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Críticas de Javicaysa
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Críticas 19
Críticas ordenadas por utilidad
5
13 de noviembre de 2013
234 de 345 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pues sí, disidente, como en La vida de Brian. Para los de poca paciencia, vayan al párrafo tercero, contando éste. Pues no se piense que esta crítica destila bilis. Al contrario, lo que hay aquí es amor al Maestro. Así que si están preparados y libres de prejuicios, allá vamos. Espero que sea útil, al menos.

De entre los muchos misterios de esta vida, me gustaría averiguar uno: ¿Por qué Woody Allen –o merced a qué deuda contraída– ha de rodar una película por año, sin falta en dicho plazo desde 1982? Cierto que de vez en cuando nos obsequia con una obra maestra, y que pocos directores en este mundo tan regulares y prolíficos (me vienen a la cabeza, pero en una escala algo mayor, Bergman, Ford o Kurosawa) nos quedan. Acaso Clint Eastwood. Sin embargo, ¿no le vendría bien algo de descanso, o al menos una pizca más de elaboración en sus guiones? Afirma en su estupendo libro de conversaciones con Eric Lax que lo que menos le cuesta es escribir sus películas; que siempre le rondan varias ideas por la cabeza, y que lo único complicado es el momento de empezar el rodaje.

Puede que diga la verdad. No obstante, aquí seguimos un año más. Y yo, que me he visto todas sus películas menos Alice (no por nada personal, es que a día de hoy es la única que me falta), pues ya le tengo muy calado al maestro neoyorquino. Y qué quieren que les diga: Blue Jasmine es una obra menor, muy menor, en su filmografía. Mucho me temo que sólo reluce por la soberbia y sobreactuada interpretación de Cate Blanchett; pero resulta que todo en esta película tiende al exceso.

Dos graves problemas la lastran: el primero, su más que exagerado parecido con Un tranvía llamado deseo, de la que copia el asunto, los personajes, el desarrollo y la conclusión. Solamente. El segundo, lo burdo de las trazas del guión, previsible en cuanto uno se halle más o menos avispado. Me resultó lamentable adivinar desde mi butaca la mayoría de lo que iba a suceder.

Allen muestra su fineza en la comedia. Ahí sí que nos emociona con maestría. Hace muy poco revisé Manhattan y Annie Hall, y me sentí con ganas de gritar desde mi terraza que son dos películas inmortales; aguantan sin tara el paso de los años, impertérritas. Pero con el drama se le va la mano. Lo mide todo excesivamente. Se le notan las costuras a kilómetros de distancia. No sabe hilar fino. Parece como si la solemnidad le impulsara a estrangular al pobre espectador. “¡Esto es lo que quiero decir!”, exclama.

Porque en esta película Woody nos impone su lectura, como autor, en todo. Los paletos son muy paletos. Los ricos son muy educados y muy esnobs. Los conflictos fraternales carecen de la extrema riqueza con que se muestran en la obra de Tennessee Williams. Recuerde el espectador el primer encuentro entre hermanas de la primera versión. En eso consistía el supremo arte de planos, contraplanos, diálogos, y gestos y entonaciones de cada actriz. O sea, CINE. Era increíble. Se pueden escribir libros sobre la riqueza de esa escena. En Blue Jasmine roza el tópico, lanza un chiste (el del avión) y luego todo se diluye. Entre medias, es verdad, se ha dicho lo de "estás estupenda"; "no, lo estás tú". Pero lo que en "Un tranvía..." era definición perfecta aquí es banalidad. Y lamento compararlas, pero se prestan a ello completamente.

Aquí las cosas son blancas o negras. No se nos deja entrever ningún término medio, ni guardamos distancia alguna con los hechos. Tampoco ayuda un guión en el que todo sucede, más que por lógica interna, para que aparezca luego la escena que el autor desea narrar.

No la suspendo, no obstante. Ella está tan bien, que (incluso a pesar del guión, y de la dirección, pues Allen suele pasar mucho de los actores, según todo lo que de él he leído) logra que la película, pese a todo, salga a flote. Es el mayor tributo a la actuación que jamás llegará a rendir Cate Blanchett. Si ya en Diario de un escándalo mereció los mayores elogios, y con razón, en esta puede uno decir sin más que ella es la película. No su personaje, sino su actuación. La única causa por la cual se distingue de El sueño de Casandra –otro film por completo mediocre y sin interés– esta Blue Jasmine, se debe a Cate Blanchett. Sólo ella sabe darle el toque adecuado entre la comedia más idiota y el drama más banal. Sólo ella parece de verdad real en este pastiche de tópicos y revisiones de su propia obra y de la ajena.

No es que los demás actores estén mal. ¿Qué mal actor elige Woody a estas alturas? Es que, sencillamente, Cate Blanchett sostiene la película entera.

Otro año más.

Recuerdo cuando me topé con el espantoso tráiler de Midnight in Paris. Fui a verla después como el cordero va al matadero. Me pareció una sublime gozada, una maravilla.

Esta vez el tráiler tampoco me daba buena espina; pero cualquiera se fía.
En fin, vayan a verla que es de Woody Allen. Pero la olvidarán pronto.
A pesar de los sesudos y vacuos análisis que verán por ahí.




P.D: Prometo ver Alice antes de una semana... ¡Y Woody, danos una alegría el año que viene!
Javicaysa
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6
30 de septiembre de 2023
169 de 221 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vuelve Víctor Erice tras 30 años de su última película de ficción: “El Sur”.

Se trata de un regreso esperado por todos los que amamos el séptimo arte. “El espíritu de la colmena” y “El sur” son dos obras maestras indiscutibles. “El sur”, en concreto, me llega al corazón cada vez que la veo, y la suelo considerar una de las tres o cuatro mejores películas de la historia del cine español. En resumen: afronto “Cerrar los ojos” con la mejor de mis ganas. Cosa que le pasará a prácticamente todos los espectadores que vayan a verla con la mente puesta en el director y guionista.

Pero ocurre una desgracia: la película atesora escenas brillantes que no llevan a ningún sitio. Uno no entiende por qué Erice nos cuenta lo que nos cuenta. No porque sea difícil seguir lo que sucede: al revés: es muy sencillo. Sino porque se acumulan momentos que ni tienen cierre ni relevancia para la trama ni para los propios personajes. Hay una falta de nervio absoluta, que deriva en indiferencia por parte del espectador (ignoro cómo alguien ha podido emocionarse con esto). El 70% del film es gente hablando sin conflicto entre ellos; soltando información al espectador. Información inútil. Solo sirve para que veamos cuán traumatizado está el protagonista, que tampoco parece sufrir demasiado, y lo buena gente que son quienes le rodean. Cosa asombrosa: no hay ni una sola persona conflictiva en todo el reparto. Ya no digo conflictiva, sino siquiera que obstaculice nada de cuanto sucede. En resumen: un pequeño culebrón de tres horas.

No se hace pesada y está bien dirigida. Eso y las interpretaciones la salvan. Los actores (todos) están prodigiosos y naturales. Pero si no la hubiera dirigido Erice ni se hablaría de ella ni yo estaría escribiendo esta crítica.

Sigo en el spoiler, pues no puedo decir más sin destripar la trama.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Javicaysa
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4
14 de febrero de 2013
134 de 154 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los más veteranos quizá recuerden todavía cómo el genuino John McLane era un héroe muy sufridor. Era listo como él solo, con su olfato sagaz y sus argucias sutiles, y les desbarataba el plan a los villanos más inteligentes y precisos. Sobrevivía con arte y oficio, y mientras tanto le sucedían mil y una putadas que le hacían sudar la gota gorda. Para colmo, andaba el hombre metido en disputas familiares.

Bueno, pues olvídense de ese John McLane. En esta quinta parte eclosiona lo que ya se perfilaba en la cuarta: ahora no es John, es la caricatura de una caricatura de una caricatura. Ni sufre, ni es listo, ni es humano, ni es -apenas- un personaje. Sus líneas de diálogo consisten, una por una (por favor, se lo ruego: cuéntenlas y fíjense), en una retahíla de gracias sin gracia, de chulerías, de cinismos y de obviedades. Dice treinta veces eso de "¡estoy de vacaciones!" por lo menos: las primeras 18 te sonríes; las otras 12 ya cansan. Y ni siquiera está de vacaciones (no sé si repararon en eso los guionistas: va a Rusia a por su hijo, ¿no?). También dice mucho "vamos a matar a los malos". ¿Quién ha escrito esas líneas de diálogo? Qué vergüenza.
Pero cuando tiene que actuar... ahí es casi peor que cuando habla. Le da lo mismo estrellarse con un coche a 200 kms/h. Le importa un bledo que le tiroteen 30 sicarios. No le impresiona que le tengan de rodillas y maniatado para ejecutarle. Apenas le altera saltar desde un edificio de 100 metros de altura. Llega a Moscú, y a los 10 minutos ya está en una persecución mortal por la autopista. Sin esfuerzo, sin nervios, sin despeinarse. Hasta mantiene divertidas conversaciones telefónicas mientras está jugándose la vida.

Y en toda la película no se le quita la sonrisita de la boca. Sigue con cara de estar gozando cada segundo y sigue soltando tontadas para que se ría el patio de butacas. Va tan de sobrado, que en vez de ver a un personaje, ves a Bruce Willis pasándoselo teta mientras ruedan a los demás actores, que -para que la cosa sea aún peor- sí tratan de actuar en serio.

Este McLane ni sufre, ni siente, ni padece, ni es nada. No deduce nada en toda la película, no es sagaz. No tiene dudas. Ni miedo. Es cartón piedra, parodia, un huevo de pascua bien vacío.

Me dirán ustedes que muy bien, pero ¿el resto? ¿Como peli de acción cómo está? ¿Y los secundarios? ¿Y los malos? Pues bueno: está bien. Es entretenida, hay escenas espectaculares, la trama es un poco tonta pero no derrapa, el hijo de McLane está bien... como película de acción, es más que pasable. No extraordinaria, pero está bien.

No obstante, ¿cómo puede reponerse al hecho de que su protagonista parezca imbécil? Los guionistas, dando por hecho que el espectador conoce a McLane, no le dan nada más que tópico tras tópico. Pero, si no has visto las anteriores, pensarás que ese tal McLane es sencillamente subnormal.
En fin, un desastre en conjunto que hace la película inverosímil y olvidable.

Para cosas de la trama, caballeros, al spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Javicaysa
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5
10 de septiembre de 2013
150 de 196 usuarios han encontrado esta crítica útil
Daniel Sánchez Arévalo elabora un cine muy definido; no diré que posee un estilo propio, pero sin duda conoce su oficio perfectamente. Y, si hasta ahora ha funcionado, ¿para qué arriesgarse y cambiar? Sin embargo, no ha podido estarse quieto del todo, y ha logrado lo que hasta ahora parecía imposible: la combinación del cine patrio más hispánico, más de casa, con el formato y el desarrollo de la comedia típica americana, al más puro estilo (y no puede negarse, qué vamos a hacerle) de "La gran boda". Sí, esa comedia con olor a alcanfor que llegó hace no mucho a nuestros cines y que ya el mundo habrá olvidado. Tiene muchos más puntos en común de lo que podría pensarse. En cierto sentido abstracto, son calcadas.
El guión de "La gran familia" tira de manual 100%. Un chico se casa con su novia de toda la vida, que está embarazada. Ambos tienen 18 años. El chico tiene cuatro hermanos: el mayor, que no se siente valorado por su padre; el segundo, que es responsable y luchador y lleva mucho tiempo alejado de la familia; el tercero, que ha vivido siempre a la sombra del segundo; y uno que padece de algo de retraso, y que no tiene conflicto alguno (está ahí para hacer chistes). ¿Les suena? ¿No se parece a A dos metros bajo tierra? ¿No se parece, la verdad, a cualquier ficción en donde salgan hermanos en el centro de la trama? Además de esto, el padre se está muriendo por problemas cardíacos. Y el que se casa no sabe si ama a su futura mujer o a la hermana de ésta.
Pues una vez más o menos montados, durante la primera media hora, los traumas de cada uno, a seguir del tirón. Un par de escenas, unas vueltas de tuerca, y todos son muy felices, y se quieren, y España gana el Mundial, y nos hemos reído. La película, en este sentido, no engaña. Quiere ser pequeña y conmovedora; a mi juicio se queda tan pequeña que se deshace como cuando se sopla un diente de león. No estoy seguro de que conmueva.
Hay varias razones para ello. Para empezar, va a envejecer muy mal. Los personajes, sobre todo los locos jovenzuelos, dicen frases como “no flipes”, “¿Tú me I love you?”, “Contigo no, bicho”, o “mazo de fuerte”; hoy en día uno lo escucha y no pasa nada: pero esperen a revisarla dentro de 15 años, y les sonará tan rancio e impostado como Ramoncín todo él en la película atroz Adolescencia (1982). ¿Qué pasa con esto? Pues que se le ve el plumero a Sánchez Arévalo, más preocupado por el aspecto inmediato que por el acabado artístico. Se asoma peligrosamente a ser una película de época y nada más. Los conflictos antes mencionados no llegan a mucho, y son meras excusas para que se den ciertas situaciones. Hay chistes cansinos que pierden efectividad según se repiten idénticos, como el camarero al que siempre se le cae la bandeja, o el “tema del robo”. Por otra parte, se cae en cierta inverosimilitud, y algunas cosas no se las puede creer ni el más predispuesto, por mera congruencia humana o racional (al spoiler).
Es una película excesivamente planeada, medida, controlada, domesticada, sin riesgo ni puntos de fuga. Le da al espectador la cantidad exacta de humor y de ternura; y todo el mundo es muy bueno. Hay algo irritante, para cualquier corazón sensible, en el esfuerzo consciente por evitar que la gente salga del cine pensando con libertad: La gran familia española te dirige hacia un estado de serenidad artificial en donde la verdadera viveza ha quedado disecada sin miramientos. Te manipula y controla todo lo que debes sentir. Además usa un vil ardid para emocionar: como el partido de España ya puso los pelos de punta a la mayoría de la gente, se tira de catarsis evocativa. Eso es ahorrarse sentimientos: tiran de los ya sentidos. Encima, con aspiración colectiva.
¿Aciertos? Bastantes, también. Seamos justos. El cásting es impecable. Todos y cada uno de los actores bordan el papel; incluso los más jóvenes y desconocidos. Me parece que sobresale, un poco por encima del resto, Verónica Echegui. Es una actriz que lo expresa todo, y que pone verdadera alma a su personaje. Aunque ya nos ha acostumbrado a que esté siempre fantástica. También merece la pena resaltar el montaje de algunas escenas. La doble conversación entre la novia y sus amigas, y, aparte, el novio y sus hermanos, es, sin más, magistral. Muchos chistes son muy buenos, y vaya si funcionan.
En fin, le doy un aprobado pese a todo (peores cosas de largo hemos visto), pero si me preguntan por qué no merece más, diré que por jugar a dos bandas. Al rollo de ser como muy salido del Hollywood más facilón (todas las canciones de la película son pop inglés buenrollero, vaya una declaración de principios), y a la vez por caer demasiado en el costumbrismo más rancio. Sólo cuando elude ambas tendencias consigue respirar de verdad.
Película agradable, fácil de ver, simpática... y para olvidar a los 30 minutos. Es una pena que no se le exija más, porque el director sí tiene talento. Pero va a lo fácil.


En el spoiler destripo algunas incongruencias.
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Javicaysa
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3
27 de marzo de 2013
131 de 179 usuarios han encontrado esta crítica útil
Asústense: He visto "El árbol de la vida", hasta el momento, cinco veces. La valoré con un 10. Creo que es una película sobrecogedoramente bella, que puede alimentar una docena de tesis doctorales, y que refleja la infancia universal del ser humano como nunca jamás se había hecho en el cine hasta ahora. Lo quiera o no, la película siempre me hace llorar. Me seduce su simbolismo, su unidad fílmica, su ritmo.

Asústense más (si no les gustó "El árbol de la vida", agárrense el marcapasos): le he puesto un 3 a "To the wonder", y creo que mi admiración hacia este gran director me ha hecho ser incluso demasiado benévolo.

"To the wonder" es ligeramente superior (en duración: no sabría decir si en calidad) a un anuncio preciosista de perfumes o de compresas.
Mantiene, e incluso mejora, la exuberancia estética de "El árbol de la vida". Tanto, que uno se pregunta si acaso no se están alcanzando en ella los límites de la belleza fotográfica. Aquí concluye el inventario de sus virtudes.

Empleando el montaje como quien sostiene una metralleta, Malick consigue destrozar la película en prácticamente todos sus niveles.

Nos regala fallos de raccord que desafían las leyes de la materia (espejos que se rompen de un golpe en un plano y, en el plano siguiente, en la misma escena, en lo inmediato en el tiempo, ¡están reconstruidos!), o diálogos que contradicen su propia información en apenas dos líneas. Magistral.

Cuando ya nos ha puesto alerta, descompone a los personajes. Ninguno parece tener un carácter razonable, y los actores, en multitud de escenas, pasean como muertos vivientes ante la cámara sin tener ni idea de qué hacer o de qué decir, en su desesperada lucha por improvisar con algún sentido. Por si fuera poco, y para estar seguro de que la película se desploma, quizá porque teme que algún actor consiga salvar algo de este horror, escribe escenas atroces que bordean la vergüenza ajena exhibible en un cine (ver spoiler).

Pero, previendo que tal vez la trama pudiera resultar interesante, también introduce Malick personajes que no pintan en la película nada de nada. Bardem y sus dudas teologales y sociales, ¿a cuénto de qué están ahí? No creo que pueda explicarse jamás qué hace ahí, más allá de darle a ella una buena hostia (consagrada) o de soltarle un sermón tonto a Ben Affleck. Y la niña de ella, ¿qué aporta a todo esto? La trama, ya de por sí lánguida e imprecisa (mi enhorabuena al que adivinó que Ben Affleck era aquí un escritor fracasado, tal y como reza la sinopsis), se diluye en el tedio hasta convertirse en una bruma

Para asestarle la puntilla, el último golpe de pala sobre el ataúd, repite las mismas escenas, como en una danza cansina, una y otra vez. Amantes que se besan junto a río; junto a una cama; junto a unas briznas de hierba; junto a unos caballos; junto a unos bisontes. Luego se pelean en un prado; o en una piscina; o en una casa. Sólo es comparable tanta repetición a la repetición en las butacas de los constantes bostezos.

En definitiva: una película pésima, hueca como un sonajero sin arenilla dentro, manierista, autocomplaciente, que parece preocuparse más por tener imágenes bellas que por su propia coherencia interna. El peor Malick de toda su filmografía, con salvaje diferencia. Una película sin unidad. Sin sentido.

Lo mejor (y lo que yo les recomiendo) es ver el tráiler, que es magistral, y olvidarse de esta película para siempre; se ahorra uno 110 minutos de sopor y absurdo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Javicaysa
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