Es una lástima que se desaprovechara la gran primera media hora de esta película. Porque sí, esa primera parte es brillante, sensible, acogedora, y todos los buenos adjetivos que se nos ocurran. Sean Penn hace una enorme labor, superando, en mi opinión al Tom Hanks de Forrest Gump.
Sin embargo, a partir de ese momento la película alterna momentos de gran genialidad con otros verdaderamente irrisorios. Sobre todo las escenas del juicio. Para alguien que estudia derecho como yo, esas escenas resultan casi intolerables, ridículas. Sé que es frecuente que las películas distorsionen la verdadera forma de desarrollar los juicios, pero esta película se lleva la palma. Por ejemplo, que la defensa "acuse" al fiscal de insensible, y que, encima, este fiscal tenga que defenderse de tal acusación, resulta tan cómico como grotesco. Incluso me atrevería decir que en algunas fases Sean Penn incurre en sobreactuación, aunque no por ello considero que su nominación al Óscar fuera inmerecida, ni mucho menos.
En definitiva, una película digna de ver, pero que no te aportará tanto como promete. Disfruten, eso sí, de esa extraordinaria primera media hora.

De entre todos los maravillosos elementos que integran esta obra maestra, me quedo con el personaje interpretado por Woody Allen. Porque, al fin y al cabo, su historia con Halley la conocemos y la hemos sufrido todos y cada uno de nosotros. Además, gracias a su brillante actuación, consigue que los espectadores nos sintamos identificados con él, pues sus reacciones, sus expresiones, su forma de pensar y sus miradas son las mismas que acuden a nosotros cuando, tras haberlo dado e intentado todo por una chica, a las primeras de cambio ésta coge y se va con un "triunfador" (usando el propio vocabulario de la película) que no ha tenido que mover un músculo para conquistarla. Ese sentimiento de que todo ha sido en vano, que de nada sirve intentarlo, pues tu suerte está ya echada desde un principio y a nada puedes aspirar... sólo el maestro Allen es capaz de plasmar esta sensación en la pantalla con tanto ingenio, lucidez y humor.

No creo, al contrario de lo que dicen muchos, que esta película adolezca de defectos como el tremendismo y la excesiva sordidez. Se nos relata la historia de dos hermanos que viven vidas separadas pero paralelas, ambas muy trágicas y llenas de dificultades, eso es cierto. Pero no todo lo que les ocurre es negativo. Hay un momento en que la vida de Martin es justo como él desea, pudiendo hacer feliz a su hijo y permitirse vivir con él tranquilamente, sin el miedo a que se lo arrebaten. Que todo se acabe desmoronando y acabe de la manera más amarga -tanto para Nick como para su hermano - es precisamente lo que se persigue con el guión, es la razón de ser de la película.
A mí, personalmente, me ha parecido una de las mejores películas del 2010. Las actuaciones, sobre todo la de Jakob Cedergren, son dignas de recordar. La banda sonora está perfectamente adaptada al tipo de historia que se nos cuenta, y difícilmente podría encajar más una canción que no sea Fatherless hill, de Gasolin.
Me gustaría destacar, asimismo, la genialidad con la que se plasma ese paralelismo entre las vidas de uno y otro -por ejemplo, la escena en la que Martin va en el autobús y observa al amigo de Nick recibiendo la paliza-, y la particular forma de adentrarse en la personalidad de cada hermano, aspecto este último sobre el que se asienta buena parte de la película.
Por sacarle algún defecto, creo que se podría haber quitado alguna escena de sexo del principio, y en su lugar ahondar más en el personaje de la vecina de Nick, que podría haber alcanzado más protagonismo e importancia en el filme. Por lo demás, no le veo ningún pero.

Es cierto que las actuaciones de Paul Newman y de Robert Redford son muy buenas y su compenetración, sobresaliente. Pero de eso ya se ha hablado en las demás críticas y no voy a detenerme.
Como dice mi título, pienso que es una película demasiado mitificada -que no sobrevalorada-. Se la considera una película de culto, para mí, injustamente. Está lejos de los mejores westerns de John Ford o de Sergio Leone. Los diálogos no te hacen reflexionar, como podría ocurrir en "Grupo Salvaje". El guión, flojo: media película huyendo de no se sabe con certeza quién ni por qué, y otra mitad cuando vuelven a la rutina en un país extranjero. Las pocas escenas de acción no impactan, como siempre se espera en este tipo de películas.