Si en algo destaca, todos estarán de acuerdo conmigo en que es en la fantástica interpretación de Chadwick Boseman. Es atípico y triste, pero debido a su desgraciada pérdida este año, esta película ya contaba con un aura especial, pero esque además el tío se sale, se merienda a todo el que comparte escena con el y se ve que disfruta dándolo todo en un papel muy espontáneo y exagerado. Realmente no influye que esta sea su película póstuma, pero ayudado también por un año diferente y escaso en cine, para mi es claro candidato a la estatuilla a mejor actor de reparto. Sinceramente no he visto nada mejor y su actuación lo merece.

Viola Davis tampoco está nada mal como la imponente Ma Rainey, en general es una película totalmente construida en los personajes y es ahí donde reside su encanto, todos están excelentes. Sin embargo, quedan inevitablemente a la sombra de Chadwick Boseman, pero no porque el casting sea malo ni hagan un mal papel, todo lo contrario, sino porque este último hace suya la película y las buenas actuaciones de los demás orbitan en torno a su personaje.

Diálogos rápidos con detallado contenido de época y potente crítica social al racismo; capta genial la esencia y estética de aquellos años, bañadas con jazz y soul variados y para todos los gustos, imprimiendo en todo ello el amor por un estilo de música al que más bien muchos podrían llamar estilo de vida. Desgraciadamente la historia no es gran cosa y se queda en eso, una pintoresca película repleta de personajes carismáticos, pero facilmente olvidable.

Viendo cosas así, es aún más doloroso si cabe que Chadwick Boseman no esté ya entre nosotros, tenia un futuro brillante por delante. Esta película de algun modo le otorga un pedazo de inmortalidad a un actor que nos regala su último gran despliegue de talento. Esta no es la película de Ma Rainey, es la película de Chadwick Boseman.

He de reconocer que esta película me ha pillado a contrapié, mucho más sesuda y compleja de lo que siquiera podría haber imaginado, sobretodo por el hecho de ser una producción de Netflix.
La historia principal es bastante convencional; una pareja emprende un viaje hacia la granja familiar de los padres de el. Sin embargo ella está pensando en dejarlo, como el propio título nos anticipa. A partir de conocer la granja y a los mencionados progenitores de el, es cuando la cosa se torna confusa y un tanto oscura por momentos.
No hay porque mentir, la película es una paranoia de las gordas, y difícilmente podrás acabar de verla con la sensación de haberla entendido, al menos en su totalidad. Pero tampoco creo que sea necesario, trata mil temas filosóficos altamente cautivadores y que darán que pensar al espectador: el paso del tiempo, la relación padres hijos, los traumas de la infancia, las decisiones que tomamos, las oportunidades que desechamos... Todo esto acompañado de extensos e interesantes dialogos, plagados de referencias tanto poéticas como literarias, e incluso cinematografícas, que a su vez muchas de ellas son pistas para que podamos captar la historia real detrás de la gran metáfora que es este film.
En el reparto todos cumplen con nota, los dos protagonistas, Jessie Buckley y Jesse Plemons están de 10 en un gran duelo actoral en el que no sabría decir quien se destaca por encima del otro. Mención especial para Toni Colette y David Thewlis como los padres, amables e inquietantes a partes iguales, ambos lo bordan.
Creo que hay un guiño muy simpático a Eternal Sunshine of the Spotless Mind, que me ha sacado una sonrisa.
Quiero ver esta película más veces para terminar de encajar todos los detalles que me he dejado en el tintero. No se porque, me ha dejado con un antojo tremendo de helado.

The Trial of the Chicago 7 es la nueva adaptación de Netflix, fundamentada en los juicios acontecidos durante 1969 contra varios activistas, acusados por lo que en principio iban a ser unas pacíficas manifestaciones y acabaron convirtiéndose en caóticos disturbios y batallas campales entre policía y manifestantes. Por lo visto estos juicios fueron realmente tan surrealistas y demenciales como nos los muestra la película, cargada de un alto contenido político como no puede ser de otra manera.
El guión de Aaron Sorkin, agudo y frenético como nos tiene acostumbrados, es de lo más destacable al igual que en la mayoría de sus producciones, y es ideal para un film cuyo eje central es un juicio donde vuelan los cuchillos y los ataques verbales están a la orden del día.
El reparto también es otro de los factores por los que llama la atención, y es que está plagada de caras conocidas; Sacha Baron Cohen, en uno de los papeles más relativamente serios que se le recuerdan, aunque igual de alocado, Mark Rylance como el abogado de los siete, o Frank Langella haciendo de un rudo, impasible y desafiante juez serían para mi los más destacados, aunque el resto del plantel no se queda atrás y acompaña con correctas actuaciones, Joseph Gordon-Levitt, Eddie Redmayne e incluso se permite un magistral y simpático cameo de Michael Keaton.
La trama del personaje de Yahya Abdul-Mateen creo que está algo desaprovechada, despachan a mitad de película un tema crucial para entender las condiciones e ideologías de la epoca, y en su lugar nos quedamos con un tercer acto demasiado ramplon y propio de Disney. A pesar de ello el resultado general de la cinta es muy sólido y sus 2 horas se pasan volando, increíblemente entretenida para algo tan burocrático como es un juicio, gracias a sus ágiles diálogos y lo bien integradas que están las escenas de los altercados y las protestas.
Una gran película, con una gran historia que contar, estará muy presente en la próxima gala de los Óscar, no me cabe duda.

Allá por 1919, un hombre y su amada esposa se mudan desde un pequeño pueblo perdido en Europa del este a Norteamerica, en busca de una nueva vida. Ya asentados en Nueva York, el hombre, Hershel, que trabajaba en una fábrica de pepinillos, cae en un tanque de vinagre y queda encurtido durante 100 años, hasta que es descubierto en la actualidad intacto y sin haber envejecido. La película nos cuenta cómo este hombre conoce a su tataranieto, y sus dificultades para integrarse en una sociedad completamente desconocida para el, además de sus curiosos modos de subsistir.
No es la primera vez que está idea se lleva al cine; así de primeras, recuerdo la hilarante Ha vuelto, que contaba con un protagonista algo más polémico.
Es una comedia simpática, que sacará alguna que otra sonrisa, pero cae demasiado en los tópicos modernos y muchas situaciones que se recrean, están ya muy gastadas. Sin embargo, es en su fondo donde reside su punto fuerte, y su mensaje principal; a pesar de que avancemos y nos modernicemos, debe perdurar el amor y el respeto por nuestros antepasados y nuestros orígenes.
Seth Rogen es de lo mejorcito del film, encarnando los dos papeles protagonistas, y sobretodo, dándole esa voz y actitud rudas tan características al personaje de Hershel.

Estreno fresquito el que nos llega por Halloween, esta nueva adaptación de Las Brujas del escritor Roal Dahl y a su vez remake de aquella película homónima de los 90 dirigida por Nicolas Roeg.

Supongo que está orientada a los más pequeños de la casa, porque se nota el tono infantil en cada una de sus escenas y diálogos, aunque también se gasta sus puntos espeluznantes. La mano de Guillermo del Toro que también está involucrado, se encarga de darle ese toque fantástico que tanto le caracteriza y que tanto se le ha criticado.

Lo que menos me ha gustado es, el para mi gusto excesivo uso del CGI, le resta personalidad a muchos de los personajes principales, que pasan más de media película convertidos en ratones y no puedes evitar pensar que es todo puro ordenador. En ese aspecto recuerda bastante a la reciente y malograda Cats, pero hay que reconocerle que en esta el uso de los efectos digitales está bastante más optimizado.

He aborrecido con toda mi alma la voz de las brujas y en especial la de una pasada de rosca Anne Hathaway; hay varias escenas en las que el desbordado bizarrismo y estética trasnochada del film me han parecido excesivos. Más que por lo terrorifico sorprende por lo desagradable de muchas situaciones, que para algunos puede ser algo bueno ojo, pero a mí me ha dado bastante cringe.

Me quedo con la actuación de Octavia Spencer que sin duda es la que más se ajusta a su papel de amorosa abuela y encima lo borda con golpes cómicos que son de lo más efectivo de la película en comparación con otros repetitivos chistes, si, me estoy refiriendo a los del ratón gordo.

Su tercer acto parece precipitado y con un clímax muy olvidable en el que la tensión brilla por su ausencia y la acaban por convertir en una película con un diseño de producción y aspecto técnico bastante aceptable pero que no creo que vaya a romper el género ni a ser la panacea en lo que al tema brujas respecta.

Muy pasable, espero que a los niños les guste más que a mí.