme sea en ocasiones opresiva, lo cual contribuye sin embargo a que esta película enganche al espectador.
Los primeros planos, los sonidos mecánicos, la decoración, la música, los claroscuros y la gama cromática tan amplia utilizada en los interiores de las localizaciones contribuyen sin duda a la credibilidad de los personajes, realzando el buen trabajo de Mario Casas y de la mayoría del elenco (aunque a mí personalmente no me ha gustado mucho Milena Smit).

Sigo en zona spoiler dando detalles sobre el guión y la otra cara de la moneda de esta cinta.