Desde luego la película tiene una atmósfera envolvente. Parte de una premisa muy interesante que, sin embargo, al alcanzar el presunto objetivo climático argumental se desinfla muy por debajo de las espectativas. La referencia a "El nombre de la rosa" es automática pero mucho más oscura y transgresora... aparentemete. Finalmente el guión resulta una mala ocurrencia con un gran acierto en su epílogo, del que probáblemente surgiera la idea de una historia poco trabajada pero con una buena puesta en escena.
Una buena idea más poco desarrollada.
La forma con un superifical fondo como excusa, una vez más.
Muy desaprovechada.

Amélie es una de esas películas que veo cuando no sé qué película ver. No me parece que con ella haya que buscarle tres pies al gato: o la disfrutas o no. O te metes en el cuento o no, porque precisamente se trata de un cuento de ciudad en una ciudad de cuento como es París y es sencillamente preciosa, como su actriz, su estética y su música.

Realmente se me hace difícil comprender cómo alguien se puede aburrir con esta película, pero como dice ella "Al menos usted nunca será una hortaliza porque hasta las alcachofas tienen corazón."

Buena película, sin contar con el hecho de que llevó al cine a uno de los personajes clave del terror, perenne en la imaginería colectiva, y el que catapultara a uno de los “monstruos” del género, Boris Karloff.

Frankenstein dio vida al monstruo. Sólo el espectador es capaz de identificarse con la creación de un ambicioso y egoísta doctor. El monstruo no pidió vivir pero se encontró con la vida y solamente pudo comenzar a comprenderla cuando se tuvo que enfrentar con la muerte. Lo perverso de su nacimiento hace de la desgraciada criatura un ser condenado, comprendido únicamente por los inocentes y los desvalidos. Llega a apreciar un atisbo de frágil belleza y calidez justo en el momento en que sus torpes dedos lo destruyen. Qué enorme escena la de la niña en el lago.

El monstruo de Frankenstein representa al villano incomprendido por su entorno, por su padre y creador ...*. Quizás todos nos hemos sentido en ocasiones como este romántico ser al que, para colmo, se le conoce erróneamente por el nombre de su padre.

La película es, como se anuncia en su comienzo, una película sobre la vida y la muerte, pero también sobre la existencia, Dios y los enigmas del hombre.

Es evidente que como película de terror ha envejecido, pero la sutileza de James Whale mantiene una sorprendente juventud que nos enterrará a nosotros y a muchas consideradas obras maestras. Y nuestro Frankenstein particular, por suerte o por desgracia, no vendrá a resucitarnos.

Buen entretenimiento sin pretensiones de manos de Stephen King y el apreciable Romero. Cinco historias cortas, enmarcadas por un prólogo y epílogo que constituyen una sexta de propina.

Entrañable homenaje al cómic de terror con el que seguramente crecerían los autores y que generó en su día la polémica sobre su adecuación a los inocentes cerebros de los niños (hecho que se refleja en la película durante la secuencia de arranque).
Buena combinación de terror y humor aderezada con los efectos del artesano del gore por excelencia, Tom Savini (con cameo incluido), en la que algunos episodios sobresalen sobre los demás (para mi gusto los dos últimos) aunque no se le haga ascos a ninguno.

Sorpresotas como Ed Harris con pelo marcándose un baile, Leslie Nielsen clavando el papel de maloso o Stephen King haciendo de paleto merecen echarle un ojo a esta obra pretendidamente menor pero muy mimada y amena.

Cuando uno se dispone a ver una película con semejantes carátula y sinopsis, su cerebro se dispone a encajar un maremagnum de violencia, humor y guarrerías sin demasiado sentido ni trascendencia. Por eso esta peli fue para mi una sorpresa, no porque no tenga los ingredientes anteriormente recetados, que los tiene y en grandes cantidades, sino porque, sin llegar a entender muy bien cómo, Frank Henenlotter los combina dando lugar a este singular pastel, quizá no apto para todos los paladares.

Basket Case nos traslada a lo mas sucio de un Nueva York lleno de letreros luminosos, camellos insistentes y personajes hostiles y alienados, con una atmósfera cargante que nos conduce al malsano Hotel Broslin, donde tendrán lugar las inquietantes aventuras de dos hermanos irremediablemente separados y, también irremediablemente, unidos.

Una maravilla de película, pozo de inagotables lecturas escondidas entre su exagerada violencia y apestoso aspecto técnico. Un alarde de imaginación que da forma a un terrorífico drama de lo mas trastornado. Irrepetible