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España España · mADRID
Críticas de RARRA
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Críticas 151
Críticas ordenadas por utilidad
5
26 de julio de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mezclar biografía con fantasía es un intento imposible. Más si lo pretende llevar a cabo Scorsese traicionando a Scorsese. Si quería hacer un homenaje a Meliés no ha llegado al resultado que hubiera logrado un buen documental (que los hay y muchos) sobre su vida y su obra. Para quien quiera conocer ésta última, existen suficientes grabaciones en DVD de la mayor parte de su obra. Obra que, con perdón, no es aún cine sino que supone la búsqueda de lo que puede ofrecer el cine. La profesión inicial de Meliés, la de ilusionista, es ignorada. Meliès hizo cine para seguir siendo ilusionista.

El guion, y hay que suponer la novela de Selznick, no es bueno. En la película sobran de entrada Hugo, el autómata y el policía. O sobra Meliés. Como éste es el presuntamente homenajeado, sobran los primeros. Los dos niños se hartan de decir cosas profundas en contraste con la superficialidad de los mayores. Por ejemplo, las tontas palabras del presunto Meliés, cuando es reconocido.

Por descontado, la ambientación es muy buena, aunque no el movimiento de los figurantes. Es algo que suele salvar últimamente algunas películas. La música es ligeramente cargante, como si quisiera recordar la continuada presencia del piano en las películas mudas. El metraje es excesivo y pesa, especialmente, en determinados momentos. No se siente pesar alguno cuando acaba la película.

Desconciertan, por fin, los premios y nominaciones que ha recibido.
RARRA
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2
4 de julio de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es fácil encontrar una película tan pretenciosa y tan cutre. Eso se piensa ya en la primera parte, pero encuentra su desmentido en la propia segunda parte.
Podía ser simplemente aburrida, que lo es; podía dejar el argumento en manos de fantasías carentes de sentido, que lo hace; podía apoyarse en personajes absolutamente planos, que son los que ofrece. Es que cansa aunque su duración no sea excesiva.
Los efectos especiales y el slow motion, ese peculiar ralentizar y acelerar, son excesivos y empalagan al espectador. Toda herida produce unos ridículos hilitos de sangre; todos los vampiros tienen que abrir una boca amenazante con aire de zombies. Eso no en una escena: en una y en otra y en otra. Se tiene así una cierta nostalgia de la figura elegante y atildada del Drácula de los años 30, que también mordía pero cuya mordedura, en principio, no era siquiera contagiosa. Con el tiempo esa figura del vampiro ha ido complicándose. Llega al colmo en esta película que presenta vampirizado a todo el ejército del Sur. Pronto hay que suponer que lo será Scarlett O’Hara.
Esto no obsta a que haya personas a las que las entretenga esa sensación de saltos con cámara lenta y de acciones inverosímiles. Toda opinión es respetable, más cuando no se afirme que la película es buena, sino que es simplemente entretenida. Como debe ser respetada la opinión contraria, sin necesidad de aplicar calificativos.
RARRA
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9
3 de julio de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Revolver en títulos pocos conocidos proporciona en ocasiones grandes alegrías. Es el caso de “El clon vuelve a casa”, una película japonesa dirigida por Kanji Nakajima en 2008. Se trata de una película difícil de calificar porque, aunque inicialmente se ofrece como de ciencia ficción, se hace por simple hecho de tomar como algo ya conseguido la clonación total de personas. Pero dejando a un lado este pie forzado, la película se mueve en escenarios y con personajes que carecen de esa nota de anticipación. Tampoco es una película que, como se ha sugerido, esté anclada en ideologías orientales, ya que no hay ningún rastro de ellas. Ni como una película contraria, polémica y programáticamente, a la clonación, aunque expone los severos problemas que la misma plantea. De hecho, la excluye subliminalmente. Quizá la prueba de todo ello puede ser el hecho de que lo que plantea es un drama humano y personal, aunque se plasme en personajes clonados. El problema de la individualidad se expone crudamente en un entorno de sufrimiento.
La película tiene una primera parte espléndida, que refleja la pequeña vida de una mujer con sus dos hijos mellizos. Son apenas unos apuntes de unas personas, de una vida doméstica y de un accidente. Pero ya está contada con el estilo y la profundidad que va a tener el resto de la película. Si la música de un violoncelo va a cubrir muchas imágenes que nos sitúan en determinados entornos, son los silencios los que van a tener un especial protagonismo durante toda la película. Silencio total en ocasiones, y silencio lleno de sonidos en otras, pero tan inexpresivos como el de la lluvia.
El silencio sólo es apreciable si la película tiene una cierta morosidad. La película de Kanji Nakajima la tiene y por ello rebosa morosidad, algo insoportable en una mala película pero apreciable en las buenas. Hay que aclarar que, en paralelo a la personalidad, podríamos hablar de películas introvertidas y extrovertidas. Estas últimas, paradigmáticamente las de acción, toleran poco la morosidad, aunque puede ser perfecta en determinados momentos. Y esta película es absolutamente introvertida y, por eso mismo, la morosidad la ennoblece.
Todo cobra sentido: los caminos; eso que a veces es humos y otras veces neblina y siempre símbolo; el agua y los reflejos. ¿Requiere esto una labor de interpretación? Evidentemente no; interpretaciones puede haber miles, pero ninguna obligada. Que la película abre el campo al simbolismo es evidente. Que el traje de astronauta que arrastran los clones representa traumas antiguos y mal solucionados es claro. A partir de ahí, la imágenes muestra únicamente un símbolo así hay que aceptarlo. El director no lo oculta y trata de transmitir lo ominoso de esa situación. Y lo hace muy bien.
En toda la película hay ese minimalismo más propio de la culta japonesa, que de escuelas como el zen. Esta película jamás podría haberse rodado en América o Europa. Un minimalismo que influye incluso en las interpretaciones. Las femeninas, en particular, son especialmente destacables.
En suma, una película que es un regalo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
RARRA
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2
16 de mayo de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ni remake, ni homenaje, ni nada que ver con “La ventana indiscreta”. En todo caso aprovechamiento publicitario, parasitismo. Es sólo una idea la que tiene en común “Disturbia”: una persona más o menos inmovilizada descubre a un asesino y éste se entera de ello.

Nunca he llegado a comprender esas películas de adolescentes, es decir, de personas que atraviesan la fase más tonta de su desarrollo personal. Y “Disturbia” parece que debe encuadrarse en ese género. Quizá por ello los diálogos son vacuos, las reacciones inexplicables y los personajes superficiales. Por eso es difícil tratar de tomar en serio el guion de la película termina en una serie de sustitos, cadáveres de pacotilla, linternas y cámaras que producen más ruido que otra cosa.

Es fácil que la película resulte entretenida para muchos, porque el aburrimiento está presente en las tardes de los domingos de invierno, en los días de lluvia continua, incluso en las mañanas radiantes. Y una película mediocre como ésta, pues eso, entretiene. O sea, ocupa tiempo, gasta minutos.

Una técnica correcta, aunque sea imitativa, y una interpretación adecuada es algo que hay que exigir, de entrada, a directores y actores. No es algo que pueda tener sentido positivo, aunque lo contrario tendrá un claro sentido negativo.

Dicho eso, hay que concluir que la película es más bien penosa, tirando a patética. Pese a ello si, no obstante, le entretiene dese por contento.
RARRA
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6
8 de abril de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quizá es una de las mejores películas de Tarantino, porque tiene poco Tarantino. Pero eso es solo en una parte de la película. El resto rezuma Tarantino y aburre, sobre todo porque resulta inacabable: tres horas menos cuarto. Quizá algún día abandone tanto diálogo vacuo, tanto personaje de cartón piedra, tanta música convertida en ruido, tanta sangre de pega. Entonces saldrá a flote el buen realizador que es manejando el encuadre, el color y ritmo. Aunque también hay aspectos en los que muy patoso

La primera parte promete una buena película, pero pronto esa esperanza se desvanece para acabar siendo un verdadero bodrio. Y, sintiéndolo, hay que mantener que una película debe ser valorada en su conjunto. Nunca podrá ser considerado buen director al que escoge un mal guion.

Es curioso que se hable, incluso por críticos, de un western. Western puede ser la primera parte de la película pero, tan pronto aparece la indicación Mississippi, el western desaparece y aparece algo así como la cabaña del tío Tom pero conservando, eso sí, los revólveres. Y ahí nos pasan casi dos horas con un pobre Di Caprio tratando de salvar con su buen hacer a un personaje absolutamente falso y un Samuel Jackson de malo inverosímil. Igual que tratan de dar lo mejor de sí Jamie Foxx y, sobre todo, Christoph Waltz.

Fue al parecer el crítico de The New York Observer el que tachó a la película de “desmedida, grosera, escandalosa, desagradable, exagerada”. O el The Guardian que la califica de “malsana, deplorable y deliciosa”. Hay quien la da la mayor valoración por “brutal”. A los que les gusta por este tipo de razonamientos, hay que felicitarles por que Tarantino les ofrezca ese cine.
RARRA
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