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Críticas de Cinematic
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Críticas 126
Críticas ordenadas por utilidad
7
9 de diciembre de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
'Byzantium' es el regreso al cine vampírico del polifacético Neil Jordan. Parece que Jordan y su equipo vieron el lamentable estado actual del subgénero y dijeron: "Aquí hay que hacer algo, hay muchos muebles que arreglar". Y efectivamente, Byzantium supone un soplo de aire fresco dentro del cine de vampiros, y para el que esto escribe, la mejor película de vampiros de este milenio junto con 'Déjame entrar'. Cierto es que no rompe del todo con la tradición romántica del vampiro (los ecos a la prosa de Anne Rice son frecuentes, y el personaje de Tom Hollander cita a Mary Shelley y Edgar Allan Poe explícitamente para referirse a los escritos de la protagonista), como sí lo hacía 'Los viajeros de la noche' de Kathryn Bigelow, mostrándolos como carroñeros sin ningún tipo de código moral. Pero al final lo que cuenta es la historia, y la de Byzantium está mejor contada que la de Bigelow. Puede no desmitificar, pero sí aporta una nueva mitología al mundo de los vampiros. Aquí no tienen colmillos, son más sutiles. No mueren con la luz del día ni les debilita el ajo. Matan con la uña de pulgar, que se alarga cuando van a cometer un crimen. Y no se convierten en vampiros con la transfusión de sangre, sino que tienen que ir a una isla abandonada y meterse en un pozo para purificarse. Todo esto aporta frescura a la propuesta y la sitúa por encima de muchas coetáneas.

Saoirse Ronan y Gemma Arterton son Eleanor y Claire, dos hermanas (o eso parece al principio) que escapan de unos hombres y nunca se quedan mucho tiempo en un sitio. Una escena inicial que las define muy bien es la primera vez que ambas matan a alguien. Eleanor lo hace con el consentimiento de la víctima, de modo amable y sucinto, tras haber escuchado la historia de su vida y de cómo la mujer a la que amó nunca le correspondió. Le ofrece su empatía y sólo después le mata, casi como si fuera un favor. Claire decapita y se llena la cara de sangre. Una, sensible y deseosa de compartir sus secretos, la otra, implacable y capaz de hacer cualquier cosa para proteger a su hermana pequeña y ganar dinero. En el trabajo, Claire da con un pobre hombre que paga por una mamada cuando sólo quiere un abrazo, y Claire es recompensada por esa ocasional concesión a la bondad: el hombre posee un edificio llamado Byzantium y les da a las chicas una oportunidad para salir de la precariedad. Este personaje, interpretado por Daniel Mays, interesa y tiene bastante chicha, y uno de los puntos débiles de la película es la conclusión que se le da. Merecía más.

Tras su potente inicio, 'Byzantium' pierde un poco de fuelle al centrarse en la historia de amor de Saoirse y Caleb Landry Jones. A pesar de que ambos caen simpáticos y se evita lo empalagoso en todo momento, sí que provoca que el tono de la película se vuelva más lánguido. Cuando regresamos a los flashbacks centrados en Claire, con sus venganzas a proxenetas y baños en cataratas de sangre acompañados por la música opulenta de Javier Navarrete, la película recupera su fuerza y sensualidad. Aquí se encuentra la mayor parte de miga de la película, y si se hubieran centrado más en Claire la película podría haber sido aún mejor. Claire consigue adentrarse en una Hermandad, en la que hasta el momento no se permitía su acceso a mujeres y los rostros de sus integrantes exudaban misoginia. Aún así, su fuerza y tenacidad consiguen cambiar las tornas de la Historia, y habría sido muy interesante explorar la idea de Claire como percursora del primer movimiento feminista del mundo. Lamentablemente, no se concede el tiempo necesario a este aspecto del guión.

Byzantium funciona por su cuidada estética, las sólidas intepretaciones (en especial Gemma Arterton), sus aportaciones novedosas a la imaginería vampírica y unos flashbacks que nos regalan escenas intensas con una sugerente ambientación gótica y un subtexto social no del todo explorado. Es una pena que Byzantium haya pasado desapercibida (en gran parte debido al pobre trabajo de su distribuidora) y que Crepúsculo sea un ítem cultural reconocible al instante. Uno no puede evitar pensar que si hubiera sido a la inversa, unas cuantas neuronas más poblarían ahora las mentes de millones de adolescentes.
Cinematic
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7
9 de diciembre de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es un misterio para mí por qué Angustia no está mejor valorada dentro del género de intriga y terror españoles, más allá de que tenga pegada la etiqueta "de culto". No había visto nada de Bigas Luna, pero no sé por qué me esperaba otro tipo de película de él. Y he de decir que el tipo de película que me esperaba era mucho peor que lo que finalmente he encontrado. Angustia es una película de género hecha con mucho oficio y cariño, recordando a ciertas películas de género de los 80. La historia comienza con John, un oftalmólogo que tiene una curiosa afición: colecciona ojos. Su madre ejerce sobre él un fuerte dominio psicológico. La relación con su hijo es de total dominio. En una de las habituales misiones que John cumple por orden de su madre, se dirige a un cine. Allí, dos estudiantes, Linda y Patricia, se encuentran en una extraña situación, debido a los aspectos hipnóticos de la película. La protagonista de Angustia es una criatura demasiado sensible que, de algún modo, parece presentir la catástrofe que está a punto de suceder (¿es posible que esta fuera la semilla de la saga Destino Final?). Su inquietud llama la atención de otros espectadores, y cuando su amiga sale al baño la pesadilla comienza.

La trama, con toques metafísicos, recuerda también al comienzo de la segunda entrega de otra saga de terror: Scream. No sé si Wes Craven vio Angustia, pero si es así, le debe a Bigas Luna la mejor escena de su película. La trama también remite, desgraciadamente, a acontecimientos recientes como la masacre de Colorado en la que un hombre asesinó a 12 personas que asistían al estreno de The Dark Knight Rises. Sea como sea, el poder de la ficción por atravesar sus fronteras y afectar la realidad parece ser una constante histórica tanto dentro del cine como fuera de él. En este caso, son los momentos concernientes a una sesión de hipnotismo, con la inquietante Zelda Rubinstein y una imaginería psicodélica, los que más afectan a los espectadores. Tal es el poder de esa ficción, que incita a las mentes trastornadas a emular los actos violentos que ve en pantalla. En ningún momento se toca la moral sobre este hecho, lo cual me parece positivo pues es una traba para el entretenimiento. No se juzga ese poder de la ficción como algo bueno o malo, sino sencillamente poderoso. Bigas Luna caía en el riesgo de moralizar con el tema, como ya se ha hecho incontables veces con los videojuegos y la música metal. Que si afectan de forma negativa a las mentes de los adolescentes y provocan consecuencias nefastas... Cuando siempre queda claro que el único culpable es la debilidad del ser humano.

También hay que decir que la mayoría de aciertos de la película se encuentran en la primera hora, y conforme se va acercando al final se va tornando más rutinaria, quedándose un poco por debajo de las expectativas que había levantado previamente. La escena final supone un gracioso guiño, que aparte de ser el típico cliffhanger de película de terror, pone una guinda en el discurso del cine como la transgresión definitiva de la realidad. Cuando se siente un horror intenso, da igual si su origen se encuentra en la ficción; para la mente es real y así te lo mostrará. Con esto, Bigas Luna parece postular: Sí, el (buen) cine tiene el poder de volverte loco.
Cinematic
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8
9 de diciembre de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alfonso Cuarón ha conseguido hacer dos de las mejores películas de ciencia-ficción de este milenio: Hijos de los hombres y esta. Mientras que la primera retrataba las consecuencias sociales de un pensamiento etnocentrista que nos lleva a dañar el planeta Tierra y, por ende, a nosotros mismos, esta retrata el terror de perder el planeta Tierra y, por ende, el terror a perderse a uno mismo.

Es un error pensar que la simpleza del planteamiento impide a 'Gravity' llegar más lejos. El ir de una base a otra y encontrarse con un problema tras otro puede parecer repetitivo. Pero el modo en el que la protagonista reacciona ante estos problemas, la intermitencia de su fe y su progresivo endurecimiento, esconden el significado último de la película. No resulta difícil imaginar cada base como una etapa de la vida por la que todos pasamos, y que el astronauta es ese ser apartado del resto y rodeado de soledad que en ocasiones nos sentimos. Repetimos errores, la repetición nos llena de un vacío existencial por ver que nada cambia. Hasta que nos damos cuenta de que el cambio no es algo que venga a tocarnos a la puerta. Nosotros tenemos el poder sobrenatural de invocarlo. ¿Cuántas heridas hemos de recibir en nuestro entorno para interiorizar lo que va mal? ¿Cuántas caídas nos hacen falta para cambiar los patrones de actitud auto-destructivos? ¿Necesitamos sentir la muerte a un palmo para darnos cuenta del tiempo perdido?

Hablemos de la técnica. ¿Es una mera floritura comenzar la película con un (falseado) plano secuencia de casi 20 minutos? No. Y no es sólo por el plano secuencia, sino el modo de rodar la acción. Cuando en un momento, Ryan Stone (Sandra Bullock) se desprende del palo y este da vueltas, la cámara sigue su recorrido desde lejos hasta que se acerca a Ryan y da las vueltas con ella. Mientras uno ve a película no se da cuenta de esto, pero a posteriori resulta obvio que la intensidad lograda se debe a que la cámara ha estado cerca del personaje. El seguimiento que hace la cámara no es el del ombligo del director, sino el de los personajes, el de la vida en movimiento. Hay vida en las escenas de acción, y por eso funcionan mejor que en la mayoría de productos actuales.

Otra cosa que agradezco son los puntos cómicos del personaje de Matt Kowalsky (George Clooney). La película podría haber tenido un aire de importancia y seriedad a lo Nolan, cosa que se evita con las numerosas bromas de Matt. Y tampoco están ahí de forma gratuíta. Es la táctica que él usa para calmar a Ryan, incluso cuando sabe que es muy probable que muera. El humor como último refugio, donde el miedo no puede penetrar. También me ha sorprendido mucho la labor de Sandra Bullock, y creo que va a callar muchas bocas. Bullock ganó un Oscar por regurgitar arquetipos de la mujer americana actual en 'The Blind Side' que nunca se sentían naturales, pero aquí está más humana y natural que nunca. Seguramente ayudó el método de rodaje (estar encerrada en una caja la mayor parte del tiempo), que obligó a la actriz a experimentar sensaciones de aislamiento muy parecidas a las de su personaje.

Hay dos escenas ejemplares en la cinta. Aquella en que Ryan se quita el traje por primera vez, quedando en posición fetal, con los cables del traje actuando como cordón umbilical. Se le brinda a la protagonista y al espectador un ansiado momento de descanso, y hace que te quieras acurrucar en la butaca también. Esos raros momentos de genuino placer en la vida adulta que te retrotraen al génesis de la existencia. Es un plano que alcanza su máximo potencial: funciona narrativa, emocional e intelectualmente. Lo mismo pasa con aquella escena en la que Ryan consigue levantar sus pies tanto física como espiritualmente. En estas dos escenas, lo concreto y lo abstracto se unifican. El aspecto metafórico se hace visible sin tener que intelectualizar la obra pues esta te lleva directamente al subtexto sin intermediarios, con la visceralidad como único conducto.
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2
1 de marzo de 2007
9 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo confieso, soy un poco masoquista. La semana pasada ví "En tierra peligrosa" en Etb 2, sabiendo que iba a encontrarme con un bodrio y odiando lo que odio a Steven Seagal. Lo hago a conciencia, porque gracias a este tipo de películas podemos apreciar mejor el buen cine. La primera es un bodrio, con todos los tópicos habidos y por haber, con violencia gratuíta a tutiplén y para colmo, un panfletazo medioambiental. Una de las peores películas (imaginaos...) de Steven Seagal, dirigida por él mismo (y se nota). No comprendo cómo Michael Caine pudo prestarse a semejante despropósito.

Ésta segunda parte, aunque parezca difícil de creer, me ha parecido un poco mejor que la primera, pero sólo ligeramente. Seagal está igual de insoportable, los tópicos irritan por obvios, es aburrida en ocasiones por la falta de los prometidos mamporros en buena parte del metraje, pero al menos no nos meten el panfleto por el culo, tan sólo es una excusa para el "desarrollo" de la película. Además, no es tan violenta como la anterior, los paisajes son bonitos y Marg Helgenberger (lo mejor de la peli) está bien (en "C.S.I." o "Erin Brockovich" estaba mucho mejor). Como curiosidad (que viéndola te hechas unas buenas risas), decir que no hay nadie peor que Seagal bailando un vals, hasta los de "Mira quién baila" lo hacen mejor XD. No os engañeis, aún así la película es mala malísima.
Cinematic
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7
22 de julio de 2007
8 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ante todo, y para no llevarse decepciones, hay que saber dónde se mete. Estamos ante una adaptación de un cómic de Frank Miller, pero como no lo he leído no voy a opinar en ese aspecto. La película me ha convencido como tal, como película. No busco rigor histórico, ni hechos que los reprouzcan al pie de la letra (con eso ya demostró Stone lo que se podía aburrir al espectador), busco espectáculo, y a poder ser, que no resulte vacío. Zack Snyder la ha clavado. En Amanecer de los muertos ya demostró su buen pulso, pero aquí supera su debut.

Otro detalle a destacar sería la visión que se da de la civilización Espartana. Este es quizá, el aspecto más sólido del film, en el que se sustentan todas las acciones de los personajes. La lucha por su tierra, la búsqueda de la gloria (que no es otra que morir en batalla con el orgullo intacto) o la eterna lealtad a los suyos son temas que la película trata mucho mejor que como lo he explicado. Una cultura seria y rígida en la que no hay cabida para el sentimentalismo o incluso, el amor. La ley por preservarla, controlarla y evitar que se desmorone será el mayor propósito de los 300 valientes espartanos, una cultura en la que sólo el hombre fuerte sobrevive. Esto da lugar a muchas equivocaciones y malentendidos, en los cuales se puede llegar a afirmar que la película es un alegato a favor de la guerra, que si es anti-iraní y da una mala imagen de ellos y así caer en la más absurda de las polémicas.

Afortunadamente (oirían lo esperado que era este film y demostraron un poco de compasión), el nefasto doblaje del trailer español no ha visto la luz. El doblaje de la película es bastante bueno. Para los que les incordie andar leyendo subtítulos se llevarán una sorpresa al ver que no pierde en exceso la potencia de voz de Gerard Butler, por ejemplo. No será lo mismo el “This is Sparta” o “Tonight we dine in hell”, pero el doblaje cumple y bastante bien. Las actuaciones rebosan fuerza y potencia, destacando a Gerard Butler, al que a pesar de sus varios proyectos recientes (El imperio del fuego, Tomb Raider: La cuna de la vida, Mi querido Frankie, El fantasma de la ópera…) no se le ha valorado lo suficiente. Aquí demuestra lo bien que hace de protagonista, y probablemente sea Leónidas el papel que le catapulte a futuros proyectos y le convierta en estrella, como pasó con Hugh Jackman y su Lobezno. La bella Lena Headey también hace muy bien su papel, y el guión le brinda un par de buenos momentos en los que puede lucirse y otro en el que también, pero de diferente manera, ya me entendeis. David Wenham hace de valiente guerrero y consejero, y su papel recuerda bastante al de la trilogía élfica. Dominic West completa el reparto con un personaje bastante odioso y traidor (y también tópico), que cae mal. El actor que hace del emperador Jerjes, Rodrigo Santoro, aparte de que su vestuario es un poco exagerado, tiene una escena con Butler de pura carcajada. -->
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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