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Críticas de Kyrios
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Críticas ordenadas por utilidad
La otra forma
Colombia2022
5.5
157
Animación
3
5 de febrero de 2024
13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
La Otra forma (2022) se trata de una producción colombiana de animación dirigida y escrita por Diego Felipe Guzmán que se estrenó en el Festival de Sitges de 2022 y que ganó el premio al mejor filme de animación, además de haber recibido numerosas nominaciones en los diversos festivales por donde ha pasado. Actualmente la película puede verse en Movistar +.

Pues a veces pasa, que cómo el chiste aquel, de uno que va en contradirección por la carretera, pensando que la autopista está llena de locos que van en sentido contrario, cuando el loco es en realidad él. Pero sería un ejercicio muy deshonesto afirmar que La Otra forma me ha gustado o mejor dicho, me ha parecido una buena obra. Más bien todo lo contrario. Así que esta crítica será uno de esos ejercicios donde el escritor debe nadar a contracorriente.

Hay una escena mítica en la película Idiocracia, filme distópico donde la imbecilidad ha conquistado el planeta tierra, donde un test de inteligencia se realiza mediante el encaje de piezas, como ese juego infantil en el que un niño tiene que poner las piezas que corresponden mediante su forma (el círculo con el círculo, el triangulo con el triangulo, etc..). Pues bien, el planteamiento de la película es bastante parecido a este juego infantil: La sociedad crea una serie de piezas, nosotros, no encajamos en ella y por ello debemos martirizarnos mediante deformaciones estéticas para poder conseguir ser la pieza perfecta. Es evidente, y no hace falta ser un ilustrado, para entender que la película es una metáfora de nuestra propia sociedad de consumo, obsesionada con unos estándares morales capitalistas que nos obligan a encajar de una manera determinada en la sociedad, y en caso contrario, ser rechazada por esta. Desde la belleza hasta nuestra forma de ser, todo queda reflejado en esta parábola. 

Esto estaría bien como cortometraje, pero lo cierto es que la hora y media de duración de la película pivota exclusivamente sobre esta idea (y no sale de ahí). Y que quieren que les diga, lo cierto es que acabé sonrojado ante la misma repetición excesiva de la única y exclusiva idea con la que juega la película.

La película podría haberse sustentado por lo menos en una animación correcta, pero lo cierto es que personalmente la veo floja y poco trabajada. Obsesionado por una estética feísta, la película recurre a elementos repetitivos para poder construir su propia animación (cansados acabamos de tantos posters que emulan a Corea del Norte; paradójico que en una sociedad ultracapitalista se emule la propaganda de dicha sociedad). Sí, La Otra forma causa rechazo en el espectador y seguramente ese sea el objetivo principal con su animación. ¿La convierte per se en una buena película? ¿Cuál es el logro estético del filme? Sus ideas suenan a vistas, desde esas deformaciones de personajes que pululan como una galería de freaks (cuya imaginación es poco variada) hasta la "nueva sociedad prometida" que aparece como el gran destino utópico al que llevan una vez han cumplido el martirio.

Conclusión

La otra forma es una película que causará cierta polémica. Quizá no fue el momento ideal para que la viera, pero a un servidor le ha parecido mediocre. Lo mejor, es que si el espectador es valiente (y espere una película atípica) la vea por si mismo y saque sus propias conclusiones.

Cinemagavia.es
Kyrios
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7
2 de febrero de 2015
13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bai ri yan huo (Black Coal, 2014) de Diao Yinan ha arrasado en el pasado festival de Berlín donde consiguió el Oso de oro (mejor película) y el premio al mejor actor (Fan Liao). El filme, de nacionalidad China, parece unirse a la corriente de filmes provenientes de dicho país y que son exportados mundialmente (con especial interés por los festivales internacionales) como demostración (por parte de las autoridades) de que la producción nacional China va en perfectas condiciones. Algo aparentemente contradictorio, porque estos filmes ponen en tela de juicio el sistema chino. De hecho esto nos puede sonar similar, porque la dictadura franquista tenía la misma actitud con el arte contemporáneo, favoreciéndolo siempre que fuera de puertas para afuera, motivo por el cual artistas críticos como Tàpies (y otros provenientes de la corriente del informalismo) fueron expuestos en Bienales artísticas (como la de Venecia de 1950).

Black Coal no es un thriller al uso, a pesar de que sigue una estructura de filme policiaco. El que se quede en la superficie y sólo contemple la trama como una película de caza al asesino no habrá entendido absolutamente nada, algo que ha sucedido a no pocos críticos españoles. Lo cierto es que el filme de Diao Yinan es dinamita pura contra el sistema ultra capitalista chino, y sobre todo, con las consecuencias desalmadas que este produce. Pero no adelantemos acontecimientos.

El filme se inicia con un Flashback que nos muestra a nuestro protagonista principal, interpretado por Fan Liao, trabajar como policía en un caso en la década de los años noventa. Nuestro protagonista se encuentra trabajando en una investigación en la que está envuelto un psicópata que tiene amenazados a toda la población. Además, se divierte despedazando a sus víctimas y repartiendo los trozos de los cadáveres por toda la ciudad. En este primer prólogo nuestro protagonista lo pierde absolutamente todo (mujer y amigos). Y por supuesto, tanto él como la policía china no consiguen encontrar al culpable de los asesinatos.

Años más tarde, la película nos muestra a nuestro protagonista trabajando como guardia de seguridad, después de haber perdido el empleo de policía. Sin embargo, por un ardid consigue colocarse de nuevo en la pista del caso y ve la oportunidad para recuperar su antigua vida.

Como decía anteriormente, realmente uno se pregunta si la trama propiamente policiaca del filme es tan importante como el telón de fondo donde transcurre esta. Y la verdad es que da la sensación de que lo que realmente importa en Black Coal transcurre en un segundo plano. En sus paisajes urbanos, desolados ante la irrupción de la nieve o ante los luminosos carteles de neón (estos dos paisajes los encontramos de manera reiterada en el filme), que anuncian el artificial mundo en el que se desenvuelve la trama.

Todo está muerto en Black Coal. No es casual que el cineasta nos muestre reiteradas secuencias en las que el personaje se adentre en transportes públicos (trenes y autobuses) y no veamos ni en una sola ocasión una simple conversación (por muy intrascendente que sea) entre todos los pasajeros. La gente de la ciudad está muerta. Ni siquiera se miran a los ojos entre ellos. Son actores que interpretan un simple papel. No me refiero a que se vean las costuras de la película y que el espectador sea consciente de que todo es un montaje no, me refiero a que la película nos presenta una ciudad llena de espectadores que simplemente aceptan lo que el destino le ha impuesto desde la infancia. Todos parecen caminar resignados cabizbajos entre la multitud.

Y es que la historia de amor, entre la bella y la bestia, entre nuestros protagonistas principales, está precisamente igual de desangelada que el resto. Para muestra, Diao Yinan rueda una secuencia magistral y llena de patetismo, en la que ambos mantienen una escena de sexo (si realmente se la puede llamar así) totalmente fría y sin pasión. Seguramente no había mejor manera de demostrar la frialdad con la que se pretende imbuir el filme.

La película está rodada magistralmente. La dirección aprovecha perfectamente los sonidos y ruidos de la gran ciudad, que se van colando en la historia y el desarrollo de la trama principal, y ayudan a reforzar el mensaje de aislamiento que transmite el filme. La poca música que emplea el cineasta (caso del Danubio Azul de Strauss) es decididamente casi una parodia que sólo tiene la intención de convertirse en un eco reverberante de la propia pérdida de conciencia de la población (que patina casi de manera aleatoria por el hielo, como auténticos autómatas deambulantes). Además Diao Yinan sabe cuando utilizar la cámara y mostrarnos planos fijos (secuencias) espectaculares, como aquel que tiene lugar en la primera parte del filme (con el asesinato múltiple de los amigos del protagonistas) o cuando utilizar la cámara de una manera más dinámica y ágil (cuando por ejemplo, persigue al asesino, como si fuera un policía más).

https://neokunst.wordpress.com/2015/02/02/black-coal-2014/
Kyrios
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5
10 de julio de 2010
13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
John Sturges entretiene por momentos con otro film, quizá menor dentro de su filmografía. El mayor problema es que el film se desarrolla como uno ya imagina antes de verla. El film se sucede por todos lugares comunes a los que estamos acostumbrados. Hay escenas que estaban mascadas para saber lo que iba a pasar*. Se adelantó otra vez más la ciencia ficción a la realidad con el viaje poco después del Apolo XIII.

La primera parte del metraje es sin duda la peor, una introducción rápida pero no muy concisa, me dio la impresión de que Sturges no ponía esmero en construir sus personajes. Además todo sucede sin mucha intensidad, claro que es lógico que la tensión va “in crescendo” con el paso del tiempo, pero aún así todo pasaba sin relativa importancia, de hecho lo más interesante por momentos no sucede en el espacio sino con Peck en la tierra. Vamos que creo que por la primera mitad le sobra un poquito de metraje. Durante toda la película se mantiene un acercamiento al estilo documental que lo único que consigue es que el espectador se aburra.

Pero en la segunda parte del metraje la cosa mejora bastante, Sturges le da más soltura y ritmo al film, consigue crear un ambiente poco propicio para los pilotos y crear una sensación parecida en el espectador. El pausado ritmo ahora ya no molesta sino que fortalece las sensaciones que quiere transmitir. La relación entre los compañeros de viaje es más o menos creíble (pese a que hacia el final se cometen bastantes tonterías que restan credibilidad).

En cuanto a la recreación del espacio (pieza importante en un film de estas características) es correcto, pero sin más. Es creíble por momentos pero en otros como que no parece muy realista. La fotografía es acertada, pero no hay punto de comparación con 2001.

Si miramos el cartel veremos bastante calidad, pero en su general no se consigue aprovechar el talento de los intérpretes y dejan un tanto frió. Salvo momentos puntuales no parecen ni humanos. Me sigo quedando con Peck.

Interesante película para los amantes de la ciencia ficción que esperen ficción añeja, pero al fin y al cabo olvidable.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Kyrios
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3
31 de enero de 2017
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gernika (Gernika, 2016) se trata de una arriesgada producción española, que trata de mostrarnos los acontecimientos que transcurrieron durante la Guerra Civil Española en la población de Gernika (célebremente retratados por la obra de Picasso). La película cuenta con un reparto lleno de caras internacionales y a la factura (y como veremos más adelante, también al guion) se le notan las intenciones de gustar en otros países, pero lo cierto es que de momento la película no ha podido recuperar ni un veinte por ciento de lo invertido originalmente. Desastre sin paliativos en el sentido comercial para el filme de Koldo Serra, quien tiene alguna que otra película interesante en su haber. Veremos si es capaz de redimirse y dejar la tendencia más puramente comercial en la que se había visto anclado, para volver a las obras más minimalistas, donde si llegó a despuntar.

La película nos presenta unos hechos más o menos históricos, inspirados en la figura de Constancia de la Mora y el departamento de prensa de la república, así como varios de los periodistas que participaron como corresponsales en dicha guerra. De hecho, nuestro protagonista principal es una mezcla de varios de estos reporteros reales, como Hemmingway (americano y con una personalidad en ocasiones parecida a la suya, chulesca y pasada de rosca, incluido coqueteos con el alcohol) así como también con el británico Georges Steer (como él, participó en la contienda de la invasión de Etiopía por parte de las tropas fascistas de Mussolini, y al mismo tiempo se hace eco de la tragedia de Gernika). Aun así, hay que destacar antes de nada que los eventos históricos son realmente vagos y aparece descritos en el filme de manera muy imprecisa. Tanto, que cuesta reconocer la contienda bélica en muchos momentos. Como película con una intención pedagógica para realizar un primer paso en el tema puede tener su gracia, aunque para poco más sirve Gernika.

El peso de las películas pretéritas sobre la Guerra Civil Española es la principal culpable de hundir Gernika. Parece que Koldo Serra tiene claro lo que no quiere hacer, esto es, una película más sobre el conflicto que lo único que provoca es una polarización en la sociedad española actual. Por ello, opta por una solución fallida, un tono extraño que intenta navegar por muchas aguas para intentar apaciguar a todo el mundo. Algo que, obviamente, es imposible. Un ejemplo claro, el personaje inspirado en Constancia de Mora (quien formó parte del partido comunista) negando su filiación comunista para declararse demócrata, una puntilla que nos pone sobre aviso (a pesar de tergiversar lo que sea necesario). De hecho, la propia elección del tema va por este mismo camino, como es la selección de una serie de personajes aparentemente neutros que no se sitúan en ningún bando. Pero incluso más allá del guion, la propia puesta en escena es totalmente tibia y carente de interés. Parece que deliberadamente la película opta por un tono clásico, pero a medida que uno va viendo el filme se da cuenta que es imposible volver al pasado en pleno siglo XXI. La indefinición resulta incluso ofensiva y las secuencias bélicas resultan chapuceras, como las que nos presentan el bombardeo de la propia ciudad, y que supuestamente habría de ser el clímax de la película.

La película falsea deliberadamente la historia para, precisamente, complacer a la sociedad actual. Así los comunistas y los soviéticos tienen un peso importantísimo (obviamente descritos como los malos, fijémonos en la secuencia del bosque o en las conspiraciones continuas que se nos presentan), cuando el gobierno vasco de Aguirre no aparece ni siquiera mencionado. El Porqué parece bastante simple: Al público internacional el papel del gobierno vasco le es seguramente desconocido, mientras que la intervención de la URSS es mucho más conocida. Además, permite al cineasta introducir una trama de espionaje, que siempre resulta jugosa a los ojos del espectador. Incluso llega a decirse que las checas fueron cárceles exclusivas de los comunistas, una imbecilidad se mire por donde se mire. De hecho, de los propios nazis poco se llega a comentar realmente, en secuencias totalmente asépticas, que parecen clases para pilotos más que otra cosa, donde el militar alemán Richtofen (pariente del célebre Barón Rojo) cuenta las estrategias a seguir por parte de la legión Cóndor. El ambiente bélico no aparece descrito en prácticamente ningún momento, más bien parece que los protagonistas están de fiesta.

Concluyendo, podemos decir que Gernika se trata de una película fallida. Las posibilidades eran bastantes elevadas y Koldo Serra ha tenido la intención de presentar algo diferente a la enésima revisión de la guerra civil en el cine, pero el resultado no está a la altura de las circunstancias. Paradójico que se hayan realizado numerosas películas sobre el tema y aún son pocas las que destacan. Para el que tema le haya resultado interesante, resulta imprescindible la lectura del libro del historiador británico, Paul Preston, idealistas bajo las balas, en el que parece que se ha inspirado en parte la película. Ahí se desarrolla de una manera mucho más sofisticada la vida y obra de reporteros que en algunos casos dieron su vida por contar la verdad.

https://neokunst.wordpress.com/2017/01/31/gernika-2016/
Kyrios
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8
28 de diciembre de 2015
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Brat (Brat, 1997) se puede comparar perfectamente con Gruz 200 (Cargo 200, 2007), ambas películas están dirigidas por el director ruso Aleksander Balanov, y ambas cuentan esencialmente una cosa: La anarquía vivida en Rusia durante el desmoronamiento de la URSS. De hecho, mientras veía la película no podía dejar de pensar en la terrible anécdota que me contó una amiga que se había criado en Moscú durante esa época. Decía, con toda la tranquilidad del mundo, que de pequeña, lo más habitual eran los atentados unidos al insomnio. Que cada día deparaba una nueva y desagradable sopresa. Ese estado de desasosiego es el que trata de contarnos Balanov, con una historia de cine negro, que en gran parte bebe de los filmes norteamericanos.

El protagonista absoluto es Danila Bagrov, un joven exmilitar interpretado por Sergey Bodrov Jr. El contexto histórico es el ya comentado, la disolución de la Unión soviética. Bagrov es un joven sin futuro, al que no le interesa prácticamente nada, a excepción de la música, y que tiene un sentido de la ética bastante sorprendente (podríamos decir que es hijo del momento). Finalmente, avisado por su hermano, decidirá visitar San Petersburgo (aún llamado Leningrado en el momento en el que se ubica la película) para labrarse un futuro. Básicamente, Brat se dedica durante todo el metraje a mostrarnos un mundo sin moral. Nuestro protagonista es el máximo ejemplo, y dará sobradas muestras a lo largo de todo el filme.

A partir de la visita de Bagrov a su hermano, el guión de la película seguirá un esquema ascendente que no tendrá demasiadas variaciones. Básicamente, la película seguirá el crecimiento como criminal de nuestro protagonista, que irá superando pequeñas pruebas que harán incrementar su nivel, hasta el clímax final en el que superará a su hermano (el aprendiz que acaba superando al maestro) terminando su aprendizaje en San Petersburgo.

El crimen es la única salida (o por lo menos, la más efectiva) que vieron muchísimos habitantes de Rusia en aquellos convulsos momentos. La película simplemente se dedica a contar la realidad mediante una historia de cine negro, pero el trasfondo existió y Brat es el espejo de esos momentos de miseria. Nuestro protagonista es el mejor en su trabajo de asesino y pendenciero profesional, pero no es ni mucho menos el único. Uno de los máximos aciertos del filme es precisamente mostrar con un naturalismo pasmoso toda esa violencia que es el pan de cada día para todos los protagonistas, desde los que están directamente involucrados, como nuestro protagonista, como los ciudadanos de a pie (como la conductora del tranvía, que no tiene reparos en juntarse con un asesino). Cuando el mundo se desmorona, la justicia y la ley son accesorios que pierden todo su sentido. En este contexto, nuestro protagonista demuestra tener una idiosincrasia bastante singular. No es un simple matón sin ética, porque al contrario que sus compañeros, él no asesina a sangre fría a cualquiera que se anteponga en su camino, sino que resulta cándido y bondadoso con las personas que no están involucradas en los negocios sucios. De hecho, el filme insinúa en numerosas secuencias (como aquella en la que obliga a punta de pistola a pagar el billete de autobús a un par de personas que se habían colado) que nuestro protagonista es una especie de justiciero, muy sui generis. Un Antihéroe para una época en la que los antiguos héroes de la URSS habían dejado de tener sentido.

El toque y la influencia norteamericana resultan bastante patentes en el filme de Balanov, aunque con un filtro autóctono bastante reconocible. A pesar de que nuestro protagonista parece estar inspirado en numerosos personajes cinematográficos populares; entre los que se pueden observar ejemplos del detective del cine negro, así como del antihéroe, incluso propio del Spaghetti Western (de hecho, nuestro protagonista mantiene una actitud moral bastante cercana a la del personaje de Clint Eastwood en los filmes de Leone), no se trata de un simple refrito, sino que el guión construye un personaje original y lo más importante, con un destacable carisma.

La fotografía, que recae en manos de Sergei Ahstakov, crea una atmósfera bastante particular, basada mayoritariamente en una gama cromática bastante reducida. Los colores anaranjados dominan completamente el filme, dando a la obra un tono crepuscular (realmente la sensación es en muchas ocasiones la de estar viendo una puesta de sol, y metafóricamente parece que el cineasta quiere indicar que efectivamente, lo que se representa en la película tiene bastante de última puesta de sol, de mundo que está empezando a arrastrarse hacia la oscuridad).

https://neokunst.wordpress.com/2015/12/28/brat-1997/
Kyrios
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