El primer episodio no me gustó, pero rezuma realidad.

Por suerte le di una segunda oportunidad y me alegro por ello. Serie de corta duración (25 episodios en 4 temporadas y 1 extra). Muy adecuado, no estira la trama como un chicle ni se dan situaciones excesivamente forzadas, como en muchas de las sit-coms actuales que, por cada episodio bueno, hay 7 prescindibles.

El ritmo es muy ágil, típico humor inglés en el que se ríen de sus propias costumbres, de su educación, de sus acentos, de su propia fama… pero con un humor muy blanco, muy natural.

También huye de uno de los mayores topicazos de las series actuales: da igual cómo sean los protagonistas masculinos y femeninos, o hay tensión sexual o hay continuas relaciones entre ellos… pero aquí no, entre Jen, Roy y Moss no hay nada, es fabuloso, no se acaba convirtiendo en una comedia romántica ni un drama en casos de rupturas y blablablá.

El nivel de los episodios, excepto unos 5 es alto-muy alto, no se repiten los gags (excepto la frase de Roy), excepto algunos detalles; las tramas no son lineales y resulta raro que sea desde mediados de la temporada 1 hasta mediados de la 3 donde el nivel sea, literalmente, brutal, aunque baje un poco en la 4ª, sigue siendo alto (episodio “Chicos Malos”).

Y los personajes, pocos, pero inolvidables. La inútil e insegura de Jen, una trepa de cuidado que nunca admite su incompetencia, tanto en lo profesional como en lo personal. Roy, por un lado un cínico y desmotivado profesional friki, pero por otro lado, es un chico tímido e inseguro, demasiado preocupado por el “qué dirán”, aunque no es mal tipo. Y Moss, el rey de los frikis, inadaptado a la vida diaria, infantil, el único realmente profesional y un genio, además de buen amigo. Luego cuentas con secundarios de lujos, como Douglas, el impagable Richmond o Reynholm.

Cuando alguien escucha la emisión de un producto como éste y más en una cadena como Telecinco se echa a temblar.

Decide dar una oportunidad, vamos a ver, no porque esté Pilar Rubio, que está para lo que está, es un reclamo para los adolescentes y postadolescentes, ya que, sinceramente, lo de actuar no está con ella.

La oportunidad se le dí por Jaenada y Silvia Abascal. Admitámoslo, son dos buenos actores. El primero, ese chico de "Noviembre", una de las esperanzas de la interpretación. Ella, una elegante actriz, que da ese toque de belleza clásica, muy alejada del estereotipo de la Rubio.

Esperas incluso que la acción esté bien, que el guión tenga agujeros, pero que los momentos de lucha sean mínimamente dignos.

Pero no, ni eso.

Lo único salvable, además de Silvia Abascal, son los paisajes, realmente bonitos. El guión está lleno de topicazos, incongruencias de los piratas, reseñas de películas sacadas de contexto y situaciones no cómicas, ridículas.

Jaenada cae en la trampa y se deja llevar, dejando a su personaje como un "quiero y no puedo" de Johnny Depp, no aporta nada su interpretación, no deja un destello de "eh, es bueno".

La Rubio es lo que se supone, mala actriz.

Los secundarios, lamentables.

Y las escenas de lucha, dignas de un patio de colegio en carnavales, sólo falta que los extras hagan "chin chin" cuando golpean las hojas. Si el nivel de intensidad de la lucha de aquella época era tal, servidor hubiera sido el carnicero de los Siete Mares.

Ocho episodios, no creo que pasen del tercero. Por favor, miren como trabaja la BBC.

Con una magnífica cabecera, una melodia pegadiza y mucha mala baba, crecimos con una de las primeras series de Canal + en abierto.

Chris Elliott crea un personaje salvaje, un repartidor de periódicos de treinta y tantos, atascado en el mismo empleo desde que era adolescente por su inmensa estupidez, viviendo en casa de sus padres (el padre del actor) que son dos cínicos jubilados que se pasan el día en bata. Su único amigo es su vecino, un infeliz casado con una arpía llamada Sharon y que es tan estúpido como él.

Y con las desventuras, originales y divertidas, pasa una primera temporada brutal. Luego llega la segunda con la novedad de que Chris se va de casa con un policía retirado, gruñón y violento, saliendo algunos personajes de la serie y entrando otros nuevos.

La segunda temporada me parece aun más salvaje que la primera, con algunos episodios épicos, logrando su cumbre con el irrepetible Vomitón, una maravilla.

Algunos dirán que eran tramas simples, forzadas, demasiado absurdas y el personaje exageradísimo. Mi opinión es que es una joya del humor irreverente, absurdo y rezuma mucha más inteligencia de lo que parece.

35 episodios y nada de finales abiertos, lo bueno, si breve...

El cine de parodia de los 90 no pudo seguir el frenético ritmo ochentero.

Esta película es bastante menor que "El Jovencito Frankestein" o "Spaceballs", pero infinitamente mejor que las "... Movie".

A pesar del soso protagonista, los secundarios nos sacan la sonrisa continuamente, Little John, Achus, El Sheriff de Rottingham, el Príncipe, Letrina y el mejor, Tuertin, impagables sus escenas.

Muy buena también alguna parodia como la de "Harry el Sucio" o "El Padrino".

Típica cinta americana para que los chavales que hayan conocido los dibujos clásicos, o que hayan visto el tráiler con los 5-6 golpes que se pega el protagonista, arrastren en un afán consumista a sus progenitores en un plan de cine, bebida y palomitas.

Tal vez ellos se diviertan algo, tanto como si les pones el dichoso tráiler unas 15 veces seguidas, a los que somos algo mayores, como mucho, dos sonrisas y contadas.

Muy floja, con unos golpes de humor predecibles y sinsorgos. Lo de siempre, presa de su patosidad y de sus ansias, el oso mete la pata, se tropieza, cae, se golpea, queda impregnado de distintas sustancias y así todo el metraje. Boo-boo tampoco aporta nada.

Los actores humanos muy flojos, tanto como el guión, sangra el guardabosques, demasiado alejado del clásico.

Si podéis, llevad a un adulto crédulo, dejad a los niños con él e iros a ver "El Cisne Negro", "127 Horas" o "El Discurso del Rey", es un consejo.