Por fin, tras quince años desde que se estrenara Toy Story, y once de espera tras la segunda parte, las salas de cine se llenan de "niños grandes" para ver esta obra maestra de la animación. Una tercera entrega pensada no tanto para niños, sino para los que en su día lo eran y veían las partes primera y segunda y que se ilusionaron más que nadie al saber que volverían a saber de Buddy, Buzz y compañía.
Una historia muy interesante con los toques de humor característicos (cabe destacar el papel de el muñeco Ken). Me atrevería a decir que incluso supera a Toy Story 1.

Desde luego la película tiene su mérito, una trama complicada e interesante y unos efectos especiales insuperables. Sin embargo, una hora y media de tiros y explosiones es más propia del Equipo A en sus tiempos mozos, para qué nos vamos a engañar.

Ójala se le hubiera ocurrido antes a algún director de Serie B, habríamos gozado de una gran película, aunque tuviéramos que sacrificar por ello el gran actor que es Leonardo Di Caprio... ¿Dónde ha dicho que tengo que firmar?

Por su peinado al más puro estilo "gorro con orejeras"
Por sus gafas de Elvis color naranja amarronado
Por su padre: litros de gomina, bigote espeso y Brumel en cantidades industriales (seguro)
Por el terciopelo rojo, las hombreras y los pantalones acampanados de su traje
Por la rebeldía juvenil y el licor de melocotón a escondidas
Por la marihuana que te hace moverte haciendo eses: ya no se cultivan plantas tan buenas
Por el gatillazo del tío del tejado y la cara de resignación que ello conlleva
Por los camisones hasta los pies y los vinilos de Kiss
Por los hogares en los que no falta amor, ni fanatismo sobreprotector
Por la frialdad de quienes vuelven la espalda y se burlan de un tema como el suicidio

Por esto y porque me recuerda a Carrie, pero sobre todo por las pintas de Josh Harnet, le subo un punto.

Por qué no le subo otro: por la falta de personalidad y complejidad de las hermanas Lisbon, por el abuso del plano-contraplano, por la falta de gusto al querer meter más tomas de las que caben y son necesarias (no sé yo si la Coppola habrá oído eso de "con menos culo también se caga") y por la expresión estándar de Kirsten Dunst, que con su registro de "soy una adolescente rubia, dulce e inalcanzable para ti, perdedor, pero te sonrío para ponerte cachondo" (uno de los tres que tiene), me recuerda peligrosamente a Nicolas Cage.

El libro seguramente sea genial, pero la película en sí es un 5 y gracias, de tarde de domingo, vamos.