Clint Eastwood, desde que rodó "Cazador blanco, corazón negro", ha mostrado una regularidad en todas sus películas de notable alto, exceptuando las películas llamadas de encargo y de cara a la galería sin ningún otro fin que el recaudar pasta, y, especialmente desde que nos regaló esa descomunal obra maestra llamada "Mystic river" hasta esta última "El intercambio", su promedio es de matrícula de honor, por culpa de una serie de films que forman ya parte de la historia del cine y que han catapultado al realizador norteamericano en el grupo de los más grandes de todos los tiempos y en el director número 1 del cine mundial desde hace más de una década y que hace que, cada vez que escuchemos su nombre, nos demos cuenta de que tenemos la inmensa suerte, al menos los cinéfilos de pro de poder pagar gustosamente una entrada para ver el último regalo que nos ofrece para que nuestras almas estén satisfechas al salir de una sala de cine y poder seguir teniendo fe en que el cine es un arte y no un mero entretenimiento para comer palomitas durante más de dos horas mientras vemos un espanto de cosa llamada de manera errónea película en la que ni siquiera le hemos metido mano a nuestra compañera de turno con lo que la experiencia no es amortizable, se mire por donde se mire.
Eastwood es un mago: Se propone que una madre se encuentre en la más absoluta de las desesperaciones ante la desaparición de su hijo, y, tras hacer todos los intentos posibles para ser ayudada, se encuentre en una situación en la que las autoridades que deben socorrerla, sabedoras de la verdad, se comporten peor que la propia realidad y todo para mantener su inexistente categoría de protectores de los ciudadanos.
Lo que hace que Eastwood se convierta en un Semi-Dios es la capacidad de mimetización y aislamiento, a la vez que un talento descomunal para que Angelina Jolie salga en pantalla y no la relacionemos ni con Brad Pitt, ni con sus hijos adoptados, ni con sus reportajes en las revistas en las que la tachan de la mujer más sexy del mundo ni demás parafernalias y la veamos como una mujer de comportamiento y mirada sincera y serena, buscadora de una verdad imposible que serenará su alma para limpiarla la conciencia de un hecho que jamás permanecerá descansado en su ser, pero que, cuenta a su favor la fuerza ilimitada de ser una madre que quiere a su hijo por encima de todo y que busca la verdad... su verdad... la verdad que todos querríamos saber ante una situación tan desoladora...

En 1972 el "American Film Institute" rindió homenaje a Orson Welles, reconociendo la carrera de uno de los genios del cine. A continuación escribiré el discurso de agradecimiento con el que Welles parecía reconciliarse con su país nativo, con el cual mantuvo una encarnizada lucha artística a lo largo de toda su carrera profesional:
"Lo que siento esta noche no es muy ingenioso, es lo contrario del vacío, la vieja y manida frase es la única con la que sé decirlo, mi corazón rebosa, y con el corazón rebosante, con todo él... les doy las gracias (aplausos).
Sólo puedo aceptar este honor en nombre de todos los rebeldes (aplausos).
Un rebelde seguirá su camino, pero no creerá ser el único, ni siquiera ser el mejor, excepto para sí mismo, y no piensen que esta especie de gitano se cree libre, sólo que algunas de las necesidades que me esclavizan... son diferentes de las suyas. Como director me pago con el fruto de mi trabajo como actor, utilizo mi trabajo para financiar mi trabajo... en otras palabras, estoy loco (risas y aplausos), pero no tanto como para creerme libre.
Muchas de las películas que han visto hoy no podrían haber sido realizadas de otra forma, o de serlo, podrían haber sido mejores, pero desde luego, no habrían sido mías.
La verdad es que no creo que esta gran velada hubiera iluminado jamás mi vida... de no haber sido por esta particular testarudez mía (aplausos).
Ahora les dejo, a falta de la elocuencia que esta gran ocasión merece... con otra breve escena de la misma película, parte de la que vieron antes, con John Huston y Peter Bogdanovich, a modo de despedida, de alguien que recordará esta noche no como una especie de visita de gala, sino como una feliz vuelta a casa y que queda no sólo como su seguro servidor, sino también, en esta era de supermercados, como el atento tendero de la esquina" (risas, aplausos y ovaciones).

Un general pensará y se obsesionará con que le den una estrella más a toda costa, si con ello tiene que segar la vida de miles de sus hombres.
La excusa, conquistar un objetivo imposible: La colina de las hormigas.
Un coronel sensato será el cabeza de turco para llevar a cabo la misión, su arrojo y valentía se verán reducidos a la nada cuando vea la realidad a la que ha sido envíado.
Un silbato marcará la hora de la masacre mientras el maldito general verá en asiento de primera clase la carnicería de su ascenso.
Un teniente cobarde, empapado de alcohol, no dudará en eliminar a uno de sus hombres para excusarse de su retirada, siendo testigo de tal hecho otro soldado, noble, sincero y un hombre de los pies a la cabeza, pero insignificante en un mundo donde la verdad no existe, tan sólo ganan los galones.
Tres hombres son designados para sufrir un Consejo de Guerra, procurándoles las mismas garantías de supervivencia que un ratón en una urna con una boa de cuatro metros hambrienta.
Incluso las cucarachas tendrán más privilegios que los reos... o no.
La constante del cine de Kubrick siempre ha sido la misma: Este mundo no es el mejor sitio para que el hombre viva en él, inmerso en una sociedad que establece unas normas cuyas consecuencias son más devastadoras y crueles que quien comete el delito.
Los despropósitos que se cometen en las batallas son constantes, por parte de hombres que luzcan el rango que sea, ya que... una vez que la Guerra es un hecho... ¿Cuál es la actitud correcta?, ¿Acaso hay alguna?.
Película antimilitarista y antibelicista por antonomasia, que, pese a sus 51 años de edad, sigue vigente y desgraciadamente fresca por la temática que propone.

La vida de Francesca es como una señal de Stop, está casada con un buen tipo que la adora, pero ella no le quiere, tiene un par de hijos como consecuencia de su matrimonio y es de esos millones de personas que se han acostumbrado a mantener la convivencia por respeto y por inercia, haciendo de su vida una rutina de tal precisión que pareciese hecha por algún relojero suizo, pero Francesca guarda en sus entrañas muchos anhelos y deseos que no puede compartir con nadie y mucho menos con sus vecinos, pues estos están hambrientos y ávidos de cualquier incidente que pase, por muy insignificante que sea, para airearlo a los cuatro vientos, sentirse satisfechos y justificar así su tediosa y asquerosa existencia.
Un buen día, su marido y sus hijos se irán durante un tiempo a una exposición de ganado dejándola sola en la casa, convirtiendo ese simple hecho en unas necesitadas e individuales vacaciones cuyas consecuencias harán que Francesca descubra quién es en realidad.
El resto del argumento es Historia del Cine, no creo que sea conveniente desvelar absolutamente nada, es mejor que cada uno aplique lo que ve en la pantalla a lo que es su vida y su percepción del mundo y de la verdadera razón de la existencia.
Clint Eastwood vuelve a dar en el clavo y de qué manera, ofreciéndonos una de las cumbres del cine romántico de todos los tiempos, rodando una película de pequeños detalles y grandes silencios que hacen que, aunque la vida de muchas personas sea un semáforo en rojo, en ocasiones tienen la oportunidad de cambiar ese color, pese a que sean sabedoras y conocedoras que, de hacer realidad esa decisión, provocarían accidentes en otras personas.
La escena final no es posible describirla con palabras para hacerle justicia, intentarlo sería una estupidez puesto que no se pueden describir los miles de sentimientos que nos invaden mientras vemos a alguien en la lluvia, compañera cómplice que camufla unas lágrimas que van directas al corazón de aquellos que tienen exclusivamente a la sensibilidad como compañera de viaje de esta maravillosa y a veces asquerosa vida.

Se tilda y tacha a esta película de feminista, desde luego que no seré yo el que trate de convencer a los que piensan tal mamarrachada tan respetable, yo lo único que veo es que tanto Thelma como Louise se ven inmersas en una serie de causalidades y casualidades que dan como resultado el encontrarse con un violador hijo de puta sin seso y con muchas ganas de follar, haciendo lo que sea necesario para conseguir su fin, sin importarle una mierda lo que deje en el camino.
También veo a otro tipo que es un vendedor de alfombras, un tipo mediocre que trata a Thelma, su mujer como si de una sirvienta y esclava se tratase, sin importarle lo más mínimo lo que ésta opine o haga, porque no tiene capacidad de llegar más allá ni tampoco está en disposición alguna de intentarlo.
Luego dejamos paso a un ladronzuelo de segunda categoría que le hará descubrir a Thelma lo que su marido jamás le proporcionó, recordarla que es una mujer, aunque el precio que pagará por ello será excesivo, truncando el único sueño necesario de las dos para huir del mundo que parece haberse puesto en consenso para joderlas la vida.
Terminamos con un camionero sátiro, desagradable e ignorante a más no poder, que pone la guinda a toda una galería de cabrones despreciables que "amenizarán" el fin de semana de las protagonistas, un viaje de ida a las montañas y de vuelta a ninguna parte.
Hay otro usuario con el cual coincido plenamente, que dice que los paisajes le recuerdan a los de las películas de Ford, y es cierto, "Thelma y Louise" no deja de ser un western moderno en el que se cambian los caballos por un precioso Thunderbird del 66.
"Thelma y Louise" es una pequeña joya en la filmografía irregular de Scott, a la sombra de las que, la mayoría considera sus dos obras maestras "Alien" y "Blade Runner". Para mí y por motivos personales ésta es su mejor película, deja un poso de clasicismo admirable, fotografiada de manera impecable por Adrian Biddle, se sustenta en un prodigioso guión de Callie Khouri que le valió un Oscar.
Sigo en Spoiler.