John G. Avildsen decidió exprimir al máximo el éxito cosechado por Karate Kid con esta tercera parte, la cual directamente no aporta absolutamente nada, ni a la historia, ni al género.

Es increíble que una saga basada en el karate, tan mal coreografiada, alcanzase tanta repercusión. Lo normal es que en las películas de artes marciales (independientemente de la modalidad que se practique) el protagonista sea todo un especialista: Bruce Lee, Steven Seagal, Jet Li, Wesley Snipes, Chuck Norris o Jason Statham serían ejemplos de buenos protagonistas para este tipo de películas, pero ¿Ralph Macchio? Creo que juntando los tres filmes no encontramos una buena patada dada por este muchacho.

La primera parte tuvo su gracia por aquello de que un niño, perseguido por los matones de turno, acabe sobreponiéndose a su miedo y plantándoles cara. Además tenía su gracia la extraña pareja formada por un nervioso adolescente y un experimentado maestro de karate de Okinawa. En la segunda (que ya para mí sobraba) se trata de profundizar en la vida del anciano profesor Miyagi, ambientando la acción en su localidad natal. Pero, esta tercera, ¿a qué viene? No es más que algo totalmente repetitivo, como si la segunda parte no hubiera existido, enlazando la historia con el final del filme original.

Los personajes no sufren ninguna evolución (en tres películas en alumno de Miyagi todavía ha sido incapaz de aprender nada de disciplina, continuando como un manojo de nervios todo el rato), el relato es un calco de la primera y en los combates se nota demasiado que Avildsen fue el director de Rocky, no por la espectacularidad (todo el filme adolece de ella) sino por los giros imposibles que toman.

Karate Kid fue una película que, como ya he dicho, tuvo su gracia. ¡Qué pena que no lo hubieran dejado ahí!

Se esperaba más de esta cinta dirigida por el realizador de la genial trilogía de Bourne y escrita por el guionista de la brillante "Blade". Sin embargo, "Jumper" es una película totalmente convencional, lo que implica una historia bastante tonta y poco profunda, una pareja protagonista que trata de suplir sus carencias interpretativas con su atractivo físico (muy superados siempre por los actores secundarios) y mucha acción. Lo bueno es que, tratándose de Liman, dicha acción es excelente, con secuencias muy bien coreografiadas y de ritmo trepidante, adornadas con una impresionante fotografía, fruto de las buenas localizaciones encontradas para esta película. El hecho de ser convencional, por otra parte, tiene algo bueno y es que la película no resulta en modo alguno desagradable, a pesar de que no aporta nada nuevo. También podríamos añadir el calificativo de entretenida y agradecer al director tener el suficiente conocimiento de las aspiraciones del film, siendo coherente con su corta duración. Así pues, un pequeño entretenimiento que aúna ciencia-ficción con ciertas reminiscencias a la "Patrulla X" y algunos toques de humor, como comprobar que Anakin Skywalker sigue sin controlar su fuerza.

Comedia de robos un tanto absurda, realizada exclusivamente para el divertimento de Frank Sinatra y sus inseparables amigos. El objetivo es robar cinco casinos en Las Vegas, pero francamente, el guión apenas explica cómo llevarán a cabo el golpe. Tanto el desarrollo de los atracos como la investigación posterior resultan de lo más fácil e irreal, lo que demuestra que el film no es más que una excusa para juntar a Sinatra, Martin y Davis Jr. Lo único reseñable es ese ambiente clásico tipo años 60 que envuelve en todo momento a la película. Sin lugar a dudas, lo mejor de todo es que sirvió a Soderberg para realizar un excelente thriller en clave de comedia, que supuso un remake de categoría para este producto.

Hace aproximadamente un año, me encontraba frustrado tras comprobar cómo J.J. Abrams había destrozado mis recuerdos de Star Wars, con una película tan mediocre, que llegué a plantearme que Episodio I no era tan mala como pensaba. Debido a ello, he acudido a ver Rogue One sin ningún tipo de expectativa. Pero cuál ha sido mi sorpresa, al descubrir una película que me ha atrapado desde el minuto uno.

Magníficas interpretaciones, personajes bien trabajados y carismáticos, varias tramas perfectamente hilvanadas, espectacular factura visual y, sobre todo, un respeto absoluto por las ideas originales de George Lucas, logrando recuperar la esencia genuina de la saga.

En definitiva, una película impagable, que logrará erizarnos el vello de auténtica emoción.

Si quieres leer la crítica completa (falta de espacio), entra aquí:

http://estrenosdecineytelevision.blogspot.com.es/2016/12/critica-de-rogue-one-una-historia-de.html

La carrera del australiano George Miller como cineasta ha sido tan corta como errática. Capaz de dirigir buenos dramas como "Lorenzo's oil" o de desperdiciar el talento de grandes intérpretes en "Las brujas de Eastwick", Miller fue el responsable en 1979 de "Mad Max", una sobrevaloradísima cinta de acción en un supuesto mundo postapocalíptico. ¿Cómo sabemos que ha habido un apocalipsis? Porque se cuenta en la sinopsis, ya que la puesta en escena es terriblemente mediocre, hasta el punto de que el único indicio de que la sociedad está en declive es el hecho de que la gasolina escasea. Los motoristas podrían ser una banda cualquiera incluso de la actualidad, las casas se ven físicamente bastante bien, los diferentes personajes no parecen tener secuelas de ningún tipo de radiación... Y así nos podríamos eternizar.

El argumento es muy simple: un policía que está considerado un héroe, harto de su trabajo emprende unas vacaciones que tendrán un desenlace fatal, lo cual implicará la venganza de turno. El policía en cuestión está muy bien interpretado por Mel Gibson, que protagoniza esta pequeña historia que sirvió para catapultarle al estrellato hollywoodiense. Gibson es, con diferencia, lo mejor de la película, con una actuación llena de matices, cambiando de registro de forma casi brillante en función de lo que el guión exige a cada momento.

La acción es muy tosca, así como las persecuciones de coches, las cuales son muy pobres para tratarse de una "road movie" en toda regla. Y para no salirnos de la mediocridad reinante, el final es tan previsible como facilón, en el sentido de que no aporta nada novedoso ni espectacular.

"Mad Max" es una película de fama internacional aunque, sinceramente, nunca llegaré a entenderlo. De hecho, si no llega a ser por la más que destacable intervención de Mel Gibson, sería un film del montón, como tantos otros de su época que tenían como característica común el miedo a una posible guerra nuclear.